Economía

México busca con reforma energética impulsar crecimiento



Reuters
 
Los planes del Gobierno mexicano para romper el monopolio estatal de la energía podrían empujar el flojo crecimiento y lograr que se duplique la inversión foránea hacia el país, dándole a la economía el mayor impulso desde que se firmó el Tratado de Libre Comercio para América del Norte hace 20 años.
 
El Gobierno ultima propuestas para atraer a inversores privados a las industrias del petróleo, gas y electricidad para aumentar la producción y bajar los costos de la energía para las empresas manufactureras, que duplican las que pagan sus pares en Estados Unidos.
 
Se espera que la iniciativa, que será presentada al Congreso en los próximos días, incluya cambios a artículos de la Constitución que prohíben la propiedad privada del petróleo mexicano.
 
El nivel del acceso que se dé a firmas privadas, incluidas grandes petroleras como BP y Exxon Mobil, será crucial para el éxito de las reformas.
 
De no lograrse la reforma, naufragarán las elevadas expectativas de que el presidente Enrique Peña Nieto logre aplicar terapia de choque a una rezagada industria energética y a otros debilitados sectores de la economía.
 
Según economistas, un escenario optimista podría sumar entre 1 y 2 puntos porcentuales al crecimiento potencial, un impulso vital para una economía que se espera crecerá sólo entre un 2 y un 3 por ciento este año mientras la demanda global por las exportaciones mexicanas se mantiene débil.
 
En la década posterior a la entrada de México al Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) en 1994, las exportaciones a Estados Unidos y Canadá se triplicaron y la inversión extranjera se cuadruplicó.
 
Las tasas de crecimiento subieron al 4.8 por ciento o más en cuatro de los primeros cincos años del tratado, aunque después el impulso se apagó.
 
La reforma energética es la piedra angular de un paquete de reformas de gran alcance que Peña Nieto espera revitalice el crecimiento, aumente el crédito y la creación de empleos formales y modernice las industrias mexicanas.
 
El secretario de Hacienda de México, Luis Videgaray, quien encabeza el diseño del proyecto, ha dicho que la reforma energética es una gran oportunidad para mejorar la economía, crear empleos y generar competitividad para la industria.
 
En la reforma existen tres opciones principales: permitir a empresas privadas explorar y extraer crudo libremente con "concesiones"; otra sería concederles una parte del petróleo producido -una modalidad conocida como producción compartida; o permitir a las firmas compartir las ganancias de la venta del crudo -conocida como contratos de riesgo compartido.
 
"No la llamarán privatización, pero el sector se abrirá. Lo mínimo es eliminar la prohibición de los contratos de riesgo compartido en (el monopolio petrolero estatal) Pemex y lo mismo en la Comisión Federal de Electricidad", dijo el estratega de CIBC John Welch.
 
México expulsó a las empresas extranjeras de su industria petrolera en 1938; y permitirles su regreso es un tema sensible para muchos mexicanos, incluidos miembros del partido del propio Peña Nieto.
 
Una propuesta demasiado radical podría no ser aprobada en el Congreso, aunque el Gobierno ha dicho que se requieren acciones audaces para salvar a la industria petrolera.
 
México es uno de los mayores exportares de crudo a Estados Unidos, pero su producción ha caído en un 25 por ciento desde su pico de 3.4 millones de barriles por día registrado en el 2004.
 
La participación privada daría al sector una muy necesaria inyección de experiencia y tecnología para complicados proyectos en las aguas profundas.
 
Datos sobre reforma energética en México
 
Legisladores dicen que la propuesta del Gobierno probablemente incluirá también cambios constitucionales para permitir mayor inversión privada en la generación de electricidad.
 
Analistas opinan que si el actual monopolio estatal de la electricidad se desmantela y las fuerzas del mercado detonan mayor competencia y abasto, los costos de la energía eléctrica podrían reducirse en un 50 por ciento.
 
Mientras que los hogares tienen tarifas eléctricas subsidiadas, los costos para las grandes firmas se han duplicado con creces en los últimos 10 años. Grandes empresas pagan el equivalente a 0.13 dólares estadounidenses por kilovatio hora frente a 0.06 dólares en el 2003. La industria en Estados Unidos paga menos de 0.07 dólares.
 
"Con la reforma energética se debe esperar más disponibilidad de gas natural y electricidad baratos", dijo Welch.
 
Estimular la inversión
 
Sin embargo, la mayor ganancia potencial estaría en la Inversión Extranjera Directa (IED). Los flujos netos anuales han promediado 20,000 millones de dólares en los últimos cinco años, aunque el petróleo, el gas y la electricidad han recibido sólo 360 millones de dólares desde el 2008.
 
Como parte del Producto Interno Bruto (PIB), los flujos a México son cerca de una tercera parte de los de Brasil y una cuarta parte de los de Colombia. Ambas naciones sudamericanas han privatizado parcialmente sus sectores energéticos.
 
El economista de BNP Nader Nazmi calcula que la combinación de una mayor inversión pública y privada a partir de la reforma al sector energético y al sistema tributario de México podría aumentar la proporción de inversión frente al PIB en dos puntos porcentuales.
 
Un mejor suministro de energía eléctrica también alentaría la inversión en fábricas y analistas como Welch de CIBC estiman que la IED podría alcanzar los 50,000 millones de dólares anuales en 10 años.
 
"Incluso si sólo nos enfocamos en la parte de la inversión, es enorme", dijo el economista Benito Berber de Nomura sobre el panorama de la reforma.
 
Si México no logra mantener el impulso de la reforma a lo largo de la gestión de Peña Nieto, podría caer en la misma situación de Brasil, donde grandes reformas impulsaron la economía durante varios años pero después vino un estancamiento ante la ausencia de más avances.
 
"Podría ser un impulso inicial mientras se remueven ineficiencias del sistema. Pero después de eso se pierden los beneficios y se tiene que pensar en algo más", dijo Alberto Ramos, economista de Goldman Sachs.
 
En medio de un auge global del petróleo, la reforma podría necesitar ofrecer condiciones similares a las de concesiones para atraer grandes inversiones de grandes firmas petroleras.
 
Pero aún se desconoce el alcance del proyecto.
 
"Muchos de los beneficios dependen de si es una reforma completa. Medidas a medias no lograrán resultados", dijo Frances Hudson, estratega de Standard Life Investments.
 
México necesitará mostrar avances sustanciales para ver una mejoría en su calificación crediticia al nivel de mercados emergentes más desarrollados, como Chile o Polonia.
 
Las agencias Moody's y Fitch tienen una calificación para México ligeramente debajo del codiciado grado A, mientras que Standard & Poor's (S&P) asignó una nota de un escalón más abajo, de BBB.
 
S&P ha dicho que no considerará un aumento en la calificación soberana de México hasta ver aprobada la reforma energética, entre otros factores.
 
"Necesitamos ver la aprobación, no sólo una propuesta sólida", dijo la analista de calificaciones crediticias de S&P, Lisa Schineller.
 

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