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Shaktar, a salvo de la violencia

El Shakhtar no ha padecido el cambio de localidad; en Kiev, lejos del conflicto armado en Donetsk, vive una etapa de buena salud.

La Guerra en el Este de Ucrania –conflicto entre el gobierno ucraniano que es apoyado por la Unión Europea y las fuerzas paramilitares prorrusas– forzó a que el Shakhtar abandonara Donetsk, ciudad en la que se fundó en 1936, y se reubicara desde junio de 2014 en Kiev, a 744 kilómetros al oeste. A pesar de ello, el club mantuvo su regularidad en la Champions League. En las cuatro temporadas siguientes a que estallara el conflicto, en tres disputó la fase de grupos y en dos alcanzó los octavos de final.

Los pobladores y el club –explica Eduardo Rosales, doctor en relaciones internacionales con especialidad en conflictos en Rusia y Ucrania por la FES Acatlán de la UNAM– han sido afectados históricamente por los enfrentamientos armados que azotaron a la ciudad, debido a la cercanía que tiene con Rusia (81 kilómetros).

"Donetsk es un punto estratégico para el gobierno ruso. Es la ciudad más cercana a su frontera del Sureste y una de las puertas a Occidente. Por ahí se encuentran sus gasoductos que surten al resto de Europa. El gobierno que encabeza Vladimir Putin desea mantener el control del territorio. Apoya con armamento y alimentos al grupo disidente –de origen ruso– que actualmente autogobierna la ciudad", sostiene Rosales.

El club fue fundado por orden del Consejo de Cultura y Deportes de la Unión Soviética en la primavera de 1936 con el nombre de Stakhanovets, en honor al minero de carbón Alekséi Stajánov, quien era famoso por su productividad laboral, según un artículo de la revista Time publicado en 1937. Tres años después, en 1940, la escuadra cambió su nombre a Shakhtar, que en ucraniano significa mineros.

La escuadra vivió ese mismo año uno de sus episodios más oscuros. El plantel fue reclutado por el gobierno de la Unión Soviética para que defendiera la ciudad de la invasión del ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Pocos sobrevivieron. Cuando reanudó sus actividades deportivas, en 1945, no contaba con la cantidad suficiente de jugadores para integrar un equipo, según se lee en su página oficial. Fue imposible que disputaran un partido. Tuvo que refundarse.

El Shakhtar fue incluido en la Segunda División de la Liga soviética en 1953 y a finales de esa misma década ascendió al máximo circuito. En los años 60 ganó sus primeros diplomas. Se convirtió en bicampeón de Copa al levantar el título en 1961 y 1962. El buen momento duró poco. Tardó 18 años en sumar otro campeonato. Fue hasta las temporadas de 1980 y 1983 que ganó, otra vez, el torneo de Copa.

Con la desintegración de la Unión Soviética, el equipo se unió a la Liga ucraniana en 1992. Tres años después la violencia volvió a azotar al club de futbol.

El empresario Ajat Braguin –entonces propietario del equipo– fue asesinado por la mafia ucraniana cuando se encontraba en uno de los palcos del estadio del Shakhtar. Una explosión controlada por un dispositivo por radio hizo que perdiera la vida junto a cuatro de sus guardaespaldas. La muerte de Braguin –según determinaron las investigaciones policiales– se debió a un ajuste de cuentas.

Rinat Ajmétov –amigo de la infancia de Braguin y empresario minero– heredó el club, al que mantiene hasta la fecha. Bajo su mandato la escuadra vive su momento más brillante. Suma 10 títulos de liga, 11 de Copa, 6 de Supercopa de Ucrania y uno de la Europa League, que lo colocan como el segundo equipo más laureado del país, sólo por detrás del Dinamo de Kiev.

Bajo la presidencia de Ajmétov, el club–que hoy recibe a la Roma en el partido de ida de los octavos de final de la Champions League– cuenta, desde la temporada 2000-01, con 12 apariciones en la fase de grupos del certamen, cuatro en octavos y una en cuartos de final (2010-11), en la que fueron eliminados por el Barcelona y que marcó su mejor participación en la historia del torneo.

Rosales dice que es probable que el club no vuelva a Donetsk, debido a que la Guerra del Este no se le ve un fin cercano. La región –opina– seguirá con el conflicto porque tiene más simpatizantes prorrusos, mientras que el gobierno cuenta con el apoyo de la Unión Europea y Estados Unidos. Una combinación que complica que ambas partes lleguen a un acuerdo.

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