Enfoques

El tacto llega a las prótesis

Estados Unidos y Suecia, sedes de investigaciones que cambiarán vidas; trabajan en la percepción: la sensación del tacto está en el cerebro y la mano es sólo el interruptor que la activa y desactiva.

Dos investigaciones demuestran que algunos avances en dispositivos protésicos permiten a la gente con manos artificiales decir cuando sujetan algo incluso sin verlo, y arrancar, por ejemplo, el tallo de una cereza sin aplastarla.

Diferentes grupos en Estados Unidos y Europa reportan sorprendentes resultados en la tarea de conectar los nervios de extremidades a una prótesis, otorgando a los pacientes cuyas manos o brazos fueron amputados, un mejor control de objetos, lo que les regresa por primera vez, al menos algo de su sentido del tacto.

En un estudio, cirujanos estadounidenses conectaron electrodos a los nervios del antebrazo de un hombre y estos fueron estimulados cuando alguien colocó algo en su mano biónica. El procedimiento permitió al paciente avisar cuando tocó algo, sin tener contacto visual con la acción.

En el otro reporte, científicos suecos instalaron quirúrgicamente una varilla de titanio al hueso, nervios y músculos de una parte sana del brazo de una persona y luego conectaron cables a través de su prótesis, permitiendo al paciente controlarlo más precisamente.

"Lo que es fascinante de esto es que la percepción de tacto ocurre de hecho en el cerebro, no en la mano como tal", dijo Dustin Tyler, profesor en la Universidad de la Reserva de Case Western, en Cleveland, que encabezó el esfuerzo estadounidense. "Perder una extremidad sólo representa perder el interruptor que enciende esa sensación".

Ambos resultados fueron reportados el miércoles en la publicación Science Translational Medicine.

Igor Spetic, de 48 años de edad, recuerda vívidamente la primera vez que sintió nuevamente su mano derecha dos años después de que ésta le fuera amputada luego de un accidente en una fábrica. Ocurrió cuando investigadores que trabajaron en la manufactura de su prótesis colocaron una cortina para limitar su campo de visión y luego acercaron un ladrillo a la palma de su mano.

"No había sentido nada más que dolor durante dos años", dijo Spetic. La nueva sensación "fue increíble. Fue como si mi mano estuviera trabajando nuevamente, como si no tuviera una prótesis".

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