Enfoques

Construir un hogar y dejar atrás el miedo

A pesar de los programas de ayuda, muchos aldeanos todavía se enfrentan a la escasez de alimentos; por medio de ayuda, sobrevivientes del tsunami en Sumatra pudieron reconstruir su casa y las estructuras de cemento sustituyeron los precarios cobertizos que muchos solían habitar.

Después de que sus padres y dos hermanas fueran arrasados por las olas, junto con su hogar, los hermanos indonesios Erwan y Ichsan Jamaluddin poco a poco reconstruyeron sus vidas mientras la ayuda iba llegando. En 2007, se mudaron a una casa de 110 metros cuadrados con dos habitaciones, una de las 700 viviendas levantadas por la Media Luna Roja turca en la provincia de Aceh.

"Cuando llegué a la casa, no había muebles", cuenta Erwan. "Me dije a mí mismo: tengo que trabajar, ganar algo de dinero para que la vida pueda volver a la normalidad".

Los organismos no gubernamentales proporcionaron capacitación y financiamiento a los sobrevivientes para emprender negocios. Ahora, además de dirigir su local de reparación y alquiler de tablas de surf en la playa Lampuuk, Ichsan también trabaja para un proyecto de conservación de tortugas, un concepto introducido por las agencias humanitarias. Antes, las tortugas y los huevos eran capturados y vendidos para obtener dinero fácil, recuerda. "Con los programas de las ONG extranjeras, la gente aprendió," dijo.

Kuntoro Mangkusubroto, titular de la agencia de reconstrucción y rehabilitación de Aceh y Nias tras el tsunami, señala que su mayor reto fue coordinar 900 instituciones nacionales y extranjeras, entre ellas el Banco Mundial, y prevenir la corrupción, sin embargo, el desempleo y la creciente delincuencia siguen siendo una preocupación en la provincia, que está sujeta a la sharia o ley islámica tras un acuerdo de paz con los grupos separatistas.

"Aceh todavía tiene un largo camino por recorrer para resurgir del conflicto y del tsunami", considera John McCarthy, de la Escuela de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Australia, quien ha realizado inspecciones en la zona. "Si bien los programas de ayuda han reconstruido caminos e infraestructura, muchos aldeanos todavía se enfrentan a la escasez estacional de alimentos y los hogares en muchas partes de Aceh siguen siendo vulnerables".

EL ÁRBOL DE COCO

Vikum Samanpriya tenía 11 años cuando vio la casa de un vecino "colapsar como una caja de cartón" en la aldea Thotagamuwa en Hikkaduwa, Sri Lanka.

Sin saber nadar, se aferró a una puerta mientras el agua inundaba la casa de su tío, quien lo sujetó justo cuando la puerta se desprendía de las bisagras. Fueron arrastrados por la corriente hacia un árbol de coco, que fue su salvación. El tío mantuvo la cabeza del niño fuera del agua. Su madre, Ramani Premalatha, y su hermano de cinco años, también sobrevivieron.

A pesar de que perdieron su casa y su tienda, la ayuda llegó rápidamente y nadie pasó hambre, relata Premalatha, de 54 años. "La gente de otras zonas llegó en camiones y distribuyeron alimentos. El ejército y la policía ayudaron. Nos dieron redes y tiendas de campaña".

El gobierno entregó a la familia 250 mil rupias (mil 904 dólares) para construir una casa, y las estructuras de cemento sustituyeron los precarios cobertizos que muchos solían habitar.

Tras una brutal guerra civil que duró 26 años, en 2009 el ejército de Sri Lanka derrotó a los separatistas Tigres Tamil; el fin de este conflicto contribuyó a que el PIB per cápita del país aumentara a tres mil 280 dólares en 2013 desde mil 242 dólares en 2005.

BAUTIZADAS POR BENEFACTORES

Las aldeas reconstruidas a lo largo de la costa llevan los nombres de los bienhechores: casas de dos pisos financiadas por el gobierno del estado de Victoria en Australia, un área costeada por la firma contable KPMG, y otro desarrollo pagado por la aseguradora londinense Aviva Plc. De acuerdo con Sampath Viraj, gerente general de la Foundation of Goodness, una organización benéfica vinculada a importantes jugadores de cricket, más de mil viviendas fueron construidas con donaciones.

Durante años, Premalatha acompañó a sus hijos hasta la escuela por miedo a dejarlos ir solos. Ahora, sus temores son menores y ella habla con orgullo del desarrollo que ha tenido la zona. La escuela de Thotagamuwa fue reconstruida por el gobierno italiano y cuenta con zonas de juegos, mientras que una piscina local sirve para que los niños puedan aprender a nadar, algo que puede salvar sus vidas si las olas vuelven a cubrir la playa.

Los hoteles y pensiones a lo largo de la costa han sido reconstruidos, la industria turística de Sri Lanka se ha vuelto un factor clave de su economía, con un crecimiento de 7.8 por ciento proyectado para este año. Los más de 1.3 millones de visitantes recibidos en 2014 casi triplican el nivel de 2008.

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