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FINANCIAL TIMES: ¿El fin de la guerra contra las drogas?



 
 
Por John Paul Rathbone
 

El Congreso de Uruguay tomó un paso importante al convertirse en el primer país en el mundo en legalizar el cultivo, venta y posesión de cannabis. En noviembre del año pasado, dos estados de los EU, Washington y Colorado, aprobaron leyes similares. Estas medidas son una señal de cómo el monolito de la política de drogas, el cual está basado en la prohibición, se está reexaminando, y cambiando. Son los indicadores de un mundo nuevo. Dada la manera en que las drogas afectan la vida de tantas personas, tal vez sea un mundo tenebroso para muchos.
 
 
Sin embargo, desde hace algunos años se ha visto que las drogas están ganando la 'Guerra Contra las Drogas'. En los países de mayor consumo, como los Estados Unidos, la prohibición ha tenido un poco de éxito. Pero el costo ha sido enorme.
 
 
La Unión Americana gasta 50,000 millones de dólares al año en sus esfuerzos anti-droga. El consumo de la cocaína ha caído en 40% desde el 2006. Pero esta sustancia ha sido reemplazada por el creciente abuso de las drogas sintéticas y medicamentos con receta médica. En los EU se arrestan y se encarcelan más personas, per cápita, que en cualquier otro país del mundo, cinco veces más que en el Reino Unido o China.
 
 
Increíblemente, en el 2009 la mitad de todos los prisioneros federales en los Estados Unidos y una quinta parte de todos los prisioneros estatales estaban encarcelados debido a cargos relacionados con drogas.
 
 

De hecho, ésta es una de las razones por la que se ha visto una mayor tolerancia hacia la legalización del cannabis en esta nación. Ya que ha dejado de ser visto como una 'puerta de entrada' a adicciones más graves, mucho padres ahora están más preocupados por el hecho de que sus hijos tengan antecedentes penales que de que fumen mariguana.
 
 
Los países suministradores tienen otros problemas. En Latinoamérica, el más grande es la violencia rampante. Cerca de 70,000 personas han muerto desde que México lanzó su ataque contra los narcotraficantes internacionales hace 7 años. Honduras ahora tiene un índice de homicidios normalmente vistos en zonas de guerra. Y aun en los países donde se han domado los carteles de drogas, como en Colombia, esto ha hecho muy poco para reducir la exportación de sustancias ilícitas. Las rutas simplemente se han trasladado a otro sitio.
 
 
A pesar de este récord mixto, el cuestionamiento de las políticas de prohibición de drogas seguía siendo un tema tabú. Pero esta actitud está cambiando rápidamente. En abril, Juan Manuel Santos, el presidente de Colombia y un aliado de los Estados Unidos, comisionó a la Organización de los Estados Americanos (OEA) a reexaminar la política de drogas en un hemisferio responsable de casi la mitad del consumo global de cocaína y heroína, y un cuarto del uso de cannabis.
 
 
El resultado fue que este año la OEA se convirtió en la primera organización multilateral a endosar la investigación de nuevas estrategias –incluso la legalización del cannabis. Y en el 2016, la ONU tendrá una asamblea general especial sobre el tema. Los opositores más grandes a la reforma no serán los Estados Unidos o Europa, los cuales han dejado atrás la retórica de la 'Guerra Contra las Drogas', sino economías emergentes como China y Rusia. Promete ser una reunión interesante.
 
 
Mientras tanto, se deben explorar diferentes maneras de abordar un problema tan grande, el cual también es un gran negocio: la ONU estima que el valor global de las drogas ilegales es cerca de 330,000 millones de dólares al año, y el cannabis es responsable por la mitad de ese ingreso. Es por esto que los experimentos de Uruguay, Colorado y Washington tienen tanto mérito. No están buscando promover el consumo de drogas sino regularlo.
 
 
Es importante no sobrestimar los beneficios potenciales. Por ejemplo, legalizar el cannabis reducirá los ingresos criminales. Pero no los eliminará. Los carteles de drogas en México, por ejemplo, sólo obtienen una tercera parte de sus ingresos del cannabis. El resto proviene de otras drogas ilegales, extorsión y secuestros.
 
 

La legalización por sí sola, tampoco mejorará la seguridad en Latinoamérica –¿cómo puede hacerlo, cuando la policía es tan débil, las cortes son tan corruptas y los niveles de impunidad son tan altos? Tampoco vaciará las cárceles en la Unión Americana. Ni siquiera es seguro que la legalización reúna ingresos tributarios que puedan ser canalizados al tratamiento de la adicción. Esto se debe a que para competir con los mercados ilegales, las drogas reguladas tienen que ofrecer buena calidad a precios competitivos. Esto se vería socavado por el establecimiento de un impuesto alto sobre las ventas.
 
 
En resumidas cuentas, la legalización no es una panacea. Sólo forma una parte de cualquier estrategia nueva. Sin embargo, el hecho de que se esté considerando una política de drogas y, que como resultado, ésta se vuelva más racional, es un gran avance. Todas las políticas públicas deberían ser verificadas cuidadosamente. Especialmente cuando están basadas en la noción de que pueden controlar un producto lucrativo y erradicar un comportamiento básico. Por alguna razón, a todos los seres humanos les gusta marearse.
 
 
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