Financial Times

La guerra sin fin contra el terror

La realidad es que la guerra contra el terror de Estados Unidos ha dado el resultado que se esperaba. Si se hace un recuento de los intentos terroristas domésticos en el país desde el 11 de septiembre de 2001, cada vez han sido de más baja tecnología y menos efectivos.

Pocos han pensado tanto como Barack Obama en los problemas de mantener una guerra sin fin contra un nombre abstracto. Aparte de lo impráctico que sería – ¿cómo puedes alguna vez declarar la victoria? – Pelear contra un enemigo nebuloso tiene graves repercusiones. Obama construyó mucho de su carisma presidencial sobre esta premisa – la "guerra global contra el terror" estaba erosionando los derechos legales de EU en casa y su capital moral fuera de ella. Al prometer la semana pasada "degradar y ultimadamente destruir" al Estado Islámico en Irak y el Levante (ISIS), ha completado prácticamente el círculo. Es precisamente debido a que Obama es un guerrero reacio que su legado perdurará.

La realidad es que la guerra contra el terror de EU ha dado el resultado que se esperaba. Si se hace un recuento de los intentos terroristas domésticos en EU desde el 11 de septiembre de 2001, cada vez han sido de más baja tecnología y menos efectivos. Desde el fallido ataque del avión de Detroit en el primer año de Obama hasta las bombas del maratón de Boston en su quinto, cada intento ha sido menos profesional que el anterior. Lo mismo es cierto de los aliados de EU. No ha habido un ataque significativo en Europa desde los bombazos del 7 de julio en Londres hace nueve años. El público occidental se ha ido acostumbrando a una época con mayores controles de seguridad.

Si éste es el resultado de la guerra contra el terror de EU, ¿por qué preocuparse? Básicamente porque le resta importancia a los costos. El mayor de éstos es el daño que una guerra no declarada está generando en la percepción occidental de la realidad. Obama hizo hincapié en no utilizar la palabra "guerra" la semana pasada. Aunque el personal militar de EU es de más de un millar de personas en Irak, y han habido más de 160 ataques aéreos por parte de EU el mes pasado, insistió en llamar a su plan de destruir ISIS una "campaña". Asimismo, los uniformes de EU son los de "asesores" y "entrenadores". Este tipo de eufemismo lleva a una ampliación gradual de la misión.

En el 2011, Obama inadvertidamente ayudó a preparar el camino para esta insurgencia dañina al retirar demasiado pronto sus tropas de Irak. Dejo un vacío al que llamó paz. Ahora regresa de puntitas y con los dedos cruzados. La misma renuencia de mirar hacia el frente del camino podría estarse repitiendo en Afganistán. Obama subrayó la semana pasada que la campaña de ISIS no tendría impacto en su agenda por terminar la misión de EU en Afganistán. La única diferencia entre Irak en 2011 y Afganistán al día de hoy es que se puede ver venir a los talibanes. Tampoco se necesita gran percepción para imaginarse la desestabilización de Paquistán. En contraste con la insurgencia de ISIS que pocos habían predicho, grandes crisis en Afganistán y Paquistán son fáciles de imaginar. También lo es la escalada gradual de la renovada participación de EU en Irak.

Los críticos de Obama tanto de la izquierda como la derecha quieren que se pronuncie claramente – EU ha declarado la guerra contra ISIS. Si no es así, ¿por qué afirmaría esta administración seguirlo hasta las "puertas del infierno", en las palabras de Joe Biden, el vicepresidente? El año pasado Obama pidió al Congreso que repeliera la ley autorizando acción militar contra Al-Qaeda aprobada justo después del 9/11. "A no ser que disciplinemos nuestros pensamientos … podemos vernos involucrados en más guerras que no necesitamos pelear", dijo. Obama ya es vulnerable contra lo que advirtió con anterioridad. Su administración está basando su autoridad para atacar a ISIS en la misma ley de 2001 que sigue sin revocar.

¿Por qué necesita EU destruir a ISIS? El caso a favor de la contención – a diferencia de la guerra – ha recibido poca publicidad. Pero es persuasivo. La objeción principal es que destruir a ISIS sería imposible sin una mayor presencia militar terrestre de EU, lo que sería un remedio peor que la enfermedad. Menos de mil rebeldes de ISIS fueron capaces de repeler una fuerza iraquí de 30 mil de Mosul en junio – y contaron con la aprobación de sus ciudadanos. La semana pasada Obama alabó la formación de un gobierno iraquí más incluyente bajo Haider al-Abadi. Pero tiene menos miembros suníes que el anterior. Nouri al-Maliki, el anterior primer ministro, ha permanecido en este gobierno.

El reto de buscar un gobierno iraquí legítimo parece juego de niños contra buscar construir un ejército amigable en Siria. Obama le ha pedido dinero al Congreso para entrenar 3 mil rebeldes sirios – un objetivo que tardará meses en rendir frutos. ISIS actualmente maneja al menos 20 mil combatientes. También hay que tomar en cuenta los aliados renuentes de EU. Turquía no quiere involucrarse de manera seria. El apoyo de Arabia Saudita es tibio. Israel ha mostrado su escepticismo. Irán, con el que el Sr. Obama no ha buscado asociarse, está esperando ver que frutos obtendrá del asunto. Lo mismo se aplica a Bashar al-Assad, el presidente sirio.

El objetivo del presidente de EEUU es parar a ISIS antes que se vuelva una amenaza a la patria. La historia sugiere que el mayor riesgo es la terrible desventaja de otra aventura en el Oriente Medio. Es difícil dudar de la sinceridad de Obama. Es su capacidad de atravesar la niebla de la guerra lo que está en duda.

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