Enfoques

Los tacones diseñados por un astronauta

Con un equipo de científicos, Dolly Singh quiere reinventar la ingeniería atrás de los los zapatos altos; la firma Thesis usa una resina plástica, que combina nylon y fibra de vidrio.

Antes de reinventar el tacón, Dolly Singh era una reclutadora que fichaba miles de ingenieros para SpaceX, la firma espacial de Elon Musk. Aunque le gustaba realizar recorridos para los recién contratados, empezó a temer los 51 mil metros cuadrados de la fábrica de cohetes. "Los zapatos altos me gustaban desde que tenía 17, pero empezaba a odiarlos".

Luego mientras trabajaba en Oculus VR, que fabrica cascos de realidad virtual, se inscribió en el Founder Institute, un programa que ayuda a empresarios en ciernes a desarrollar sus ideas. A mediados de 2014, Facebook compró Oculus VR por 2 mil millones de dólares y Singh renunció para seguir su pasión; fundó Thesis Couture con la esperanza de aplicar la ciencia al mundo de la moda. Su trabajo no es tanto diseñar tacones altos, como la ingeniería detrás de ellos.

Cuando tuvo que contratar gente para Thesis, Singh ignoró deliberadamente a personas con experiencia en la industria del calzado, fichando en cambio a un astronauta, una genio de la tecnología wearable, un ortopedista y un experto en materiales. "Recuerdo haber conocido a Dolly durante el almuerzo y esbozar algunas cosas en servilletas", dice Garrett Reisman, un astronauta que Singh reclutó en SpaceX y que el año pasado se unió a Thesis como consultor.

Para ser franco, el tema estaba bastante alejado de mi interés, pero una vez que ella me lo planteó como un problema de ingeniería, estaba enganchado


Otros consultores son Hans Koenigsmann, ingeniero aeroespacial y encargado de control de misión en SpaceX, y Andy Goldberg, cirujano especializado en la reconstrucción de pies y tobillos. También está Amanda Parkes, quien tiene un doctorado en soportes físicos por el MIT y ha estado a la vanguardia en el movimiento de los wearables; ella es la directora de tecnología de Thesis.

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El tacón alto incursionó en la moda occidental en el siglo XVI. Primero, estuvieron pensados para los hombres y se inspiraban en las botas de montar de la caballería persa. Sin embargo, para mediados del siglo XVIII se habían convertido en un zapato de mujer. Hoy en día, las estadounidenses gastan 20 mil millones de dólares al año en zapatos altos, pero el calzado no ha cambiado de manera significativa durante décadas. "Considerando cuánto ha evolucionado el resto del mundo, es una locura que los tacones altos no hayan cambiado", afirma Singh. "Es un problema que necesita ser resuelto."

Los zapatos altos embuten los dedos del pie en un espacio estrecho, dirigiendo una cantidad excesiva de fuerza a los talones. "Mis pacientes vienen a mí y me piden que arregle sus pies", dice Michele Summers Colon, podóloga de California que hace poco cofundó 34 Minutes (en alusión al tiempo que las mujeres pueden permanecer en tacones normales sin dolor), una compañía de calzado que también está replanteando el tacón.

Empresas como 34 Minute Shoes, Cole Haan y otras se han centrado en añadir amortiguación extra o en crear un ajuste más personalizado. El equipo de Thesis se ha focalizado en el cambrillón de acero, una tira de metal de unos centímetros de largo que está en el corazón de la mayoría de los zapatos. En los tacones altos, su propósito es proporcionar la fuerza necesaria para que el usuario pueda pararse en un ángulo. En la década de 1950, los fabricantes idearon la manera de insertar el cambrillón en tacones altos y fueron capaces de hacer productos más estables, que a su vez dieron paso al tacón de aguja.

Para modernizar el cambrillón, Singh recurrió a Matt Thomas, director de diseño mecánico en Oculus. Como consultor de Thesis, diseñó un cambrillón hecho de una resina plástica en lugar de metal. La resina combina nylon con fibra de vidrio y, a diferencia del cambrillón de metal, no tiene propiedades uniformes. Es dura en el medio y cede más en las zonas del los dedos y el talón para absorber el impacto. "Es tan fuerte como el acero en ciertas áreas, pero pesa la mitad ", dice Thomas.

Cuando una mujer camina en tacones, la punta del tacón golpea en el suelo y envía un impacto a través de sus talones; quedarse de pie sin caminar es igual de perjudicial, ya que 90 por ciento de la presión está en los dedos. La elasticidad adicional en el cambrillón de Thesis ayuda a repartir esa carga al permitir que el pie descanse de una manera más natural en vez de inclinarse hacia delante o hacia atrás. Alrededor del cambrillón Thesis coloca un material elástico llamado poliuretano termoplástico o TPU, que sustituye al cartón que envuelve al cambrillón en la mayoría de los tacones.

Thesis encara enormes desafíos. Singh es básicamente la única empleada a tiempo completo y ha puesto en la compañía 240 mil dólares de su propio bolsillo más 500 mil dólares recaudados de amigos. Singh ha dedicado meses para acopiar ideas y elaborar un prototipo. Espera producir mil 500 pares este año que tendrán un costo de 925 dólares. Con el tiempo, pretende ofrecer diferentes estilos (para día y para noche) y vender el calzado en un menor rango de precios, a partir de los 350 dólares.

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