Economía

Inflación, primera consecuencia de los cambios impositivos

2013 fue un año de muy bajo crecimiento económico, por lo que los cambios fiscales llegan en un momento en el que la reserva financiera de los hogares para enfrentar la situación es muy baja.

CIUDAD DE MÉXICO.- La reforma hacendaria restringe la inversión y limita el crecimiento económico, la generación de empleos y el abatimiento de la pobreza.

Estas son algunas de las afectaciones para el país en su conjunto. Pero las modificaciones fiscales alcanzan también a los precios y el poder de compra, restringiendo el ingreso disponible de las familias.

Información difundida por el INEGI indica que en el primer mes y medio de 2014, la inflación alcanzó una tasa anual de 4.21; manteniéndose fuera del objetivo del Banco de México.

Si bien las autoridades esperan que la presión disminuya conforme avance el año, no puede soslayarse que los efectos de corto plazo ya han afectado el poder adquisitivo de los mexicanos en lo más básico: la alimentación.

El alza en los precios de los alimentos, bebidas y tabaco fue 4.86 por ciento anual; arriba del índice general, afectando el bienestar de la clase media y de los segmentos de menor ingreso.

La razón es que estos grupos destinan cerca de 40 por ciento de su gasto a alimentos, bebida y tabaco. Sin lugar a dudas ello muestra un daño colateral que no se buscaba con la reforma hacendaria: una contracción en el bienestar de las personas pobres.

De igual manera, incide sobre la calidad de vida de la vapuleada clase media. Para este grupo de la población hay otro aumento en precios que incide negativamente, el de los energéticos y sus derivados.

Por varios años se ha argumentado que eliminar el subsidio a las gasolinas busca evitar que sus beneficios lleguen a quienes tienen un automóvil.

La consideración surge de pensar que ello implica dar una subvención a quien tiene un ingreso suficiente como para tener acceso a un medio de transporte propio.

El análisis no considera sin embargo que la clase media tiene esta capacidad al contraer un crédito o ahorrar durante años para adquirir un vehículo.

Por tanto, el alza en el precio de las gasolinas, combinado con el efecto del aumento en los impuestos, ha mermado la capacidad de compra de la escasa clase media de México; en particular durante el primer mes del año.

La inflación anual en energéticos fue de 9.70 por ciento a enero, pero la de gasolina de alto y bajo octanaje superó 12 por ciento. Si se considera que el precio del gas natural se elevó casi 15 por ciento y el del gas LP, 9.70 por ciento, el escenario obtenido es que las personas de ingresos medios vieron mermar su poder de compra; sobre todo quienes son asalariados y recibieron un aumento de cuando mucho 4 por ciento.

Lo anterior es una parte de la historia de la cuesta de enero en 2014.
Otro aspecto son las menores prestaciones que reciben los empleados.

La pérdida o disminución de beneficios como vales de despensa y fondos de retiro es otro tema adverso para los trabajadores vinculados a empresas que durante años otorgaron dichas prestaciones, con el fin de hacer más atractivo permanecer en el sector formal de la economía.

2013 fue un año de muy bajo crecimiento económico, por lo que los cambios fiscales llegan en un momento en el que la reserva financiera de los hogares para enfrentar la situación es muy baja.

Para los profesionistas y prestadores de servicios profesionales la situación se complica aún más, ya que la deducibilidad a la que tienen derecho es menor a la correspondiente en años previos.

Bajo dicho contexto, la responsabilidad del gobierno para realizar un gasto eficaz aumenta.

No sólo se trata de que el presupuesto se erogue en tiempo y forma, sino que dé resultados en cuanto a crecimiento, generación de empleo y seguridad, particularmente para la clase media mexicana que está fuera de los programas de apoyo social y depende de un ingreso propio para vivir con decoro.

También lee: