Financial Times

El invierno se acerca... al Washington de Trump

La implosión de la administración del presidente de Estados Unidos se puede acelerar conforme aumentan las fallas y las sospechas entre sus miembros.

A veces es tentador pensar que Donald Trump no puede causar más daño. Sin embargo sigue alcanzando niveles nuevos. El presidente estadounidense comenzó la temporada de vacaciones amenazando a Corea del Norte con un ataque nuclear. Esta semana Pyongyang lanzó su más peligrosa prueba nuclear en muchos años. Mientras tanto Trump le dio un gran impulso al Ku Klux Klan y además perdonó al sheriff más racista en la historia de EU.

Menos mal que el mes de agosto está llegando a su fin. Lástima que parece que septiembre va a ser peor. Y ¿qué nos traerá el mes de octubre? Nadie — especialmente Trump — puede detener la desintegración de lo que cordialmente llamamos su administración. Creer que Trump va a cambiar es ignorar todo lo que sabemos acerca de él. La rapidez con la que se acerque la implosión de su administración dependerá de la emisión de citaciones para compeler el testimonio de sus familiares y colegas. Conforme más lejos llegue la investigación sobre las relaciones con Rusia, encabezada por el fiscal especial Robert Mueller, más tentado se sentirá Trump de convertir a miembros de su personal en chivos expiatorios y de crear distracciones escandalosas.

Es imposible tener una administración estable en medio de sospechas mutuas y crecientes facturas legales. Los funcionarios públicos, como el jefe de gabinete John Kelly, harán todo lo que puedan para imponer el orden en la Casa Blanca. Pero al igual que Sísifo, sus esfuerzos serán inútiles. Otros como Rex Tillerson, el secretario de Estado de Trump, tal vez concluyan que ya no vale la pena la humillación. Por su parte, Trump podría llegar a la misma conclusión por ellos. Ningún funcionario puede sobrevivir la proximidad con este presidente.

La decisión de Trump de perdonar a Joe Arpaio, el exsheriff de Arizona, quien fue condenado por desafiar una orden judicial con respecto a discriminación por perfil racial, da un anticipo desagradable de lo que el presidente es capaz de hacer cuando está acorralado. Ofrece dos perspectivas importantes.

La primera es que Trump ha echado su suerte con los nacionalistas blancos. La mayoría de las personas ya lo habían comprendido. Pero el acercamiento de Trump al nativismo se vuelve más íntimo a medida que pasa el tiempo. Entre más se enfrente a la desaprobación pública, más atención les dará a los fieles de la derecha.

Es posible que los apologistas pudieran interpretar los comentarios de Trump sobre Charlottesville como una desviación precipitada, pero momentánea, de un guión menos incendiario. Pero no hay manera de excusar su glorificación de Arpaio, quien encabezó un estado policial con campos de internamiento para latinos. Arpaio ignoró las leyes federales, la constitución estadounidense y la decencia humana. Sin embargo, Trump cree que es un "gran patriota estadounidense". El indulto del sheriff es una señal de lo que nos espera.

En los próximos días, Trump probablemente revertirá la orden del expresidente Barack Obama de detener la deportación de los "Dreamers", hijos de inmigrantes ilegales, cuyo número alcanza 800,000. Al cancelar la acción de Obama, Trump no sólo estará rompiendo una promesa. Muchos Dreamers se animaron a registrarse con las autoridades después de que se les ofreció el aplazamiento. Los agentes de la ley ahora saben dónde pueden encontrarlos.

Trump también estaría ignorando la abrumadora mayoría de la opinión pública. Pero ha renovado su compromiso con la agenda de EU Primero. También ha amenazado con cerrar el gobierno si el Congreso no incluye financiamiento para el muro fronterizo mexicano en su presupuesto. El plazo para aprobar el proyecto de ley para la financiación es a finales de septiembre. No hay manera de saber si Trump está faroleando. Lo más probable es que esté hablando en serio.

La segunda perspectiva preocupante es que Trump encuentra que cada vez es más fácil romper el espíritu de la ley. Habiendo ya emitido un perdón imperdonable, será más fácil hacerlo de nuevo. Los abogados constitucionales dicen que los presidentes no pueden perdonarse a sí mismos. Pero ningún tribunal puede impedir que Trump perdone a sus hijos, a sus asociados y, en última instancia, a sí mismo. Sólo el Congreso puede responsabilizar a un presidente. Esto significa que los republicanos tendrían que destituir a Trump para deshacer su auto-perdón, lo cual sería una tarea difícil. Cualquier persona que piense que Trump es incapaz de exonerarse a sí mismo no ha estado prestando atención. Es la historia de su vida. Trump crea su propia realidad.

Por el momento, también se trata de la historia de la república estadounidense. En algún momento, la biografía de Trump y Washington ya no estarán vinculadas. Pero hasta ese momento, Trump se asemeja a un animal enjaulado. En un buen día, seguirá los consejos de los profesionales. El último ejemplo de esto fue su decisión de aumentar las tropas estadounidenses en Afganistán. Hasta el momento se ha controlado y no ha iniciado una guerra comercial.

Durante sus días malos, él hará todo lo que pueda para cambiar el ciclo de las noticias. Si eso significa iniciar un conflicto en el noroeste de Asia, despedir a un fiscal especial o cerrar el gobierno federal, no le importará. Trump a menudo hace lo que dice que va a hacer. No podemos pretender que no recibimos una advertencia al respecto.

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