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Nuevas normas amenazan a la marca más antigua del mundo

La británica Golden Syrup, señalada como la marca más antigua del mundo por Guinness, se encuentra en apuros ante los cambios en las normas de la Unión Europea sobre la la cantidad de azúcar que pueden vender los productores locales.

En la cocina del subsuelo del Churchill War Rooms, Maree Harrison y sus chefs cocinan centenares de galletas de avena por mes para eventos organizados utilizando jarabe Golden Syrup. Es posible que pronto tengan que cambiar la receta.

La refinería al costado del Támesis que Tate Lyle Sugars ha manejado durante 135 años y que contribuye a producir el Golden Syrup, calificado como la marca más antigua por el Libro de los Récords Guinness, tal vez se vea obligada a cerrar debido a cambios en las normas de la Unión Europea.

En 2017, la UE pondrá fin a los topes fijados para la cantidad de azúcar que pueden vender los productores locales. Esto impulsará la competencia por el edulcorante que produce Tate Lyle con importaciones de azúcar sin refinar, que continúan siendo limitadas por la Unión Europea.

"Nuestros competidores estarán completamente liberados y nosotros en cambio seguimos limitados con respecto al acceso a la materia prima", dijo Gerald Mason, vicepresidente de asuntos corporativos de Tate Lyle, en una entrevista en la refinería el 3 de febrero. "Nos veremos lanzados a una gran pelea con las dos manos atadas a la espalda".

Si bien la Unión Europea, el principal productor mundial de azúcar de remolacha, fabrica edulcorante suficiente para sus necesidades, un sistema de cuotas hace que un 20 por ciento del consumo del bloque sea cubierto con importaciones.

Tate Lyle, propiedad de American Sugar Refining Inc., compra azúcar de caña a países que tienen acuerdos libres de aranceles con la Unión Europea para refinar y la revende en el bloque. Las importaciones de estos países no alcanzan a cubrir la demanda, razón por la cual su fábrica del Támesis está funcionando cinco días a la semana en vez de siete.

La Unión Europea aceptó poner fin a las cuotas relativas al azúcar en 2017, permitiendo a los productores locales tanto de azúcar como de isoglucosa -un edulcorante a base de almidón hecho con cereales y similar al almíbar de maíz rico en fructosa- vender volúmenes ilimitados en la región. Los refinadores, por otra parte, seguirán estando constreñidos a comprar caña de azúcar a países con acuerdos preferenciales.

Las importaciones de la mayoría de las otras regiones son pasibles de un gravamen de por lo menos 466 dólares por tonelada métrica, más de la mitad del precio actual del azúcar en la UE.

"En Europa se refina caña desde hace más de 400 años", dijo Marina Yannakoudakis, una conservadora que pertenece al Parlamento Europeo y ejerce presión a favor de los refinadores. "Pero con el fin de las cuotas para la remolacha, la actividad enfrenta un problema considerable. El sector refinador de caña emplea 5 mil personas en toda Europa, con 800 empleados en Londres, la ciudad que yo represento".

Tale Lyle ya redujo 27 puestos y están en riesgo otros 550 empleos directos y 300 contratistas, dijo Tony Bennett, el gerente de asuntos públicos y estrategia, en una entrevista en su fábrica de Newham. El año pasado, Newham alcanzó la segunda tasa de desocupación más alta de todas las circunscripciones de Londres, según Trust for London, una organización de beneficencia. Los salarios también se han visto afectados por la suspensión del trabajo los fines de semana, cuando la remuneración normalmente es más alta, dijo Bennett.

"A pesar de todos los esfuerzos que hacen, Europa legislará dejándolos potencialmente sin trabajo en 2017", dijo Mason refiriéndose a sus compañeros empleados. "Existe el riesgo de que la empresa no pueda competir".

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