Recientemente un exalumno me preguntó si las materias que enseñaba seguían siendo complicadas, mi primer impulso fue pensar en la complejidad de los conocimientos o herramientas vinculadas con los cursos que impartía, software especializado y uso de bases de datos.
Posteriormente reflexioné acerca de la dificultad de las distintas aplicaciones de dichos cursos, la complejidad de las decisiones de inversión, financiamiento y administración de riesgos. Finalmente pensé en las competencias que desarrollaba y en la posibilidad de que las fórmulas, procedimientos y metodologías que enseñaba generaran soluciones a los retos actuales.
Por otra parte, me cuestioné el por qué mi exalumno consideraba complicada la materia que le impartí, principalmente me cuestioné si le había sido útil. Pensé en las distintas piezas que participan en el proceso de enseñanza aprendizaje: 1) el modelo educativo, 2) los contenidos 3) la infraestructura y otros recursos, 4) el profesor, 5) el alumno. Las tres primeras son piezas importantes dentro del proceso ya que establecen el qué, el cómo, cuándo y dónde llevarlo a cabo; sin embargo, los dos últimos elementos son, desde mi punto de vista, los principales factores del éxito o fracaso en este proceso. En otras palabras, los que ponen en riesgo los resultados esperados son mis alumnos y yo. Por lo que si soy un excelente profesor y mis alumnos son excelentes, el proceso será exitoso.
Lo anterior me llevó a reflexionar respecto a elementos que permiten predecir el éxito en el desempeño de estudiantes o profesionistas, los cuales se traducen en un perfil de ingreso deseado. Existe una gran cantidad de literatura que trata el tema del éxito, o claves del éxito, pero prefiero compartir lo que Universidades de reconocido prestigio como las pertenecientes al Ivy League consideran dentro de los factores claves para aceptar a sus estudiantes: 1) su talento, 2) su pasión, 3) su sentido de vida. Se piensa que si estos tres elementos están alineados la probabilidad de éxito, tanto en su desempeño estudiantil como profesional, es alta. Si la ecuación es sencilla: talento + pasión + sentido de vida = éxito, ¿por qué son pocas las personas que alcanzan el éxito?
Desde mi punto de vista, el éxito se alcanza cuando además de estar alineados el talento, la pasión y el sentido de vida, cada uno de estos elementos están potenciados a su máxima expresión. Potenciar el talento requiere que desde edad temprana el ser humano lo desarrolle, para ello se necesita que se identifique en cada niño su talento, que la educación se enfoque en llevar a su máxima expresión sus fortalezas y no a mejorar sus debilidades. Sistemas en donde la educación es masiva y estandarizada, en donde no se identifica el talento de cada estudiante, donde no se establece un plan de desarrollo enfocado a dicho talento y donde la mayor parte del tiempo el estudiante se dedica a hacer actividades en las que es considerado deficiente, con la justificación de que así será mejor, provocan que no maximice sus talentos y que surja una frustración al hacer lo que no le gusta o en lo que no es bueno, alejando así el talento de la pasión. Imagine a un león aprendiendo a nadar y a volar con la finalidad de ser un cazador más completo.
Vaya que la educación es cruel, ya que el estudiante después de más de 12 años de hacer lo que no le gusta, le pedimos decidir a qué se va dedicar el resto de su vida, le aconsejamos que elija una profesión en la que vaya a ser bueno, atribuyendo a su inmadurez el no tener claro qué estudiar y a su falta de interés sus malas calificaciones, cuando desde un inicio alejamos su talento de su pasión, lo alejamos de la posibilidad de ser exitoso, tanto en el ámbito personal como profesional.
Se piensa que con el sólo hecho de asignar cada vez más recursos a la educación se solucionarán problemas como la pobreza y el desempleo, pero mientras el talento no esté alineado con la pasión, la rentabilidad será negativa, seguirán habiendo profesionistas que laboran en lo que no están preparados, profesionistas que no disfrutan su trabajo, materias complicadas y lo más importante, seguiremos viendo "leones buceando, águilas persiguiendo antílopes y tiburones volando"… porque llevaron clases juntos.
El autor es profesor del Departamento Académico de Contabilidad y Finanzas del Campus Monterrey. Su correo es humberto.guevara@itesm.mx
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