Monterrey

Diálogo entre comunidad e instituciones: La Encantada.

OPINIÓN. El ejercicio permitió también detectar a las familias que, en opinión de los entrevistados, son las más vulnerables y requieren de apoyos más específicos.

El trabajo conjunto entrede la sociedad civil, gobierno, empresas y universidades, luce como una alianza interesante, con alto potencial
en materia de progreso social.

Si bien sus vocaciones y capacidades suelen diferir, la conjugación
de las mismas puede lograr lo que difícilmente alcanzaría cada una por su cuenta.

A invitación de funcionarios de la Secretaría de Desarrollo Social de Nuevo León (Sedesol), los días 27 y 28 de junio del presente año, estuve en el ejido La Encantada, en Zaragoza, Nuevo León. Mi investigación en el área de evaluación de programas sociales, me había
permitido trabajar con gobiernos de otras entidades, sin embargo, este fue mi primer acercamiento con el de la entidad en que resido.

La invitación de Sedesol reunió a un grupo de aproximadamente 10 personas: una de ellas de una empresa que cuenta con programas de responsabilidad social; dos académicos del área de ciencias sociales; una persona conocedora de La Encantada, miembro de una asociación
civil; y el personal de la secretaría.

La Encantada se sitúa a 2,700 metros sobre el nivel del mar, en una zona boscosa, donde predominan especies maderables de pino. La comunidad se conforma de 47 familias y cuenta con una población aproximada de 220 personas. El traslado de Monterrey a La Encantada toma casi 6 horas, de las cuales, la última hora y media, es sobre un camino escarpado, donde se requieren vehículos de montaña.

Unos días antes de emprender el viaje, personal de Sedesol me compartió un instrumento para investigación de campo, el cual estaríamos aplicando la tarde del 27 de junio, la idea era revisarlo y hacerles algunas recomendaciones, de tal manera que el mismo sirviera para determinar el estado de bienestar socioeconómico y de satisfacción con la vida, así como las áreas de oportunidad de progreso
social en esta comunidad.

En el trabajo de campo, el equipo se dividió en cuatro grupos y cada uno de estos contó con un guía, habitante de la comunidad.

Luego de 5 horas de recorrido, reunimos 33 cuestionarios e hicimos un intercambio de experiencias; ambos fueron materiales con los cuales
se elaboró un reporte que, al día siguiente por la mañana, se compartió con la titular de la Sedesol, N.L., quien arribó a La Encantada para tener una reunión con la comunidad.

Los indicadores recabados daban cuenta de la pobreza y vulnerabilidad de la mayoría de habitantes de La Encantada en prácticamente todos los rubros señalados en el artículo 36 de la Ley General de Desarrollo Social. Por su parte, la comunidad señaló como sus principales necesidades: 1) contar con un médico, ya que su pequeño
centro de salud está abandonado desde hace tiempo, hay una alta incidencia de diabetes, más del 20 por ciento de los habitantes son de la tercera edad y la atención de cualquier urgencia se encuentra al menos a hora y media de traslado en un vehículo que debe ser apto para zona
montañosa; 2) tener acceso a un préstamo que les permita poner a funcionar el aserradero, mismo que pertenece a la comunidad, pero actualmente requiere de equipo de afilar y mantenimiento, que suponen montos de inversión de los cuales no disponen; y 3) apoyos para las
familias que tienen fuertes erogaciones al sufragar el sostenimiento de los hijos que han salido a estudiar la preparatoria o alguna carrera fuera de La Encantada, donde sólo se ofrece el nivel de educación básica.

La exposición de estas prioridades por parte del comisario ejidal en una sesión abierta y en presencia de la comunidad de La Encantada, la mesa directiva del ejido, la titular de la Sedesol en Nuevo León y el resto del grupo visitante, es un ingrediente muy valioso para buscar
mejorar el diseño de cualquier acción del gobierno o de la sociedad
civil, en pro de esta comunidad.

El ejercicio permitió también detectar a las familias que, en opinión de los entrevistados, son las más vulnerables y requieren de apoyos más específicos.

Este ejercicio practicado a iniciativa de Sedesol, bien puede llevar a una mayor eficiencia en el gasto social, a la vez que acerca a las organizaciones de la sociedad civil, empresas y universidades a un mejor conocimiento del medio social y de sus necesidades.

* El autor es economista del Tec. de Monterrey, con Maestría en Economía y Doctorado en Ciencias Sociales de la UANL. Es Profesor Investigador del Departamento de Economía del Tecnológico de Monterrey, Miembro del SNI, nivel 1.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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