Monterrey

Del HARTE al ARTE

Si las grandes inversiones nos alimentan, son Arte. Pero sin detalle ni mantenimiento, empobrecen y se vuelven Harte.

Si algo me gusta de las gestiones de Natividad González o de Mauricio Fernández es su sentido de estética. A pesar de las críticas, en diferentes momentos han dejado espacios artísticos y el arte nutre el alma. La experiencia estética genera cambios profundos en la persona, está comprobado que 15 minutos de contemplación o literatura pueden enseñar más que 15 horas de cátedra porque el arte llega sin filtros hasta el inconsciente.

Pero la estética necesita del detalle y mantenimiento para que no se convierta en Harte. Flaco favor nos hace una avenida imponente si no están bien pintados sus carriles ni los cruces peatonales; con baches profundos o parches abultados. Por cierto que este recarpeteo lo estamos padeciendo en toda la ciudad.

Esto es sintomático de una visión vertical, patriarcal, machista. Hacer lo grande que se vea y dejar en segundo plano la funcionalidad. El condicionamiento masculino busca reconocimiento para beneficio personal, el femenino, busca funcionalidad para beneficio de la comunidad. El equilibro requiere usar ambos ejes.

Y llegamos al tema de la seguridad. Un delincuente no empieza por lo grande, el origen lo tuvo en el delito pequeño que lo llevó a una espiral en la que tuvo que sortear amenazas que le llevaron a agarrar experiencia y valor para llegar más arriba. Si las calles no están pintadas, es fácil atravesar carriles, sin ton ni son bloquear los cruces peatonales, pasarse un semáforo en ámbar o agandallar un "ceda el paso".

Los baches -convexos naturales o cóncavos cuando tapados- son una forma de violencia pequeña. El zangoloteo es normal, está interiorizado y se vive con él en tanto no reviente una llanta. Y aun cuando ésta estalla, cobrársela al municipio es una de vueltas y requisitos insufribles para incluso para quien le sobra el tiempo. La mayoría preferimos absorber el costo. Como población hemos llegado a normalizar violencia en calles, banquetas, trámites, espectaculares, obras públicas mal señalizadas y mal hechas. No exigimos sanciones porque estamos acostumbrados a requisitos, vueltas y tramitología que desalienta cualquier participación. Y esto es una violencia sistematizada. Si normalizamos el ser agredido, pues agredir no debe ser problema: del delito pequeño, todos vamos avanzando y agarrando valor para sortear nuevos desafíos.

Así está enraizada la corrupción en Latinoamérica y ahí tiene su núcleo la crisis de seguridad. Que el crimen organizado tenga secuestradas regiones del país es un gran encabezado que se ha construido con pequeñas acciones del gobierno que no pinta calles y de la gente que se acostumbra al zangoloteo; del gobierno que pone trabas para responderle a la ciudadanía y de la sociedad que elige pagar el costo.

Si las grandes inversiones nos alimentan, son Arte. Pero sin detalle ni mantenimiento, empobrecen y se vuelven Harte.

Las obras artísticas y los grandes números ayudan para dar vista y alimento; lo pequeño, el detalle les da utilidad. Lo primero es alimento, lo segundo es nutrición. Ambos son necesarios para transitar del Harte a las Artes.

La autora es Consejera Electoral en el estado de NuevoLeón y promotora del cambio cultural a través de la Educación Cívica y la Participación Ciudadana. loalsara@yhoo.com

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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