Monterrey

El séptimo continente o el costo económico de la contaminación

OPINIÓN. El deterioro ecológico ocasionado por la contaminación no sólo se manifiesta a través de desechos en el agua, también está la contaminación atmosférica por emisiones de combustibles fósiles, el agotamiento de los recursos forestales, la desecación de las aguas subterráneas y la degradación del suelo debido a la sobreexplotación, por mencionar los más importantes.

Estimado lector, ¿sabía que existe un séptimo continente? Desafortunadamente sí existe y está formado por basura y desechos tóxicos. Este es un ejemplo muy claro del grave problema de contaminación que existe a nivel mundial y es una de las mayores amenazas ecológicas de la actualidad.

De acuerdo a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés) este "nuevo" continente fue descubierto en 1997 por Charles Moore y es un conjunto de desechos, mayormente de plásticos, que flotan entre las costas del Pacífico. Esta gigantesca isla tiene una extensión aproximada de 3.4 millones de kilómetros cuadrados y un peso aproximado de 5 millones de toneladas: Es 5 veces mayor que el estado de Texas en Estados Unidos y 53 veces mayor que el estado de Nuevo León en México.

El deterioro ecológico ocasionado por la contaminación no sólo se manifiesta a través de desechos en el agua, también está la contaminación atmosférica por emisiones de combustibles fósiles, el agotamiento de los recursos forestales, la desecación de las aguas subterráneas y la degradación del suelo debido a la sobreexplotación, por mencionar los más importantes.

La contaminación tiene un gran impacto en la economía y el desarrollo. Los problemas ambientales que esta genera pueden ser considerados como variables económicas y, al no ser un tema tan sencillo, se requiere de un análisis económico a detalle. En economía, la contaminación se conceptualiza como una externalidad negativa generada por los procesos de producción y de consumo. De aquí surge el concepto de "Economía Ecológica" acuñado por Francois Quesnay (1964-1774) y Anne Robert Jacques Turgot (1727-1781) durante el Siglo XVIII.

La economía ecológica plantea que el crecimiento de la economía se logra a expensas del deterioro del capital natural y que el incremento del producto interno bruto (PIB) no refleja los costos de oportunidad de la pérdida de los ecosistemas y sus servicios. Esto significa que un país con crecimiento económico estable no está necesariamente relacionado a un desarrollo económico sustentable.

Datos actuales del INEGI sugieren que en México el costo por agotamiento de recursos naturales y degradación ambiental en el 2015 fue de 13 millones 980,570 pesos, el 85% del PIB. Este indicador también muestra que el costo económico que se tendría que asumir por los daños ambientales (Producto Interno Neto Ecológico) fue del 6.3% del PIB a precios de mercado, equivalente a 910 mil 905 pesos.

Con el objetivo de hacer frente a estos problemas ambientales, la Secretaría del Medio Ambiente SEMARNAT propuso algunas medidas principales a alcanzar en el 2030, destacando la generación del 35% de energía limpia en el 2024 y 43% al 2030, el control de partículas de hollín en equipos e instalaciones industriales, el impulso al uso del transporte público, promover el uso de celdas solares, edificaciones sustentables, recuperación de pastizales, así como el incremento a los recursos financieros para la prevención en lugar de la atención de desastres.

Las inversiones en sectores emergentes para tecnología limpia en todo el mundo podrían alcanzar los 6.4 millones de dólares en la próxima década (2015-2035) de acuerdo al Banco Mundial. Es una buena oportunidad para poderse llevará a cabo la Cumbre del Clima COP 21, en donde se llama a los líderes de las economías mundiales a hacer frente al cambio climático, y se estudiarán las consecuencias económicas y financieras potenciales que conlleva la contaminación. México es un actor principal, ya que representa la segunda economía fuerte en América Latina y juega un papel principal en el marco de economías emergentes.

Esperemos que se lleven a cabo acciones para combatir este reto en materia ecológica, donde los costos económicos toman un papel fundamental y afectan de forma directa la existencia de nuestra vida en el planeta. Es hora de tomar conciencia y empezar con el cambio nosotros mismos.


*La autora es profesora del Departamento Académico de Contabilidad y Finanzas del Campus Monterrey. Su correo electrónico es alicia.galindo@itesm.mx

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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