Monterrey

Fin de semana en Santiago

Vale la pena empezar el domingo desde temprano para que el sol no agobie la visita. Desde que llegas a Santiago, un pueblo mágico, me encontré con Chela, la dueña de un lugar donde las tortillas de maíz se hacen al momento.

Con los famosos turcos del Álamo y dulces de leche de El Molino Blanco, nos regresamos el fin de semana a Monterrey, pese al trafico que hay los domingos en la carretera nacional, vale la pena hacer la vuelta hasta Santiago, Pueblo Mágico, que poco a poco ha ido encantando nuevamente nuestro paladar con la cocina tradicional norestense.

Tomé la carretera hacia el sur de la ciudad y en 25 minutos estaba entrando a Santiago, la meta era encontrar lugares con tradición y buena comida. Todo empezó en Los Cavazos, lugar donde las artesanías y el pan de elote reinan. Llegué a desayunar al famoso Merendero ubicado algunos metros antes de llegar a la zona donde están los vendedores, y pedí unos huevos rancheros con salsa molcajeteada, aquí también sirven unas gorditas con chicarrón en la masa -increíbles- . Realmente el lugar es una gloria al gusto y emblema de Santiago pues tiene poco más de 50 años.

Vale la pena empezar el domingo desde temprano para que el sol no agobie la visita. Desde que pasas por ese tramo de carretera en Cavazos, bajas la ventana del coche y puedes percibir toda clase de aromas culinarios, desde el cabrito asándose, hasta lo dulce del pan de elote cocido. Me baje un rato a caminar por la zona y me encontré con Chela, la dueña del lugar donde las tortillas de maíz nixtamalizado se hacen al momento, tiene unos frijoles con -veneno- y cabrito en salsa que no vuelves a querer probar otros. Lo único que me faltó fue sacar el vino. El lugar es sencillo, pero su cocina auténtica, cuando pases por ahí ¡no dejes de ir!.

Calles empedradas y casas antiguas restauradas pintadas de colores fuertes fueron la bienvenida al entrar a la villa rumbo a la plaza principal. Desde su fundación en los años 1700 se caracterizó por las fachadas con puertas de madera grandes, sin ventana, y con patio central.

La primera opción era caminar por la iglesia escalonada para después ir al Mirador, donde tienes la vista de la presa -La Boca- y las montañas.
Bajando por el callejoncito a un lado de la iglesia, me di la vuelta por la casa de la abuela-, lugar que venera su nombre por el aroma a pan y café recién hecho; es de los mas concurridos por la gente local.

Después de la hojarasca en la abuela, llegue a la molienda-molino blanco- famosa por sus piloncillos con nuez y dulces de membrillo. Antes, muchas personas se dedicaban a la molienda de la caña de azúcar, y hacían del piloncillo el substituto principal del azúcar blanca. Esta molienda es de las pocas en la zona.

Termine el recorrido de regreso a Monterrey con un turco, estas empanaditas de harina rellenas de carne con piloncillo. Verdaderamente tenemos un tesoro en el sur de la ciudad, Santiago cumple con las expectativas en gastronomía y tradición.

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