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FINANCIAL TIMES: Que Obama apueste por start-ups


 

 
 
 
Por Edward Luce
 

Se supone que George W. Bush dijo alguna vez: "El problema de los franceses es que no tienen una palabra para entrepreneur (emprendedor)". Lamentablemente nunca lo dijo (a pesar de que realmente debería haberlo hecho). Washington hoy día se muestra ambivalente hacia la palabra francesa. En una ciudad amargamente estancada, todos los políticos todavía fingen hacer esfuerzos por las pequeñas empresas. Sin embargo, al hacerse de la vista gorda e ignorar las necesidades de los emprendedores en riesgo, la ciudad hace caso omiso al declive de sus fortunas.
 

El presidente Barack Obama ayudaría a su asediada presidencia y a la economía de EU si asumiera la causa de los emprendedores norteamericanos.
 

El ritmo de creación de pequeñas empresas en los Estados Unidos está en un declive a largo plazo. El año pasado sólo 513,000 empresas se crearon, frente a 543,000 en el 2011. En general, las empresas de menos de 5 años de vida representan sólo el 8% de las empresas estadounidenses, frente al 13% en la década de 1980, según la Fundación Kauffman.
 

Los que aspiran a ser emprendedores se ven obstaculizados por una letanía de problemas. El sistema de impuestos de EU se ha vuelto cada vez más complejo, lo que favorece a las grandes empresas que pueden permitirse el lujo de contratar a abogados para navegar a través de él. Lo mismo se aplica a las regulaciones federales, cuya creciente complejidad beneficia a las grandes corporaciones. La mayoría de los grandes proyectos de ley en EU deberían ser subtitulados: La Ley para el Pleno Empleo de los Contadores y Abogados.
 
El acceso a créditos es aún más sesgado.
 
 

A pesar de la recuperación en la Unión Americana, el volumen de préstamos a las pequeñas empresas de ese país sigue cayendo. Según la Administración de la Pequeña Empresa, el año pasado los préstamos se redujeron en 19,000 millones de dólares a 587,000 millones –un quinto por debajo de los niveles previos a la recesión. La presión reguladora de Washington hacia los bancos que aún intentan ayudar a las pequeñas empresas –los bancos comunitarios – es cada vez más fuerte. Según Tom Hoenig, vicepresidente de la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC), el colchón de capital efectivo en los bancos más grandes de EU es de entre 4 y 6% de su balance.
 

Para los pequeños bancos comunitarios que aún hacen 'préstamos personales' –prestan dinero a los clientes que conocen – ese colchón es del 9%. En otras palabras, los reguladores en Estados Unidos son doblemente estrictos con los bancos que tienen menos probabilidades de representar un riesgo para el sistema.
Washington también está estructuralmente amañado contra los emprendedores. Por definición, las futuras empresas no tienen un grupo de cabildeo para promover sus intereses en el Capitolio.
 
 
Por el contrario, las grandes empresas tienen lo mejor de la cosecha. Cuando estaba en campaña por la nominación presidencial republicana en 2011, Tim Pawlenty, el ex gobernador de Minnesota, dijo que su mensaje a Wall Street sería: "Saquen sus hocicos del comedero." Hoy, como presidente de la Mesa Redonda de Servicios Financieros, él recibe un salario de por lo menos 1.8 millones de dólares al año para cabildear por Wall Street. Su salario es aproximadamente la mitad del total de los gastos anuales en Washington de los 7,000 bancos comunitarios de EU.
 

"En un año normal JPMorgan y Goldman Sachs se gastan más en Washington que nosotros," dice Camden Fine, presidente de los Banqueros Comunitarios Independientes.
Los grandes reguladores – la Reserva Federal, la FDIC y la Oficina del Contralor de la Moneda – han demostrado una gran tolerancia hacia los grandes bancos de Wall Street, los cuales implícitamente son 'demasiado grandes para quebrar' y reciben un subsidio de alrededor de 75,000 millones de dólares al año.
 

Por el contrario, han hecho casi imposible que los bancos comunitarios puedan aprovechar su recurso más importante – el contacto personal con sus clientes. "La regulación en Washington está eliminando los préstamos bancarios locales", dice Fine. En 1994, los bancos comunitarios representaron el 38 por ciento de todos los activos de los bancos estadounidenses. Hoy en día su cuota se sitúa en menos de la mitad.
 

Republicanos y demócratas por igual derraman una lágrima por la desaparición del banco comunitario, mientras que se embolsan las donaciones de los bancos grandes. Obama no es una excepción. Aquí hay dos razones por las cuales debería arriesgarse a favor de los emprendedores y los que quieren financiarlos.
 
En primer lugar, lo que el presidente está haciendo ahora no funciona.
 

La semana pasada viajó por enésima vez en una campaña por la clase media de EU. La mayoría de sus ideas, como la ampliación de la infraestructura, son buenas. Pero ninguna tiene una oportunidad de pasar en este Congreso. En vez de repetir lo mismo una y otra vez y rezar que el desenlace sea diferente, Obama debería tomar un riesgo. La tasa efectiva de impuestos para las grandes empresas de EU es del 12.6%, pero de cerca del 35% para las pequeñas empresas. Obama debería llevar a cabo una campaña para bajar la tasa de inflación general, aumentar la eficacia y quitarles trabajo a contadores y abogados. Podría llamarlo el Dream Act de los Emprendedores.
 

Dado que sería ir al centro de lo que significa ser estadounidense, el debate pondría a los republicanos a la defensiva. En segundo lugar, facilitar las cosas para los emprendedores es otra manera de alcanzar los objetivos económicos que está ignorando Obama. La mayoría de los empleos son creados por pequeñas empresas y son también la fuente de la mayor innovación.
 

Hoy día Washington está más endeudado con las grandes empresas y los grandes bancos que nunca. Hay un profundo – pero latente – hilo de populismo antitrust en la política estadounidense. Grandes estadounidenses, como Teddy Roosevelt y Justice Brandeis, creían que la gente debía hacer frente a los plutócratas. Creían también en la competencia – impulsar el capitalismo en vez de los capitalistas. Es tiempo de revivir esa distinción en la política estadounidense. En esta problemática etapa del segundo mandato de Obama, podría ser justo lo que necesita para salir de su cul-de-sac. Ahora que lo pienso, los franceses tienen una palabra para eso también.
 
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