Empresas

EL IMCP COMUNICA: Importancia de la prevención del fraude corporativo


 
 
Armando Nuricumbo*
 
 
Algunos estudios sugieren que las empresas pierden el equivalente de hasta 5% de sus ventas cada año en fraudes cometidos por sus directivos y empleados.

Si extrapolamos dicha estadística al tamaño de la economía del mundo, estaríamos hablando de pérdidas anuales de 3,500 millones de millones de dólares. En el caso de nuestro país, las pérdidas estarían en el rango de los 50,000 millones de dólares. Estas pérdidas tienen un efecto muy negativo para la economía de un país, pues eventualmente resultan en quiebras empresariales, pérdida de puestos de trabajo, menor inversión privada y mayores precios.

Se estima que el fraude empresarial promedio alcanza los 140,000 dólares, pero también que más de una quinta parte de los fraudes causan pérdidas de, por lo menos, un millón de dólares. Con respecto al periodo de tiempo necesario para su detección, se estima que, en promedio, un fraude ocurre durante 18 meses dentro de una empresa antes de que pueda ser detectado.

Definimos al fraude que ocurre dentro de las empresas como “fraude ocupacional”, ya que es cometido por alguien que utiliza su ocupación o posición dentro de la empresa para utilizar o desviar recursos en beneficio propio. Un empleado puede utilizar su posición dentro de la empresa para iniciar, autorizar o encubrir transacciones fraudulentas o ilegales, ya sea de forma individual o en contubernio con otros empleados o directivos.
 
Algunas de las señales típicas de un fraude incluyen personas que jamás toman vacaciones por temor de que el fraude se descubra durante su ausencia; personas con un nivel de vida económica exageradamente mayor al nivel oficial de sus ingresos; en un ambiente donde las transacciones son revisadas, aprobadas y contabilizadas por la misma persona, o bien, en ambientes donde hay poca supervisión por parte de los niveles directivos altos.

El método más común para detectar fraudes dentro de la organización es por medio de denuncias de los propios empleados. Por lo tanto, es muy importante realizar campañas de sensibilización sobre la amenaza de fraude y la importancia de mantener controles internos robustos dentro de la organización.
 
También es muy recomendable implementar sistemas de comunicación que sean eficientes y confidenciales, llamados hot lines, en inglés, mediante los cuales los empleados puedan denunciar, de forma anónima, la posible presencia de un fraude.

Asimismo, hay que tener en mente que las principales víctimas de los fraudes ocupacionales son las pequeñas empresas, debido a que sus sistemas de control interno no suelen ser tan robustos como los de sus contrapartes más grandes, lo cual incrementa su vulnerabilidad. La implementación de controles anti-fraude tiene un impacto muy positivo en lo que se refiere a reducir tanto la duración como el tamaño de las pérdidas por fraude.

Por lo común, las mayores pérdidas por fraude se registran cuando ejecutivos con altos niveles de autoridad están involucrados. Esto se debe a que, muchas veces, esos ejecutivos tienen mayores niveles de aprobación y la posibilidad de influenciar o modificar controles internos diseñados para detectar irregularidades. Este tipo de ejecutivos tiene también mayor visibilidad sobre la estructura financiera y legal de la empresa, lo que abre la posibilidad a fraudes de mayor envergadura.

En resumen, la naturaleza y amenaza de los fraudes empresariales es universal. Invitamos a las empresas a acercarse a su Contador Público Certificado para identificar las mejores formas de implementar programas de prevención.

En el Instituto Mexicano de Contadores Públicos estamos convencidos de que la mejor forma de prevenir un fraude empresarial es diseñando y operando un sistema de control interno efectivo, que sea auditado periódicamente y que cuente con la asesoría de un experto en la materia.
 
 
*Vicepresidente del Sector Empresas del Instituto Mexicano de Contadores Públicos
 

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