Monterrey

¿Fake news? No; son solamente propaganda

Ante el mar de noticias tergiversadas que día a día nos invade, y la importante contienda electoral que hemos de enfrentar para elegir presidente en nuestro país, surge la pregunta sobre cómo todo esto se relaciona con la ciencia económica, y la respuesta a tal cuestionamiento es “mucho”, por no decir “todo”.

Desde hace relativamente poco tiempo, el concepto anglosajón "fake news", o noticias falsas, ha cobrado relevancia en medios de información y redes sociales afectando decisiones que, invariablemente, determinan el comportamiento del sistema económico y financiero.

Este hecho se vio evidenciado en las recientes elecciones presidenciales norteamericanas, en donde el bombardeo de noticias hacía imposible al lector distinguir entre el contenido real, de aquel que era puramente ruido con contenido distorsionado para acentuar un punto de vista a favor de una visión política particular. Ante el mar de noticias tergiversadas que día a día nos invade, y la importante contienda electoral que hemos de enfrentar para elegir presidente en nuestro país, surge la pregunta sobre cómo todo esto se relaciona con la ciencia económica, y la respuesta a tal cuestionamiento es "mucho", por no decir "todo".

El acceso libre a información es fundamental para el funcionamiento óptimo del mercado competitivo, y la ausencia de información o asimetría en la distribución de la misma ocasiona el recurrir a otros mecanismos económicos (como subastas, sorteos, o contratos) para alcanzar resultados que son socialmente deseables. Sin embargo, volviendo al título de esta columna, ¿qué tienen que ver esas "fake news" con aquella variable, información, tan importante para hogares, empresas y gobierno? La respuesta depende de cómo podamos definir este concepto dentro del marco conceptual de toma de decisiones que determina el funcionamiento de un sistema económico.

En términos generales, las "fake news" han sido definidas como productos (escritos o ideográficos) que, disfrazados en un halo periodístico, están destinados a la desinformación o al engaño, con la finalidad de inducir a un punto de vista, manipular decisiones, desprestigiar o enaltecer a una persona o institución, u obtener rentas económicas o políticas a partir de su distribución.

Esto describe también a lo que hasta hace algunos años se denominaba "propaganda", solamente que a comparación de ésta, cuyos canales de distribución eran medios de comunicación tradicionales o clandestinos, las "fake news" utilizan como plataforma de alcance y difusión el amplio espectro de las redes sociales en internet. No obstante lo amplio y ancho de su difusión, al final de cuentas, estas últimas cumplen exactamente el mismo objetivo que la propaganda: desinformar. De esta forma, si la presencia, transparencia y fluidez de la información para todos los agentes son fundamentales para la buena toma de decisiones, cualquier ocultamiento o falsificación de la misma ocasiona daños económicos en contra del sistema, favoreciendo únicamente a un grupo reducido dueño de la verdad.

Por lo anterior, la semana pasada dio inicio en México la iniciativa "Verificado 2018", organizada por la sociedad civil, universidades, y más de 50 medios de comunicación para determinar si una noticia en particular es falsa, permitiendo desmentir rumores o propaganda que distorsiona la realidad, o que provee información parcial y fuera de contexto a su lector. De esta forma, con la participación responsable de todos los ciudadanos, se espera que la calidad de la información que se difunde en las redes sociales tradicionales y al alcance de todos, comience a ser filtrada por la calidad y veracidad de sus contenidos, permitiendo que el ejercicio de compartir una nota sea virtuoso al realmente informar completamente sobre un suceso, permitiendo a cada lector formar un punto de vista propio, usando su criterio y el contexto de la noticia proporcionada.

Métodos emanados de la misma sociedad como esta iniciativa revelan la importancia de compartir información que sea veraz, y cómo potencialmente el costo del desprestigio por difundir propaganda falsa sería un nuevo elemento integral para la definición de ese "mecanismo de revelación de información" al que Roger Myerson (Premio Nobel, 2007) hacía referencia como pieza fundamental para el diseño de instituciones que garanticen el acceso a información veraz es el determinante fundamental de las desigualdades que observamos en ingreso, riqueza, y bienestar.

Doctorado en Economía en la Universidad de Chicago. Es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía de la UANL y miembro del SNI-CONACYT Nivel 1. jorge.o.moreno@gmail.com

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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