Monterrey

¿De qué carecen nuestros egresados del sistema educativo?

OPINIÓN. Lo ideal es que exista un vínculo sólido cooperativo entre la demanda del sector productivo y la oferta educativa, manifestado en programas de estudio pertinentes que estén basados en el análisis de las necesidades de formación académica profesional.

La transformación de una sociedad encaminada a elevar su calidad de vida, debe estar sostenida en una planeación estratégica analizada desde la política educativa. En la medida que un país tenga una oferta pertinente en cuanto al desarrollo de competencias, será el avance significativo o la regresión con respecto a una economía más competitiva. Ha quedado más que demostrado que entre mayor inversión en educación, mejores son los resultados relacionados al aumento del índice de calidad de vida.

Según la UNESCO, competencia es el desarrollo de las capacidades complejas que permiten al individuo pensar y actuar en diversos ámbitos. Concretamente competencia es aquella aptitud para hacer algo. Implica saber, saber hacer y saber ser. En otras palabras implica conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes.

En México, concebimos las competencias como las características propias del individuo que lo ayudan a realizar una actividad determinada, ya sea en el ámbito escolar, laboral o del día a día. Se han clasificado con el fin de atenderse en distintas esferas, por ejemplo, las competencias aplicadas en el trabajo, se denominan laborales o profesionales. Aquellas atendidas en el plano escolar son llamadas competencias disciplinares y las adquiridas en la vida diaria y gracias a la aportación social, son llamadas competencias genéricas, básicas o transversales.

Hagamos especial énfasis en las competencias transversales, que son capacidades no específicas que nos permiten actuar en diversas situaciones ya que son aplicables a distintas tareas y contextos y en todas las profesiones. Entre ellas encontramos trabajo en equipo, pensamiento creativo, toma de decisiones, entre otras.

Estimado lector, tampoco decimos que el sistema educativo debe solo debe preparar al individuo para el ámbito productivo, es sin duda la educación un aspecto mucho más integral, pero dotar a la persona de las competencias elementales para insertarse en el mercado laboral le dan auto suficiencia , dignidad y la posibilidad de construir una mejor calidad de vida.

El CONOCER (Consejo Nacional de Normalización y Certificación de Competencias Laborales) en un esfuerzo por consolidarse como figura activa en la construcción y promoción del Sistema Nacional de Competencias, realizó una encuesta con líderes y representantes del sector productivo, para estar al tanto de las competencias transversales fundamentales que son deseables en la fuerza laboral. Las diez competencias más significativas encontradas fueron: trabajo en equipo, resolución de problemas, comunicación eficaz, organización (planificar y priorizar), análisis y procesamiento de información, toma de decisiones, Inglés para el trabajo, capacidad de aprendizaje y adaptación, negociación y pensamiento crítico.

Cada una de ellas alude a rasgos del individuo que pueden desarrollarse durante la formación académica o incluso a través de la experiencia profesional y/o capacitaciones en el trabajo.

Lo ideal es que exista un vínculo sólido cooperativo entre la demanda del sector productivo y la oferta educativa, manifestado en programas de estudio pertinentes que estén basados en el análisis de las necesidades de formación académica profesional. Estos análisis generarán insumos sumamente valiosos para un diseño curricular que egrese personas lo suficiente preparadas para insertarse en actividades productivas en donde cumplirá de forma satisfactoria cada uno de los requerimientos. Al no lograrse esta vinculación, perpetuaremos el patrón actual ; el trabajador carece de habilidades y propicia que el patrón enfrente a dos panoramas, o invierte en reentrenamiento, que en el mejor de los escenarios le llevará de seis meses a un año para la adquisición y desarrollo de las habilidades de su empleado, o en el peor de los casos, condene a los egresados de las instituciones educativas al desempleo o subempleo.

Para el Noreste, como para el resto del país, es un reto la disminución de la tasa de desempleo. La tasa total de desocupación a nivel nacional se encuentra en el 4.10 por ciento, que incluye también personas que están en procesos de formación académica y por ende sin actividad productiva. Tan solo en Nuevo León y Coahuila la tasa de desocupación asciende al 4.45 y 4.50 por ciento, respectivamente en cada estado. Un programa de ajuste para acortar la brecha de habilidades claves o estratégicas ayudaría no solo a disminuir el desempleo sino a darle una dimensión diferente a la competitividad de nuestro País.

* El autor es Contador Público con Maestría en Economía y Doctorado en Ciencias Políticas. Ha sido Secretario de Educación de Nuevo León y actualmente es Director General del CONOCER.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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