Economía

Pero levantan barda de más de 2 mil 500 mdp

En el predio donde debería estar la "nueva" refinería, anunciada en el sexenio de Felipe Calderón, sólo hay un terreno baldío rodeado de una barda en la que han sido invertidos 2 mil 500 millones de pesos.

En el terreno de cerca de 700 hectáreas de la nueva refinería sólo existe una barda de ladrillo gris con púas por encima que protege… un terreno baldío.

De poco sirve la muralla, a la que en papel se le han destinado 2 mil 564 millones de pesos, pues en realidad delimita pastizales que son iguales dentro y fuera de la misma.

Así, árboles sin hojas, arbustos sin cortar, llanuras disparejas y ni una sola máquina de construcción llenan un terreno kilométrico al que además se puede entrar sin problema alguno porque los ladrillos no cercan todo el perímetro.


La caseta de seguridad (tablas de madera con trapos y sudaderas), mas que un punto de control propio de una empresa productiva del Estado, es un obstáculo para el tránsito de las dos camionetas pick-up que se encontraban en el área al momento de la visita de EL FINANCIERO.

Los trabajadores de la compañía contratista que se acostaban bajo la sombra de algunos árboles tomaron un "descanso de su descanso" para jugar futbol.

No importa que lleven uniforme naranja, ni que las máquinas demoledoras estén a un lado, es más, sirvieron de portería.
Al que jugó como portero, que no quiso dar su nombre, se le cuestionó sobre el estado de la construcción a la que los mexicanos le han dedicado un monto importante de sus ingresos.

"Ahorita en realidad no han hecho nada, están en la parte de desviación de ductos (de aguas negras). Pero en realidad en el terreno no hay nada, ni se ha preparado nada", dijo.

Para llegar al lugar de la construcción anunciado con "bombo y platillo" en el sexenio de Felipe Calderón y esperanza de un Sistema Nacional de Refinación que sólo utiliza 69.9 por ciento de su capacidad, la mejor referencia fue la de dar vuelta a la derecha luego de pasar "los pollos", una rosticería cuyas mesas eran troncos en medio del polvo.

Si bien en la refinería Miguel Hidalgo, de la que proceden buena parte de las gasolinas que se consumen en la ciudad de México, la seguridad es estricta y se impidió el paso a los reporteros de este diario por no contar con autorización, en la "nueva" refinería un par de miradas extrañas fueron el mayor impedimento para entrar al terreno.

Para los empleados de la "vieja" refinería que todos los días a su entrada ven la imagen del General Lázaro Cárdenas, junto con el ideal de un día bien trabajado, la frase socrática: "Yo solo sé que no se nada" es el denominador común cuando se les pregunta por noticias de la "nueva" refinería.

Es el caso de Ignacio, quien se dedica a dar mantenimiento al catalizador, y que luego de dar indicaciones de cuál era la mejor forma para llegar (una serie de atajos entre pastizales y bardas del complejo Miguel Hidalgo) aseguró que sabe lo mismo que todos: nada.
"Ya que pasa todo eso, si usted se sube ahí a la carretera (Arco Norte) se ve todito el terreno, se ven hasta las máquinas abandonadas.

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