Financial Times

Espiarte en la oficina, la nueva tentación de los jefes

Más empleadores sienten la tentación de espiar a su personal, lo cual resulta ser preocupante, y hoy en día es fácil ver porque existe esta tendencia con un motivo que gira en torno a las ganancias de las empresas.

Desayuné el otro día en una lujosa brasserie londinense con un hombre que había conocido hace poco en un congreso.

Llegué a la oficina un poco después de las 10 a.m., después de haber disfrutado huevos benedictinos, y encendí mi computadora. Después de checar unos cuantos correos electrónicos y mensajes de Twitter, me dirigí a la cocina de la oficina por una taza de té, donde me topé con un colega quien estaba de acuerdo con que daba gusto ver que el temperamental calentador de agua no se había roto.

Entonces comencé a charlar con otro colega sobre una película que ambos habíamos visto protagonizada por Willem Dafoe, que nos pareció brillante pero también algo deprimente. Finalmente, me senté a escribir algo.

El Financial Times no estaba consciente de esta inútil actividad de oficina. Ni lo están la mayoría de las grandes empresas. Pero ese desayuno me ha hecho preguntarme cuánto tiempo pasará antes de que sí lo sepan. El hombre que conocí en la brasserie era Ben Waber, jefe ejecutivo de una empresa de Boston llamada Humanyze que alega poder aumentar las ganancias de empresa rastreando lo que en realidad hacen sus empleados todo el día.

Recopila información de las insignias de identidad que llevan colgadas al cuello los empleados, algo parecido a las tarjetas que los empleados antes deslizaban al entrar al trabajo, sólo que éstas tienen micrófonos y sensores que saben dónde estás y con quién estás hablando, pero no lo que estás diciendo.

Hice una cita para ver a Waber porque, aunque yo sabía que las empresas llevaban años probando dispositivos para rastrear a los trabajadores, nunca había oído a nadie explicar detalladamente los beneficios financieros de tal vigilancia.

Este mes, en un congreso en Londres sobre el lugar de trabajo moderno, él describió la labor de Humanyze para un importante banco europeo que quería saber por qué las personas que vendían préstamos en algunas de sus sucursales funcionaban tanto mejor que personas en otras oficinas con clientes similares.

Humanyze descubrió que las sucursales con mejor rendimiento tenían equipos de venta muy unidos que trabajaban bien en conjunto. Los equipos en las sucursales de menor rendimiento estaban separados en pisos diferentes, o se llevaban tan bien que aislaban a los nuevos empleados.

El banco hizo unos ajustes sencillos, alternando al personal en diferentes pisos o dándoles 100 euros a la semana a los administradores para que sacaran a los nuevos empleados a almorzar junto con trabajadores de mayor experiencia. Esto ayudó a incrementar el rendimiento general del banco en más de 10 por ciento, según Waber, quien alegó que esto significaba cientos de millones de euros en ventas adicionales.

Esto me parece una importante suma y, si estuviera en la posición de contratar a una empresa como Humanyze, querría ver pruebas contundentes. Pero lo importante es que es fácil ver por qué más empleadores sienten la tentación de espiar a su personal, y eso es preocupante.

Cuando los periodistas del diario londinense Daily Telegraph descubrieron cajas de rastreo de movimiento, relativamente sencillas, debajo de sus escritorios el año pasado, hubo tal protesta que tuvieron que quitarlas rápidamente.

Otras empresas están desarrollando sillas de oficina inteligentes que saben si uno está sentado en ellas, en vez de andar por ahí hablando de Willem Dafoe.

Humanyze ofrece un nivel diferente de escrutinio. Hoy tiene menos de 40 empleados y ha trabajado con unas dos docenas de empresas, incluyendo un importante grupo petrolero y tres bancos. Pero Waber está contratando alrededor de ocho personas al mes y acaba de acordar en asociarse con un gran proveedor de tarjetas de identidad que significa que sus sistemas pronto se propagarán a muchas más empresas.

Me cae bien Waber. Es un serio exinvestigador de Harvard que escribió el libro sobre la llamada analítica de personas. Le creo cuando dice que Humanyze anonimiza los datos de los empleados, que sólo les da insignias a aquellos que dan su consentimiento y que sólo busca que la gente sea productiva, no que se sienta indignada. Claramente, le gusta analizar las cosas que detestamos de la vida de oficina: las interminables horas en reuniones; quién habla por encima de los otros; y cuáles jefes no les hacen caso a sus subalternos.

Pero Humanyze es sólo una de las muchas empresas que están entrando a este campo.

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