Monterrey

¿Dónde quedó la coherencia?

OPINIÓN. ...Sucede de repente, que al momento de criar a las siguientes generaciones se cometen incongruencias graves que merman la transmisión y vivencia de las mismas.

Cuando pregunto a las familias empresarias por sus valores familiares, típicamente me mencionan la honestidad, la excelencia y el trabajo arduo, la solidaridad, etc. Infinidad de buenos deseos que muchas veces se quedan en eso,… en buenos deseos.

Y es que, mientras la generación al mando pudo haber crecido y practicado activamente estas formas de pensar y actuar en la vida—por múltiples razones: necesidad económica imperante y/o buen juicio y exigencia de sus padres—; sucede de repente, que al momento de criar a las siguientes generaciones se cometen incongruencias graves que merman la transmisión y vivencia de las mismas.

Incongruencia # 1: Como padre/madre expreso que, como familia empresaria, la austeridad y la meritocracia son valores que deseamos practicar y transmitir; no obstante, el día del cumpleaños número 25 de mi hij@ le regalo un coche cuyo costo supera el millón de pesos.

¿Será ésta una estrategia adecuada para enseñar a la siguiente generación a valorar las cosas? ¿A ganárselas? ¿No estaremos acaso impulsándolos a que tengan un tren de gastos superior al ingreso que perciben con cargo a la empresa familiar, o peor aún, a los padres?

En breve: No les quites la oportunidad de auto-afirmarse y demostrarse que pueden lograr las cosas por ellos mismos ¡Qué trabajen, se vuelvan independientes y sepan vivir dentro de SU presupuesto—no del tuyo!

Incongruencia # 2: Como miembro de la familia comento que la palabra dada y la laboriosidad son pilares que han marcado el desarrollo de nuestra familia, y que definitivamente son una carta de presentación en nuestro negocio. Sin embargo, cuando mi hij@—que trabaja en la empresa familiar— tiene "asuntos personales" que atender (viajes, compromisos sociales o incluso reponerse de la juerga del día anterior), le permito que falte a sus labores e intercedo ante su jefe directo para que no haya consecuencias.

¿Acaso en otra empresa se lo permitirían? ¿Planificó su ausencia y lo comentó con su jefe? ¿Midió las consecuencias? ¿Qué pasará el día que tú no estés?

En breve: Si tu hij@ no se hace responsable de sus actos ahora, no esperes que lo haga más adelante. La edad sólo acentúa los defectos y virtudes; no los cambia.

Incongruencia # 3: Decimos continuamente que en nuestra familia, la iniciativa empresarial es crucial; que debemos emprender nuevos negocios para que el patrimonio crezca y se diversifique. A pesar de ello, cuando un miembro de siguiente generación propone un proyecto que consideramos "menor", lo desanimamos: "Busca hacer cosas del tamaño de lo que tenemos, no te andes con negocitos".

¿Acaso no deberíamos, antes de descartar los proyectos, analizarlos junto con ellos y tratar de que funcionen? La siguiente generación no cuenta con la sensibilidad empresarial que nos ha dado a nosotros la experiencia,… ¿no sería interesante que pudieran adquirirla en un ambiente controlado (pequeña prueba piloto)?

En breve: No coartes la oportunidad de la siguiente generación de aprender a ser un buen empresario (vivir el día a día de un negocio)… Si lo haces, ¡entrarán en zona de confort!

Así que, no culpemos al internet o al contexto social en el que vivimos. Al final de cuentas, es la familia la que forma o deforma a las siguientes generaciones. Los valores no se comparten solamente por pensar en ellos, por verbalizarlos o por pedir que se vivan: Se transmiten con el ejemplo, la constancia, la exigencia y la disciplina.

¿Así, o más claro?

La autora es Socia de Trevinyo-Rodriguez & Asociados, Fundadora del Centro de Empresas Familiares del TEC de Monterrey y Miembro del Consejo de Empresas Familiares en el sector Minero, Petrolero y de Retail.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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