Monterrey

BIVA, BMV y el financiamiento a las empresas mexicanas

OPINIÓN. La introducción de BIVA al mercado de valores permite que México cuente con una alternativa que introducirá una nueva dinámica de competencia en la colocación de instrumentos, buscando que las empresas tengan acceso a nuevos inversionistas privados e institucionales.

En próximos días comenzará uno de los proyectos financieros más importantes de los últimos años para nuestro país, al comenzar funciones la recién creada Bolsa Institucional de Valores (BIVA, por sus siglas).

Este nuevo mercado para la colocación de acciones e instrumentos corporativos, cuya concesión se espera sea otorgada por la SHCP, Banxico, y la CNBV el próximo 29 de agosto, introduce nuevos márgenes relevantes para el estudio del mercado financiero en general, y para la provisión de liquidez a las empresas a través de capitales en particular.

Durante muchos años, la hegemonía de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) como único coordinador y promotor en la provisión de capital privado a las empresas mexicanas públicas fue objeto de críticas por el limitado crecimiento observado en las colocaciones de nuevas ofertas públicas, lo cual se argumentó, limitaba el acceso a liquidez a las empresas y el crecimiento de las mismas.

Así también, diversos académicos y expertos financieros habían alertado sobre las consecuencias del limitado acceso a la liquidez de las empresas mexicanas, y su impacto indirecto sobre la inversión y la innovación y el desarrollo del país.

En el estudio de las finanzas corporativas y los mecanismos para financiamiento de proyectos de inversión se reconoce que, en función del costo de fondeo de un proyecto dado por la tasa de interés que éste enfrenta, los instrumentos tradicionales en orden de preferencia de las empresas son el financiamiento interno (a través de retención de dividendos y reinversión), el mercado de deuda corporativa, y finalmente el mercado de capitales. No obstante, ante la escasez de dividendos, o el limitado acceso al mercado de crédito y de capitales, los emprendedores y empresarios han buscado medios de financiamiento alternativos, siendo el crédito de proveedores una de las fuentes más utilizadas para proveer la liquidez que las empresas mexicanas necesitan en el corto plazo.

Cómo hemos discutido en esta misma columna en algún otro momento, ante el limitado crecimiento en el crédito empresarial (cuando se compara, por ejemplo, con el desempeño del segmento en tarjetas de crédito, o el crédito hipotecario) explicar la promoción del crecimiento de las empresas micro, pequeñas, y medianas en este contexto representa una pregunta intrigante desde diversos puntos de vista.

Al día de hoy, la BMV tiene 146 empresas públicas enlistadas, y de acuerdo con las declaraciones de Santiago Urquiza Luna-Parra, director general de Central de Corretaje (Cencor) al frente del proceso de creación de BIVA, la creación de esta nueva entidad estará enfocada en ampliar el segmento de capitales a empresas medianas al reducir los requerimientos de capital para su pertenencia a esta bolsa, permitiendo el acceso a liquidez en el mercado bursátil a al menos 50 empresas mexicanas durante los primeros 3 años de operaciones, permitiendo consolidar el mercado de valores en 196 emisoras para 2020.

La introducción de BIVA al mercado de valores permite que México cuente con una alternativa que introducirá una nueva dinámica de competencia en la colocación de instrumentos, buscando que las empresas tengan acceso a nuevos inversionistas privados e institucionales.

De las 14 economías más grandes del mundo, únicamente Brasil y México se habían rezagado en ampliar el número de bolsas de valores participantes en su mercado accionario.

Sin embargo, al igual que México con el inicio de BIVA, se espera que en fechas próximas Brasil amplíe también el tamaño de su mercado integrando una nueva operadora para atraer inversionistas nacionales y extranjeros. La competencia en la oferta para la colocación de valores entre la BMV y BIVA es una buena noticia ante la eventual reducción en el costo real de colocación en emisiones, y la ampliación en las alternativas de inversión para quienes deseen participar en este mercado.

No obstante, el éxito de la inclusión de esta nueva bolsa no se encuentra libre de riesgo, particularmente por el limitado tamaño del mercado de capitales relativo al tamaño de la población. En el contexto actual de mayor competencia internacional por recursos para inversión, la búsqueda por atraer inversionistas globales y conectarlos con nuevas empresas nacionales, será uno de los mayores logros que esta nueva bolsa brindará al sistema financiero mexicano.

El autor es Doctor en Economía por la Universidad de Chicago. Es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía de la UANL y miembro del SNI-CONACYT Nivel 1.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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