Monterrey

Empresa Familiar: ¿Errores o Aberraciones?

OPINIÓN. Un error estratégico en la empresa familiar no se trata de una mala ejecución per se—esa es una consecuencia—, se trata de un mal planteamiento en la estrategia o incluso, de no tener una estrategia definida como familia empresaria.

Bien dice el dicho que errar es de humanos. Y es que, cometer errores tanto a título personal como empresarial es inevitable y fortuito. No obstante, cuando el error se comete una y otra vez, y termina por afectar el crecimiento y productividad de la empresa además de la paz, el bolsillo y la salud mental de la familia propietaria, "Houston, tenemos un problema…Y grave".

Mi definición de errores estratégicos en la empresa familiar es muy simple: Son todas aquellas acciones o decisiones de alto impacto que impulsadas directamente por los dueños o directivos familiares, se desvían de, o se saltan olímpicamente, las normas y políticas establecidas en el negocio y no producen los resultados esperados a nivel de creación de valor.

En pocas palabras: Un error estratégico en la empresa familiar no se trata de una mala ejecución per se—esa es una consecuencia—, se trata de un mal planteamiento en la estrategia o incluso, de no tener una estrategia definida como familia empresaria. Obviamente, variables como el altruismo familiar, el timing o la urgencia y la personalidad del o los dueños impactan directamente en este tipo de desaciertos.

Por ejemplo, cuando en la empresa familiar hemos tenido 4 directores generales en los últimos 4 años, "…tenemos un problema…Y grave" ¿Qué está pasando? ¿Por qué seguimos cometiendo el mismo error estratégico una y otra vez? ¿Dónde está el proceso de evolución y aprendizaje? ¿Por qué no corregimos?

Lamentablemente, el conflicto familiar-empresarial es un catalizador de los errores estratégicos y de su mala gestión post-ocurrencia. Cuando no nos podemos poner de acuerdo entre los socios, las decisiones que se toman en el Consejo de Administración o en la Asamblea de Accionistas tienden a ser deficientes, ignoradas o incluso delegadas a otros—miembros de la familia o colaboradores—, volviendo al sistema familiar-empresarial frágil y vulnerable.

Admitir que como socios hemos cometido un error es el primer paso.

Rectificarlo es el segundo. No obstante, si justificamos y no admitimos lo que sucedió, si no aceptamos nuestra responsabilidad y seguimos defendiendo posiciones y egos inflados, difícilmente lograremos buenos acuerdos y las aberraciones seguirán ocurriendo.

Y es que, no se trata de defender "mis" intereses, sino de ver por el negocio. Sólo cuando existe un grupo fuerte de accionistas y una estrategia clara—compromiso de permanencia o salida; visión a futuro y objetivos definidos—se puede rectificar el rumbo.

Las indecisiones sólo comportan más errores estratégicos. Sobran ejemplos: Cambiar un director general familiar y sustituirlo con otro de un día para otro sin dar explicaciones; contratar un director general externo habiendo visto sólo 4 currículos; no considerar a los candidatos internos en las promociones a la alta dirección; ignorar acciones graves que suceden en las primeras líneas de mando por el hecho de que quienes están involucrados son familia; o permitir el "secuestro" del Consejo de Administración por parte de unos cuantos dueños (entre otros).

Caer está permitido; levantarse y rectificar es obligatorio… ¿Qué estás esperando?

La autora es Socia de Trevinyo-Rodriguez & Asociados, Fundadora del Centro de Empresas Familiares del TEC de Monterrey y Miembro del Consejo de Empresas Familiares en el sector Minero, Petrolero y de Retail.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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