Monterrey

Diagnóstico machista, leyes y realidad

OPINIÓN. De acuerdo a las leyes, las mujeres tienen espacios para participar en asuntos políticos y electorales, pero la realidad las agrede, las desprecia y las culpa, sólo por tener una constitución físico-biológica diferente a la del varón.

Que la sociedad mexicana es machista no es novedad, lo que incomoda
es que el diagnóstico es público desde hace más de 30 años, estructuralmente han cambiado leyes pero no la realidad.

El domingo Amnistía Internacional nos declaró "un Estado machista
porque desprecia la vida de las mujeres y las responsabiliza de padecer
violencia".

Y esto es tan normal que la mayoría de las agresiones, que no llegan
a muerte, ni siquiera se denuncian por el consabido trato burlón, de
descrédito y revictimización.

De acuerdo a las leyes, las mujeres tienen espacios para participar
en asuntos políticos y electorales, pero la realidad las agrede, las desprecia y las culpa, sólo por tener una constitución físico-biológica diferente a la del varón.

La realidad demuestra que son violentadas por sus pares en el partido,
por ciertos familiares, parejas, contrincantes, amigos y también,
amigas; agredidas ellas y toda persona que apoye su liderazgo: integrantes de planilla, suplentes, equipo de campaña, familiares, incluso hijos e hijas menores de edad.

Si la paridad es un principio constitucional desde el 2014, el protocolo
para atender la violencia política contra las mujeres aparece pronto,
resultado de las denuncias de agresión a mujeres, por ser mujeres, en
las elecciones 2015.

El pronóstico para las elecciones del 2018 es a la alza; el Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y la Fiscalía
Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE) se
preparan para atender más casos.

¿Por qué hay autoridades previsoras que están alertas del fenómeno,
atentas a resolverlo y no hay autoridades que estén obligadas a prevenirlo?

La realidad en Nuevo León: un estado con Alerta de Género por
la cantidad de mujeres asesinadas sólo por no cumplir con lo que
se espera de ellas siendo mujeres.

Los números se basan únicamente en feminicidios reportados, la realidad muestra que no existe diagnóstico del problema, nadie ha
asumido la responsabilidad de elaborarlo a fin de atender el fondo.
La CEDHNL presentó una observación al gobernador por usar lenguaje
sexista y discrimnatorio.

Si en 2018 no estamos en primer lugar, quedamos entre los tres estados con mayores índices de discriminación por dinero, género y color de piel; el año pasado sí tuvimos el primer lugar de acuerdo los reportes de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

Es brutal el condicionamiento de género en una sociedad machista.
Los hombres por ser hombres y las mujeres por ser mujeres están
obligados a ser y hacer de determinada manera.

Esto deshumaniza, disocia a la persona y su forma de entender al mundo, oprime a quien se propone diferente. Y empieza en
casa.

Estás criando solteronas -dijo una tía a su pariente cuando se enteró
que su sobrina aplazó la boda porque empezó una maestría-.
Además viaja sola a cada rato.

Dale más cuerda y no va a salir la muchacha, ya con el sueldo que
gana y lo cómoda en tu casa, no le va a gustar ninguno. – Yo lo escuché, doy fe que había cariño en el consejo.

Ésta es la realidad de las leyes paritarias.

Hay que replantear lo que en casa, oficina o parque se reproduce
para evitar más muertas, hay que atajar el piropo para evitar el acoso.

Hay educar igual para el desarrollo profesional, la autonomía econó-
mica, las labores doméstica, las expresiones de júbilo, el manejo del
tiempo libre, la elección de pasatiempos y más.

Me uno a la indignación y la protesta no solo en las redes.

Va por Mara y por todas las neolonesas no nombradas y muertas, por
todas las personas que elegimos romper con los estereotipos en un Estado machista.

*La autora es Consejera Electoral en el estado de Nuevo
León y promotora del cambio cultura a través de la
Educación Cívica y la Participación Ciudadana.​

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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