Financial Times

Huawei, odiado y temido en Washington... ¿la causa de la creciente tensión entre EU y China?

La transferencia de tecnología está detrás de las tensiones, pero la historia no está del lado de Washington.

Para entender la verdadera causa de las crecientes tensiones entre EU y China, no hay necesidad de buscar más allá del arresto de Meng Wanzhou, directora de finanzas de Huawei e hija del fundador de la compañía.

Detenida a petición de Washington mientras se encontraba en tránsito en el aeropuerto de Vancouver, Meng enfrenta la extradición a EU por denuncias de fraude financiero relacionadas con la venta de equipos de alta tecnología a Irán.

El presidente estadounidense, Donald Trump, parece estar obsesionado con los desequilibrios en el comercio con China, que sólo han aumentado desde que lanzó las primeras salvas en su guerra comercial este año. Pero los funcionarios de línea dura con respecto a China que lo rodean en la Casa Blanca están enfocados en otra cosa: mantener la posición de EU como la superpotencia tecnológica preeminente del mundo. Ya sea que Trump lo comprenda o no, ése es el verdadero motivo detrás de la actual guerra comercial.

Huawei es odiado y temido en Washington debido a sus vínculos con los servicios militares y de inteligencia chinos y porque su éxito como fabricante de equipos de telecomunicaciones ofrece una visión de un futuro en el que la destreza tecnológica de China se empareja o supera a la de EU.

Bajo la ambiciosa agenda "Hecho en China 2025", Beijing ha identificado industrias que pretende dominar por cualquier medio, incluso mediante la compra o el robo de tecnología estadounidense o de otros países desarrollados. Varios grupos chinos han estudiado los antecedentes de Silicon Valley como una división de investigación y desarrollo del Pentágono. Están intentando reproducir un modelo híbrido militar-civil similar para promover el avance tecnológico, lo cual atemoriza a los funcionarios estadounidenses.

El estado actual de la tecnología china es, a la vez, menos y más preocupante que las pesadillas de los generales estadounidenses o los sueños de los plutócratas de Silicon Valley. China sigue siendo una base de manufactura y ensamblaje de bajo margen y de gama baja para las cadenas de suministro globales. Sólo hay que considerar el ejemplo de los bolígrafos. Cerca de 3 mil empresas en China producen aproximadamente 38 mil millones de bolígrafos al año, aproximadamente 80 por ciento del total mundial. Pero, hasta enero de 2017, nadie en China había podido producir una punta de bolígrafo de precisión. Como resultado, aproximadamente 90 por ciento de las puntas y los recambios de bolígrafo son importadas de Japón, Alemania y Suiza.

A pesar de décadas de esfuerzo y miles de millones de dólares invertidos en el desarrollo doméstico de semiconductores, China importa más de 95 por ciento de los microchips de alta gama utilizados en computadoras y servidores de fabricación local. China gasta más en microchips importados, aproximadamente 227 mil millones de dólares en 2016, que en petróleo, a pesar de ser el mayor importador de energía del mundo.

En muchos sentidos, el desarrollo tecnológico estatal dirigido por Beijing refleja su enfoque con respecto a los eventos deportivos como los Juegos Olímpicos. El Estado, obsesionado con las medallas de oro, ha invertido enormes recursos en los deportes que otros países a menudo descuidan, como el tiro con arco, el tiro deportivo y el curling. Pero la participación en el deporte organizado en general sigue siendo muy baja, y China sigue rezagado en deportes como el atletismo, el fútbol y el baloncesto, donde el éxito depende de la participación popular.

Los inversionistas y ejecutivos en el sector de la tecnología en China dicen que el sistema educativo del país va en contra de la innovación con su énfasis en el aprendizaje de memoria y la deferencia a la autoridad, al igual que el sistema político, al reprimir la libre expresión.

La administración de Trump debería prestar atención a estos hechos. Incluso si EU es capaz de obstaculizar el avance tecnológico de China, es probable que sus esfuerzos a largo plazo sean tan ineficaces como estos esfuerzos históricos de otros países.

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