Financial Times

'Demasiado grandes para quebrar’ siguen presentes

El FMI señala que hay formas diferentes de calcular las subvenciones, como la diferencia entre las tasas de interés de los bonos emitidos por los SIB y los no SIB y un “análisis de demandas contingentes”.

Ningún gobierno solvente permitirá que la totalidad de su sector bancario colapse. Las instituciones apalancadas cuyos pasivos son más líquidos que sus activos son inevitablemente vulnerables al pánico. En una situación de pánico, será difícil distinguir la falta de liquidez de la insolvencia. Estos tres puntos dan forma a mis puntos de vista: el Estado apoya la banca a pesar de que podría no apoyar cada institución individualmente.

Uno de los obstáculos para darle credibilidad al porte de las pérdidas de los acreedores es el concepto de "demasiado grande para quebrar", el reto planteado por los bancos que son individualmente sistémicos. Una duda con respecto a la regulación posterior a la crisis es si este riesgo ha desaparecido. La respuesta es "no". Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra y presidente del Consejo de Estabilidad Financiera, concuerda que "las empresas y los mercados están comenzando a adaptarse a la determinación de las autoridades por acabar con los bancos demasiado grandes para quebrar. Sin embargo, el problema aún no se ha resuelto".

De hecho, no lo está, como lo señala un capítulo sobre los bancos en el último Informe de Estabilidad Financiera Global del Fondo Monetario Internacional. "Los subsidios subieron en forma generalizada durante la crisis, pero desde entonces han disminuido en la mayoría de los países", concluye. "Los subsidios estimados siguen siendo más elevados en la eurozona que en EU... En general, sin embargo, la probabilidad esperada de que los bancos de importancia sistémica (SIB) sean rescatados continúa siendo alta en todas las regiones". Por otra parte, en caso de otra crisis, los subsidios necesarios podrían saltar una vez más.

Una de las razones por las cuales es poco probable que el problema haya disminuido es que el sector bancario ha tendido a ser aún más concentrado. Además, los activos totales de varios grandes bancos han seguido aumentando: es común ver instituciones con activos de 2 billones de dólares. Semejantes bancos siguen estando altamente interconectados, aunque la magnitud de este fenómeno podría haber disminuido recientemente.

Otra razón es que los subsidios siguen siendo grandes. El FMI señala que hay tres formas diferentes de calcular las subvenciones. La primera está basada en la diferencia entre las tasas de interés de los bonos emitidos por los SIB y los no SIB. La segunda es un "análisis de demandas contingentes". La tercera proviene del análisis realizado por las agencias de calificación de la brecha entre la calificación independiente y una que incluye el apoyo del Estado.

Las comparaciones entre las tasas de interés de los bonos pagados por los SIB y los no SIB son bastante complicadas. Sin embargo, el contraste entre las instituciones de EU con los coeficientes de apalancamiento comparables (proporciones de los activos totales con respecto al patrimonio neto) revela que los SIB tienen una ventaja en materia de financiamiento. Esto confirma que los subsidios todavía perduran.

El segundo enfoque se basa en la comparación de los diferenciales observados en los "credit default swaps/CDS" (intercambios de incumplimiento crediticio) –una forma de seguro para los bonos– con diferenciales de valor razonable derivados de los precios de la renta variable. Los diferenciales de los CDS –a diferencia de los datos de la renta variable, cuyos propietarios tienen pocas probabilidades de verse protegidos– tienen en cuenta la probabilidad de peligro y la probabilidad y el tamaño del apoyo gubernamental. Este método muestra un gran apoyo durante la crisis, que luego disminuye en EU y se eleva en el Reino Unido y la eurozona.

El tercer enfoque se basa directamente en las estimaciones de las agencias de calificación. Esto también muestra que los subsidios son grandes, aunque de nuevo ligeramente en declive después de la crisis.

Las reformas introducidas tras la crisis con el propósito de reducir la probabilidad de apoyo estatal parecen haber incrementado el riesgo percibido de los SIB, así como pareció disminuirlo la imposición de ratios de apalancamiento más bajos. Ambos resultados eran deseables. Sin embargo, los subsidios implícitos siguen siendo grandes: hasta 312 mil millones de dólares en la eurozona. En cuanto a la ventaja del costo de financiamiento de los SIB, los subsidios tienen un mínimo de 15 puntos básicos en EU; 25-60 puntos básicos en Japón; 20-60 puntos básicos en el Reino Unido; y 60-90 puntos básicos en la eurozona.

Es difícil concebir un buen argumento para la subvención de estos bancos frente a los competidores más pequeños. El único argumento plausible es que los sistemas bancarios dominados por unas pocas instituciones grandes pueden ser más estables que los de la competencia. Esto no es ridículo: un cartel bien organizado podría ser más estable que un gran número de pequeños bancos de la competencia. Sin embargo, lo que está claro es que vendría a expensas de los clientes y de la economía. Sería mucho mejor –y factible– tomar otra ruta.

Entonces, ¿qué hay que hacer? El FMI tiene opciones: restringir el tamaño y las actividades de los bancos; reducir la probabilidad de situaciones de peligro; y disminuir la probabilidad y la magnitud de cualquier plan de rescate si un banco cae en una situación de crisis.

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