Financial Times

Un caso textual de las guerras culturales en Texas

La batalla sobre los estudios mexicano-americanos pone de relieve la inquietud de algunos conservadores con respecto a la cambiante realidad de Estados Unidos, así como la lucha del Partido Republicano para dar cabida a los votantes hispanos.

El crecimiento de la población hispana de Estados Unidos ha abierto un nuevo capítulo en las guerras culturales dentro de las aulas del país, conforme una disputa relacionada con las escuelas de Texas polariza las opiniones acerca del estatus de los mexicano-americanos.

La batalla sobre los estudios mexicano-americanos está poniendo de relieve la inquietud de algunos conservadores con respecto a la cambiante realidad de Estados Unidos, así como la lucha del Partido Republicano para dar cabida a los votantes hispanos.

Los miembros de la Junta Estatal de Educación, quienes previamente se habían enfrentado con respecto a la enseñanza de la evolución, se enfrentaron nuevamente la semana pasada acerca de una propuesta para el desarrollo del primer curso de estudios mexicano-americanos del estado para las escuelas secundarias públicas.

Los demócratas dijeron que el hacerlo fomentaría la integración, pero los republicanos respondieron que sembraría división en la sociedad. Alguien lo llamó "racismo a la inversa".

Al llegar a 38 por ciento, la proporción de residentes hispanos de Texas es tan alta como la de California y se encuentra en segundo lugar después de Nuevo México – lo cual refleja el hecho de que Texas tiene una frontera de 3,144 kilómetros con México, y subraya su historia de haber formado parte de México hasta 1836. Pero a diferencia de California de tendencia izquierdista, la política de Texas está dominada por los republicanos.

La próxima ola de crecimiento demográfico ya está visible en el aula: en 2012-13 los estudiantes hispanos representaron el 51.3 por ciento de los 5.1 millones de alumnos inscritos en las escuelas públicas de Texas, según la Agencia de Educación de Texas.

El auge de esta minoría como una mayoría en las aulas ayudó a estimular el impulso para desarrollar un programa de estudios mexicano-americanos, aprobado por el estado, pero opcional para los distritos escolares locales, quienes ya tienen la libertad de enseñar el tema, pero necesitan crear sus propios currículos.

El esfuerzo fue dirigido por Rubén Cortez, un recientemente elegido miembro mexicano-americano de la junta escolar, quien dijo: "Si podemos incorporar los logros de los estadounidenses de origen mexicano, para que los estudiantes puedan verse reflejados en la obra de estos grandes personajes, tal vez podamos inspirarlos".

Dio el ejemplo de César Chávez y de Dolores Huerta, activistas sindicales y cofundadores del sindicato de los "United Farm Workers" (Trabajadores Agrícolas Unidos). También señaló que en 2010 la junta de educación eliminó a la Sra. Huerta como modelo de un buen ciudadano de los libros de texto de primaria.

Algunos activistas que dieron sus testimonios ante la junta dijeron que la propuesta ayudaría a los mexicano-americanos a dejar de sentirse "invisibles" y los animaría a permanecer en la escuela, reduciendo así las grandes disparidades en la educación y en los ingresos entre los tejanos blancos y los hispanos.

Según el Centro de Investigaciones Pew, los estadounidenses ven a los hispanos como el grupo étnico o racial más frecuentemente discriminado, y otros activistas presentaron la propuesta como una cuestión de derechos civiles y una manera de reducir el acoso escolar.

Estados Unidos tiene 53 millones de residentes hispanos, el 65 por ciento de ellos de origen mexicano. Pero las actitudes hacia ellos están influenciadas por una ambivalencia con respecto a los 11 millones de inmigrantes indocumentados en el país, tres cuartas partes de los cuales son hispanos.

La sugerencia de Mitt Romney en 2012 de que se "auto-deporten" creó una percepción de hostilidad republicana que los líderes moderados del partido luchan por eliminar, dadas las opiniones cáusticas de algunos miembros socialmente conservadores y los medios de comunicación de derecha.

Este mes, Jeb Bush, un potencial candidato presidencial republicano en 2016, cuya esposa nació en México, dijo que el cruzar la frontera de manera ilegal por el bien de la familia era "un acto de amor", pero su comentario atrajo el desprecio de su propio partido.

Gonzalo Barrientos, ex senador estatal demócrata, dijo a la junta: "Si vemos las noticias nacionales podríamos pensar que todas las personas de apellido Sánchez, Pérez, Barrientos, Gutiérrez, etc., acaban de cruzar por la frontera, cuando, en realidad . . . algunas familias han estado aquí desde antes de que llegaran los europeos y nuestra sangre es profundamente norteamericana". Él agregó: "Cuanto más nos conozcamos unos a otros, más podremos hacer por nuestro país".

El oponente más vocal de la iniciativa curricular fue David Bradley, miembro republicano de la junta, quien la calificó de "racismo a la inversa". Dijo: "La iniciativa [del Sr. Cortez] es tan estrecha que excluye otras culturas españolas, para no hablar de las demás en el continente. Expusimos su hipocresía".

"E pluribus unum: de muchos, uno. Así aprendí la historia estadounidense. Estamos unificados por nuestra lengua y nuestros valores", dijo el Sr. Bradley. "Lamentablemente hemos visto un grupo disidente de personas que tratan de separarnos".

Mark Krikorian, del Centro para Estudios de Inmigración basado en Washington que aboga por límites a la inmigración, dijo que es apropiado que los padres estadounidenses de origen mexicano quieran transmitir su herencia a sus hijos, pero deben hacerlo en su propio tiempo y no en las escuelas estatales de manera que "debilite la solidaridad patriótica".

Al final, el Sr. Cortez no sometió su propuesta a la votación de la junta directiva, compuesta por diez republicanos y cinco demócratas. Es probable que hubiese perdido. En su lugar se conformó con un arreglo, persuadiendo a la junta a que haga un llamado a los editores para nuevos libros de texto de estudios mexicano-americanos, así como de estudios afroamericanos, asiático-americanos y de los pueblos indígenas de Estados Unidos. "Dimos un paso adelante", dijo.

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