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Taxistas descontentos de China frenan la expansión de Uber

Siguiendo el patrón que ha vivido en otros lugares, Uber halló oposición en China, donde la policía allanó las oficinas locales de la compañía.

Uber se ha topado con una buena cantidad de restricciones normativas durante su expansión internacional: las autoridades surcoreanas declararon su intención de detener al máximo responsable ejecutivo de la compañía y los funcionarios municipales de Nueva Delhi le pidieron al gobierno indio que prohibiera la aplicación.

Pero, cuando la policía de la ciudad china de Guangzhou allanó las oficinas locales de la compañía el jueves pasado, agregó una nueva marca a un patrón conocido.

China, al igual que otros países, tiene una ley relativamente nueva que prohíbe que los autos privados ofrezcan viajes por medio de aplicaciones. Pero tiene además otra cosa: miles de taxistas de todo el país que, en los últimos meses, han salido a protestar por sus condiciones de trabajo, a veces de manera violenta.


Las enérgicas medidas de China contra Uber, en otras palabras, podrían tener menos que ver con proteger a los dueños de servicios de taxis políticamente poderosos que con aplacar al personal cada vez más volátil de la industria de los taxis.

Los conductores de taxis registrados de China rara vez tuvieron otra opción que ganarse a gatas la vida en circunstancias difíciles. La mayoría de los taxistas deben trabajar durante largos turnos que pueden superar las 12 horas y suelen tener que pagar más de la mitad de sus (a menudo magros) ingresos a las compañías de taxis estatales o autorizadas por el Estado a través de comisiones obligatorias.

La competencia de las aplicaciones para llamar taxis y el desvío de las tarifas a manos de conductores privados ha hecho que su dura situación sea aún más complicada. Este año, los taxistas de todo el país comenzaron a expresar su descontento en una serie de furiosas huelgas.

VISIBILIDAD

Lo que a las huelgas de taxis les faltó en número, lo compensaron con visibilidad. Los conductores no titubearon en alterar la vida diaria de la población. En enero, cuando los conductores de por lo menos seis grandes ciudades decidieron ir a la huelga, no sólo dejaron de trabajar, también bloquearon el tránsito e incluso rodearon a los autos privados asociados a aplicaciones de pedido de taxis.

El gobierno central tomó nota. Según The Wall Street Journal, el gobierno central hace poco emitió un documento de política que exhorta a los funcionarios a "hacer del establecimiento de relaciones laborales armoniosas una tarea urgente".

Una de las formas en que los funcionarios pueden demostrar esa urgencia, en lo que hace a la industria de los taxis, es tomar medidas resonantes contra el tipo de competidores de que se quejan los taxistas descontentos. Y Uber, por ser la única compañía extranjera con una aplicación para compartir viajes, es un blanco especialmente fácil. La ofensiva no se limitó a Guangzhou: esta semana la policía de la ciudad de Chengdu visitó las oficinas de Uber como parte de una "investigación" sobre las actividades de la compañía.

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