Economía

Cinco países, cinco gobernantes asediados

Escándalos, economías turbulentas, problemas de legado o simplemente futuros inciertos: son momentos muy difíciles para los gobernantes de algunos de los países más importantes del mundo. Aquí te contamos quiénes son y a qué se enfrentan.

Los problemas que enfrentan algunos de los mandatarios más importantes son completamente diferentes, pero todos anhelan un respiro de los votantes decepcionados y de los críticos, así como de los mercados financieros inquietos que han marcado lo que va del año.

He aquí un panorama de cómo podrían desarrollarse las cosas en los próximos meses desde Pretoria a Washington, pasando por Brasilia, Berlín y Londres:

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Jacob Zuma, presidente de Sudáfrica

Por primera vez en los nueve años que lleva al frente del partido gobernante, Zuma, que tiene 73 años, enfrenta una verdadera amenaza a su poder. Algunos experimentados funcionarios del Congreso Nacional Africano tratan de provocar su destitución debido a sus vinculaciones con una importante familia a la que se le acusa de utilizar de conflicto de intereses en sus negocios y hasta de ejercer influencia en las designaciones del gobierno.

Cuando la oposición le pidió la renuncia la semana pasada en el parlamento, Zuma se mostró más desafiante que nunca respecto de si se había ofrecido a sus amigos puestos en el gabinete. "No me pregunten a mí", dijo. "¿Qué tengo que ver con eso?" Hasta ahora Zuma se ha impuesto a todos sus oponentes y sigue teniendo un fuerte control de la mayor parte del CNA. La pregunta es si podrá seguir resistiendo.

El mejor resultado posible para él sería consolidar su control del CNA y expulsar a todos los rebeldes, lo que le permitiría decidir quién lo sucederá en 2019.

El peor resultado posible para Zuma sería que una cantidad suficiente de miembros del CNA lo abandonara y lo obligara a dejar el poder en los próximos meses. En ese caso, hay probabilidades de que regresen viejas acusaciones de corrupción.

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La presidenta brasileña Dilma Rousseff

Luego de dos años de una investigación sobre corrupción que se extendió de lavadores de dinero a empresas y luego a políticos, Dilma Rousseff, que tiene 68 años, vive meses clave en la política.

Su mentor y predecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, es acusado de lavado de dinero y se critica a la mandataria por su presunta intervención para protegerlo. En el Congreso, una comisión de juicio político (impeachment) mantiene reuniones y presentará su recomendación a los legisladores. Si Rousseff pierde, el suyo sería el segundo juicio político a un mandatario brasileño desde que el país volvió a la democracia en 1985.

El mejor resultado posible para Rousseff sería que el proceso de juicio político no se concretara y que la presidenta pudiera encontrar la forma de atravesar el caos económico de Brasil y llegar al fin de su mandato en 2018.

El peor resultado posible sería para Rousseff sería la violencia en las calles y la probabilidad de un juicio político que la obligara a renunciar en las próximas semanas.

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Angela Merkel, la canciller alemana

Merkel ha estado en el poder 10 años y ahora enfrenta la mayor amenaza a su gobierno, en momentos en que los alemanes están divididos en relación con su política de fronteras abiertas durante la mayor crisis de refugiados de Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

En el país, la opinión pública también ha experimentado la conmoción de los atentados terroristas en París y ahora en Bruselas a manos de yihadistas que crecieron en Europa. Los votantes proporcionaron al partido Alternativa para Alemania (AfD), que se opone a la inmigración, el mayor éxito de su historia en las elecciones regionales del 13 de marzo.

En el exterior, el talento para conducir a los aliados europeos durante la crisis de la deuda de Grecia parece faltarle en este momento. Por ahora, Merkel, que tiene 61 años, se mantiene firme. "Ya he resistido tormentas antes", dijo este mes en un acto de campaña de su partido.

El mejor resultado posible para Merkel es que la llegada de refugiados a territorio griego ceda a medida que avanzan las conversaciones de paz sirias. Merkel llega a las elecciones alemanas de 2017 fortalecida y obtiene un cuarto mandato.

El peor resultado posible es que fracase un acuerdo de la UE con Turquía para limitar la migración y que continúe la guerra civil en Siria. Merkel cierra las fronteras de Alemania y busca la reelección, pero ahora como sombra de su anterior identidad política.

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David Cameron, el primer ministro británico

A diferencia de los demás, los problemas de Cameron son obra suya. Ha pasado menos de un año desde que obtuvo una sorprendente victoria electoral que desconcertó a quienes lo criticaban y apabulló a la oposición, pero si pierde un referéndum del 23 de junio sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea cuesta imaginar cómo haría para mantenerse en su cargo.

Convocó a la votación para apaciguar a su Partido Conservador, pero podría haber subestimado el nivel de apoyo de activistas y legisladores a una salida de la UE. Las encuestas entre un electorado cada vez más dividido y fragmentado, sugieren que el resultado podría ser parejo.

Si los británicos optan por salir de la UE, sin duda Escocia volvería a buscar la independencia. Así, Cameron, que tiene 49 años, podría terminar por presenciar dos amargos divorcios al finalizar su mandato.

El mejor resultado posible para él es que una clara votación a favor de la permanencia del Reino Unido en la UE le permita convencer a su partido de que la opinión pública no comparte su obsesión por Europa. Deja el gobierno en manos de su ministro de Hacienda, George Osborne, a tiempo para ganar las elecciones de 2020.

El peor resultado posible es que, asustado por los atentados terroristas en el continente y un mayor flujo de migrantes hacia el oeste, el Reino Unido vote a favor de una salida de la UE. Cameron renuncia al no lograr convencer a la población de las ventajas de permanecer en la UE y lo reemplaza su viejo rival, el alcalde de Londres, Boris Johnson.

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Barack Obama, presidente de los Estados Unidos

A medida que el segundo mandato de Obama se acerca a su fin, el presidente estadounidense se ve obligado a soportar la competencia por reemplazarlo, que es una de las menos convencionales y las más cáusticas de la historia reciente y a la que aún le quedan casi ocho meses.

El desarrollador multimillonario Donald Trump ha sacudido el sistema político estadounidense y sin duda ha irritado a Obama, muchos de cuyos logros podrían revertirse si los republicanos llegan a la Casa Blanca. "Hemos escuchado una retórica vulgar y hostil contra las mujeres y las minorías", dijo Obama el 15 de marzo.

El problema es que el ascenso de Trump también refleja las falencias de la economía durante la gestión de Obama, en particular el estancamiento salarial. Los persistentes efectos de la recesión que terminó hace casi siete años sobrevuelan la campaña presidencial.

El 52 por ciento de los estadounidenses tiene una opinión desfavorable sobre la principal candidata demócrata, Hillary Clinton, según una encuesta que se dio a conocer el 8 marzo.

El mejor resultado posible para Obama sería abrazar a una Clinton victoriosa y entregarle las llaves de la Casa Blanca a una demócrata con la tranquilidad de saber que su legado político está a salvo.

El peor resultado posible es una victoria de Trump.

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