Financial Times

Hasta que los negocios nos separen: dos historias de uniones empresariales que fracasaron

Cuando dos directores empresariales se 'juran amor eterno', entran a una labor ardua y carente de glamur, donde la integración y la comunicación son claves para mantener la alianza.

¿Existe un amor más seguro, más ciego o más condenado al fracaso que el de dos directores ejecutivos empeñados en hacer un trato?

Me surgió la pregunta después de haber escuchado las noticias recientes del caso de dos directores ejecutivos que se 'habían prometido fidelidad eterna' y de otros dos cuya unión había sido cruelmente separada.

El primer caso es el del conmovedor cortejo entre Kelly King y Bill Rogers, directores ejecutivos, respectivamente, de BB&T y de SunTrust Banks de EU. King es el más reciente autor del tropo de "dos más dos", evidenciado en un video corporativo. Rogers lo superó al prometer que su fusión de 66 mil millones de dólares "simplemente no puede perder".

Luego la feliz pareja chocó los puños en el contacto físico más torpe entre directores ejecutivos que yo haya visto desde que Steve Case, de AOL, y Gerald Levin, de Time Warner, se abrazaron y 'chocaron los cinco' en el escenario en 2000, anunciando lo que Levin más tarde llamó "el peor negocio del siglo".

El segundo caso es el de la dolorosa separación de Keith Skeoch — el maestro de las hojas de cálculo y anteriormente parte de Standard Life — y Martin Gilbert — el trotamundos de Aberdeen Asset Management —, compañeros de pesca con mosca y codirectores desde que se fusionaron las empresas de gestión de fondos en 2017. En enero, Gilbert sugirió que, si alguna vez se rompía su vínculo, él estaba "bastante seguro de que los dos nos iremos al mismo tiempo". La semana pasada, él se hizo a un lado, dejando a Skeoch totalmente a cargo.

Para ser justos, ellos siempre habían dicho que tenían habilidades complementarias en lugar de idénticas. Ésta es una base más creíble y, en teoría, más duradera que la idea de que los directores ejecutivos involucrados en grandes tratos son gemelos separados al nacer reunidos, milagrosamente, para el logro del bien de todos. Más a menudo, ellos son representantes de organizaciones formadas por banqueros y abogados que buscan recibir honorarios.

Las fusiones entre iguales rara vez son igualmente equilibradas. Las personalidades chocan. El encaje cultural perfecto es una quimera. La integración y la comunicación — claves para los tratos duraderos — representan una labor ardua y carente de glamur.

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