Financial Times

La niñez robada en Siria

La guerra civil en Siria ha creado la mayor crisis de refugiados del mundo, dejando al Comité Internacional de Rescate y otros grupos de ayuda tratando de ayudar a reconstruir las vidas de los más afectados.

Ella sobrevivió a un sitio del ejército y logró escapar de ejecuciones masivas y violaciones tumultuarias en Siria. Pero fue hasta que llegó a un refugio seguro en el vecino Líbano que Fátima, de 13 años, intentó cortarse las muñecas.

No se trata de un caso aislado. Después de tres años de vivir en tiendas de refugiados, la depresión, heridas autoinfligidas, intentos de suicidio y otros problemas de salud mental van en aumento entre las niñas sirias.

El nombre de Fátima ha sido cambiado y ni siquiera pudo participar directamente en este reportaje. Pero su madre compartió su historia para mostrar cómo incluso habiendo escapado de la guerra en Siria, un sinnúmero de jovencitas continúan en riesgo de ser víctimas de violación, abuso doméstico y matrimonio forzado.

Once millones de sirios han sido obligados a huir de sus hogares y no hay señales de que el levantamiento convertido en guerra civil vaya a terminar pronto. Las prioridades inmediatas en una crisis de refugiados son relativamente sencillas: la gente necesita albergue y comida. Pero cuando se convierte en una crisis de largo plazo, que aumenta a un ritmo de 5 mil personas al día, las necesidades pueden resultar abrumadoras.

Fátima y su madre hallaron esperanza en un centro de apoyo para mujeres administrado por el Comité Internacional de Rescate, una agrupación humanitaria fundada en 1933 por Albert Einstein para rescatar familias alemanas durante la persecución nazi. Hoy, la organización caritativa labora en más de 30 países, desde Myanmar hasta Zimbabwe, dando apoyo después de tsunamis o construyendo clínicas de salud.

En 2014, el Comité proveyó ayuda a 14.8 millones de personas, incluyendo 4 millones de refugiados sirios.

Con las organizaciones humanitarias luchando por ofrecer alimentos, medicinas y educación, las mujeres jóvenes son usualmente pasadas por alto, aun cuando se encuentran entre los grupos de mayor riesgo entre la población de refugiados sirios.

"Las jóvenes refugiadas están en una prisión... De noche, en la acampada, puedes escuchar mujeres llorando, hombres golpeando a sus esposas. La mitad de esas esposas tienen menos de 14 años", dijo la madre de Fátima, con las huellas de los días difíciles en sus ojos.

Con acceso limitado a la educación, las jóvenes pueden perder su futuro. Los padres que alguna vez protegieron a sus hijas usualmente están traumatizados y pueden volverse abusivos o están tan empobrecidos que acceden a matrimonios arreglados, una práctica que, según trabajadores sociales, incrementa el riesgo de que ellas sean víctimas de prostitución forzada.

En lodozos asentamientos que albergan a miles de refugiados, el miedo a ser atacadas provoca que muchas jóvenes raramente salgan de las tiendas de lona gastada que se inundan durante el invierno y se convierten en un horno en el caluroso verano.

"El centro nos impulsa a vivir, a hallar nuestras fortalezas", dice la madre de Fátima, quien mantiene la esperanza pese al continuo lidiar con el abuso familiar. "Si no fuera por esto, mi hija quizá ya no estaría aquí y tal vez yo también me habría suicidado".

Hallar soluciones de largo plazo para los refugiados es crucial para la estabilidad regional. Los campos son tierra fértil para el reclutamiento por parte de grupos radicales. Movimientos masivos de personas son motivo de tensiones que pueden encender el malestar en aquellos sitios a los que llegan.

Pero mientras la mayor crisis de refugiados del mundo se profundiza, los fondos se van agotando. Apenas la semana pasada, la ONU anunció la eliminación de vales de comida que son vitales para 1.7 millones de sirios debido a un recorte económico.

"La crisis en Siria es la catástrofe humanitaria que define este siglo hasta el momento", dijo David Miliband, presidente del Comité. "El nivel de desplazamiento, con la mitad de la población de 22 millones de personas que ha sido obligada a abandonar su hogar, es demasiado grande para ser comprendido por la mayoría de la gente".

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