Monterrey

¿El arte de negociar con Trump, o el arte de saber decir “sí señor”?

El patrón se ve obligado a sentarse a negociar, y termina aceptando casi íntegramente el pliego petitorio del sindicato, aunque “logrando” reducir algunas de las exigencias, lo que el patrón quiere ver ahora como un “triunfo”.

Un popular refrán dice que la verdad no peca pero sí incomoda, y parece aplicar como anillo al dedo en este caso, ya que ahora nuestras autoridades nos tratan de vender la idea que en realidad "Negociamos" (y MUY BIEN), un Tratado Comercial con los Estados Unidos, cuando la realidad es otra.

Para empezar, nosotros (México) NUNCA dijimos que buscaríamos una renegociación del TLC, pues NO era un OBJETIVO de nuestras autoridades, es decir, nos forzaron a sentarnos a negociar, SIN AGENDA ALGUNA de nuestra parte, ya que las exigencias venían de parte de ellos, es decir, nos sacaron de nuestra zona de "Confort" sin que tuviéramos Plan alguno, ya no digo un Plan "B".

Ya forzados a sentarnos en la mesa de negociación, nuestras autoridades empezaron a buscarle el lado positivo a esta renegociación, y nos dijeron que el Tratado estaba viejo, que muchas cosas habían cambiado y evolucionado (como por ejemplo el comercio por Internet), las telecomunicaciones, etc., y que entonces nos enfocaríamos a "Modernizar" el TLC, objetivo que por cierto, parece que ni se tocó.

Sin embargo, los Estados Unidos NO pretendían modernización alguna, ya que desde un principio se dijo abiertamente que buscaban cambiar los términos originales del Acuerdo, y que pretendían reducir su déficit comercial, pues lo consideraban "Injusto" y perjudicial para la economía norteamericana.

Recordarán ustedes, amables lectores, que cuando se hizo público que Estados Unidos pretendía incluso incorporar el tema de los salarios en la industria automotriz, (Objetivo que por cierto SÍ consiguieron) en México se rechazó abiertamente este tema, e incluso se tildó de inviable e inaceptable, aunque ahora se nos quiera hacer ver lo contrario.

En lo particular, a mí no me queda la menor duda que el verdadero "Arte" de Negociar lo exhibió Trump, ya que de salida, nos presentó un escenario de terminación del TLC, el cual obviamente para México sería catastrófico, si no nos sentábamos a negociar, y ya amenazados, nos presenta su propuesta de cláusula "Sunset", donde pretendían que el TLC caducara cada cinco años, sujeto a renovación, cláusula totalmente negociable, que pretendía darnos una pírrica victoria al alargarla por más tiempo, cosa que por supuesto ocurrió.

Igualmente, el pretendido porcentaje de contenido regional, (sujeto por supuesto a "negociación) fue otro "dulce" que nos dieron para hacernos sentir "ganadores", pues lo redujeron en un 10 por ciento, cuando en realidad solo estamos consiguiendo que una violación se vea más como una seducción.

Toda proporción guardada, es como si a mediados de año se presenta el líder sindical a exigirle al patrón, bajo amenaza de huelga, que se sienten a negociar, presentando un extenso pliego petitorio de mayores sueldos y prestaciones, argumentando percepciones "injustas", no obstante los términos fueron previamente negociados y aceptados por ambas partes.

El patrón se ve obligado a sentarse a negociar, y termina aceptando casi íntegramente el pliego petitorio del sindicato, aunque "logrando" reducir algunas de las exigencias, lo que el patrón quiere ver ahora como un "triunfo".

Incluso, reportes como el redactado por Bancomer, dirigido a sus inversionistas, señalan como "bueno" el nuevo acuerdo, porque las consecuencias de no haber renegociado, hubieran sido "peores" para la economía mexicana, por lo que bajo esta óptica, lo conseguido se puede considerar como un mal menor.

Finalmente, si recordamos lo mal que se negoció en el sector azucarero, los aranceles al acero y al aluminio, que no se han retirado, y la reticencia de Canadá en acceder a las peticiones de Estados Unidos, que nosotros ya aceptamos, sin duda hay poco o nada que celebrar, y la cereza vienen a ser las "Side Letters", que aún no conocemos a detalle, y que fuera de todo protocolo, nuestras autoridades se aventuran a firmarlas, sin la autorización del Senado.

En fin, lo que es un hecho, es que la publicidad no puede tapar el sol con un dedo.

El autor es especialista en estudios económicos y de finanzaspúblicas. Actualmente ocupa el cargo de Socio de Economía en Pérez Góngora y Asociados.

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