Financial Times

Los serenos mercados de hoy pueden dar lugar mañana a tormentas

Las elecciones europeas acaban de propulsar a líderes populistas al poder, y los acontecimientos en Ucrania y el Medio Oriente son tensos.

Después de años de experimentos con la moneda, los bancos centrales harán "lo que sea necesario".

Algo peculiar está ocurriendo en los mercados capitales de occidente. En este mes casi todas las medidas de volatilidad han caído a niveles inusualmente bajos. Si nos fijamos en el grado real (o "percibido") de las fluctuaciones de los precios – y los movimientos futuros proyectados ( o "insinuados") – los inversores se están comportando como si el mundo fuera sumamente aburrido.

Eso es extraño. La historia financiera sugiere que en este punto del ciclo económico, la volatilidad normalmente salta; cuando las tasas de interés y las expectativas de crecimiento suben, los precios de los activos suelen oscilar (entre otras cosas porque los negociantes empiezan a apostar acerca de cuándo será la próxima recesión cíclica). Y aparte de la economía, hay un montón de cuestiones geopolíticas en este momento que deberían inquietar a los inversores. Las elecciones europeas acaban de propulsar a líderes populistas al poder, y los acontecimientos en Ucrania y el Medio Oriente son tensos.

Pero los inversionistas están actuando como si estuvieran viviendo en un universo tranquilo y predecible. Echemos un vistazo, por ejemplo, al llamado "índice del miedo" de Wall Street, el VIX, que mide la volatilidad implícita del S&P 500. Durante la crisis financiera, subió por encima de 80, y más tarde se hundió a la mitad; ahora está justo por encima de 11, un nivel que no ha tenido desde 2007.

Del mismo modo, el índice de "implied equity vol-of-vol" (equidad implícita vol-de-vol) – un derivado de las medidas de volatilidad – está en su nivel más bajo desde 2006, y la volatilidad implícita en los mercados de divisas euro-dólar está en su nivel más bajo desde 2007. Las oscilaciones en los precios de los bonos son también muy bajas, y la volatilidad real e implícita de los precios del petróleo también están en su nivel más bajo de la década.

"No hay demanda de protección [contra turbulencias]", observa Mandy Xu, un estratega de derivados de acciones de Credit Suisse. "[Los inversores en] los mercados de opciones no están valorando los grandes riesgos macroeconómicos. Esto es muy inusual".

¿Por qué? Si uno quiere ser optimista, una posible explicación es que el panorama económico ha tomado un giro positivo. A pesar de que las tasas de crecimiento económico del mundo occidental han sido decepcionantemente lentas desde 2008, la buena noticia es que la recuperación ya está en marcha, y a un ritmo sorprendentemente estable. Los apocalípticos escenarios que solían asustar a los inversores – como una inminente ruptura de la eurozona o el impago técnico de los bonos en Washington – no se materializaron; o por lo menos todavía no. Más importante aún, después de varios años de locos experimentos en materia de moneda, los inversionistas están más dispuestos a aceptar el hecho que los bancos centrales occidentales harán "lo que sea necesario" para apoyar a los mercados; por lo tanto esperan que las tasas se mantengan estables y bajas por mucho tiempo – incluso si algunos bancos centrales, como la Reserva Federal, reducen sus niveles de estímulo.

Pero hay una segunda y menos benigna razón que puede explicar este bajo nivel de volatilidad: los mercados se han visto tan distorsionados por las masivas interferencias del gobierno desde 2008 que los inversores están paralizados. Una razón que puede explicar este patrón, por ejemplo, es que las regulaciones más estrictas han llevado a los bancos a dejar de tramitar ciertos activos. Otra es que las tasas de interés ultra bajas han hecho que los inversores se sientan reacios a colocar su dinero en mercados públicos y líquidos.

También podría estar operando un problema más sutil: los inversores están tan inseguros de cómo interpretar este nivel de interferencia del gobierno que no están dispuestos a colocar grandes apuestas. Lejos de ser un signo de total confianza en el futuro, esta volatilidad ultra baja puede ser un signo de que los inversores han perdido la fe en el funcionamiento de los mercados.

En realidad, nadie sabe cuál de estas explicaciones es cierta. Sospecho que la intromisión del gobierno y las bajas tasas de interés son factores clave, pero la investigación académica sobre este tema es casi inexistente. Sin embargo, un factor claro es que cuanto más tiempo este patrón se mantenga en su lugar, más cautelosos deberían ser los inversores y los hacedores de política.

Porque aunque la volatilidad ultra-baja pueda parecer una buena noticia en algunos respectos (por ejemplo, una empresa que trata de planificar para el futuro), hay un obstáculo: el economista Hyman Minksy observó que cuando las condiciones son tranquilas, los inversores se vuelven complacientes, asumen demasiado apalancamiento y crean burbujas de precios de activos que eventualmente revientan. La tranquilidad del mercado tiende a sembrar las semillas de su propia muerte y mientras más largo es el período de calma, peor será la eventual caída.

Así sucedió en 2007. Hay buenas razones para sospechar que vuelva a suceder, si este patrón continúa, especialmente teniendo en cuenta el tamaño de las burbujas que están surgiendo en algunas clases de activos. A menos que usted crea que los bancos centrales de occidente serán capaces de doblar los mercados a su voluntad de forma indefinida. Y ésa sí sería una apuesta peligrosa.

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