Las compañías de seguros se están quedando sin ideas.
Fortalecieron sus balances generales desde la crisis financiera, pero tienen pocas perspectivas arriesgadas de crecimiento en un mundo de tasas de interés bajas, presión sobre los precios y dificultades regulatorias. Las grandes fusiones fueron, probablemente, la ruta más tentadora hacia oportunidades de adquirir escala y reducir costos. Tampoco responden a las amenazas fundamentales al modelo de negocios, lo cual incluye el arribo de competidores nuevos que dominan la tecnología.
Para los que mandan en los seguros, es la tecnología la que generará la verdadera ventaja a largo plazo. En ocasiones, valdrá la pena dar dinero a un sofisticado experto en tecnología de finanzas antes que a un banquero ávido de acuerdos de compraventa.
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