Hace prácticamente un año, la mayoría de las encuestas de las elecciones en los Estados Unidos presagiaban que Hillary Clinton haría historia y sería elegida como la primera Presidenta de la Unión Americana. Y aunque el resultado fue adverso, muchas voces vaticinaban que una vez en la Casa Blanca, era muy posible que Donald Trump se alejara de su discurso anti-mexicano.
Sin embargo, la amenaza de Trump de salir del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) es cada vez mayor. El Presidente de los Estados Unidos tiene la necesidad de cumplir las promesas que estén en su mano, con la mente puesta en las elecciones intermedias del 2018.
En su momento, el TLCAN permitió consolidar una serie de reformas estructurales que empequeñecieron al Estado mexicano y que permitieron crear nuevos actores económicos con un gran poder político en el proceso de toma de decisiones de nuestro país. Y aunque se crearon las estructuras económicas necesarias para competir de forma global en varias industrias, la realidad es que la desigualdad social y económica se sigue ensanchando.
La cuarta ronda de negociaciones del TLCAN se celebró en Washington D.C. en un ambiente de desencanto y frustración, sobre todo en las delegaciones mexicana y canadiense. Las propuestas que ha presentado la delegación estadounidense, como la de renegociar el acuerdo cada cinco años, dejan claro que la intención es orillar a las partes a no seguir con el acuerdo.
Inclusive los medios de comunicación han recogido el sentir de los empresarios mexicanos y estadounidenses: prefieren que el TLCAN termine antes de aceptar un mal acuerdo para las partes. Y aunque la U.S. Chamber of Commerce ha señalado su intención de ejercer presión desde el Senado de los Estados Unidos para evitar que la Unión Americana salga del TLCAN, parece que el daño ya está hecho.
La devaluación del peso en los últimos días respecto al dólar americano es un claro síntoma del nerviosismo en los mercados y su aversión a los riesgos. Queda claro que hay responsables de la política económica del país, pero en estos tiempos resulta fundamental que el Gobierno del Estado de Nuevo León diseñe una estrategia integral internacional con el objetivo de facilitar el flujo comercial entre Texas y Nuevo León. Es necesario en primer lugar, tener una comunicación directa y fluida con el Gobierno de Texas y en segundo lugar, buscar hacer lo más eficiente los flujos de intercambio comercial y el flujo de migrantes entre las dos entidades.
Desafortunadamente, Jaime Rodríguez Calderón ha manifestado su intención de buscar una candidatura independiente para la Presidencia de la República y con ello, trabajar en un segundo plano como Gobernador de Nuevo León. Pareciera que hay nubarrones de tormenta en el mediano plazo, por el incremento de la inseguridad en la entidad, por los daños económicos y sociales que esta situación genera y por los efectos de una eventual disolución del acuerdo comercial en nuestra entidad.
Y aunque es posible que transcurran seis a partir de la fecha de "denuncia" de los Estados Unidos para salir del TLCAN, empresas de diferentes sectores, como el automotriz, podrían enfrentar riesgos por la incertidumbre. El Bronco no tiene la solución para este problema, pero bien podría poner de su parte para que Nuevo León garantice el Estado de Derecho. Pero por supuesto, eso es mucho pedir.
El autor es politólogo por el Tecnológico de Monterrey y candidato de la Maestría en Ciencia Política y Política Pública de la Universidad de Guelph.
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