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La Vuelta a España: libertad sobre dos ruedas

Con autorización de Grupo Planeta México publicamos un fragmento del nuevo libro de Paco Ignacio Taibo II: 'La libertad, la bicicleta'

VII

Asturias 56

Los últimos días de la Vuelta a España, Papá había estado preguntando a todos los que se lo cruzaban quién vendría a la Vuelta Ciclista a Asturias, confirmando presencias y equipos, actuando casi como anfitrión; era algo más que la curiosidad del reportero.

Sin que se acabara de enterar estaba comenzando a gustarle mucho el ciclismo.

Al final el duelo a cuatro bandas no se repetirá ante su disgusto. Estarán ausentes Poblet, Bahamontes, Botella. Llegan Jesús Loroño (que sale como favorito), Carmelo Morales, Gelabert, los Barrutia con el equipo Gamma y el Minaco-Peugeot con René Marigil y Miguel Bover como estrellas. Será una Vuelta muy dura, pensada para escaladores, con varios puertos de montaña muy fuertes. Arriban un equipo francés y otro italiano sin grandes figuras.

La Vuelta se inicia en el corazón de la cuenca minera, Mieres, el 15 de junio. Buscar información es como ir recogiendo colillas. La metáfora no era del todo irreal, durante un par de años en el final de la infancia, mi padre y sus dos hermanos, caminaban por las calles de Oviedo recogiéndolas para llevárselas al abuelo Benito, que estaba en la cárcel condenado a muerte por haber sido comisario de un batallón de milicianos socialistas y para el cual no poder fumar era una segunda muerte. O sea que lo de "recoger colillas" era una experiencia personal.

Antonio Suárez se acercó a Papá para agradecerle cómo lo había tratado en sus crónicas. Viene corriendo la Vuelta otra vez en las peores condiciones posibles. Sin equipo, en solitario, sin director técnico ni masajista.

Sorprendentemente gana la primera etapa con 10 minutos de ventaja sobre Loroño.

Al día siguiente los equipos Faema, Minaco, Gamma van por él, es la cacería de todos contra uno. El sistema contra el héroe. No quisiéramos estar en su pellejo.

Papá sin duda le tiene cariño al lobo solitario y desamparado, a la Cenicienta de la Vuelta Ciclista a Asturias, que al salir de Cangas de Onís, es entrevistado en la radio por primera vez en su vida junto a los ases.

En la segunda etapa, el 16 de junio escapa casi de inmediato Antonio Ferraz, un bilbaíno que corre con el Minaco. Será una carrera valiente. El tiempo es bueno, el sol pega alegremente sobre la carretera. Nadie da una peseta por Suárez, que sin embargo contraataca cuando Carmelo Morales se quiere ir. Se mantiene. Llevará otro día el maillot blanco de líder.

Ese mismo día, a las siete de la tarde un circuito en el Muro de Gijón, que está vallado y cuya entrada cuesta tres pesetas (yo entré gratis sobre los hombros de mi padre y amparados en su credencial de periodista), se corre en tres mangas según están en la clasificación, para evitar los excesivos desbordes que se producen en un circuito pequeño cuando los más avanzados alcanzan a los coleros. Los 23 corredores de la última serán los mejor clasificados. Antonio Suárez se escapa y mantiene la ventaja tres vueltas, Loroño va por él. Suárez se repliega entonces en el pelotón. Gana San Emeterio.

Suárez sigue de líder con un minuto y segundos sobre un tal Emilio Hernán, con piernas negras como el carbón, llamado por sus compañeros la Garrapata, que hasta entonces había pasado desapercibido.

El 18 de julio gana Miguel Bover en el puerto pesquero de Luarca, el velocista que tanta batalla había dado en la Vuelta a España (tiene madera de campeón). Los puertos de montaña produjeron reagrupamientos en la bajada y luego una escapada de 8 con segundos de ventaja para el sprint.

Mientras Antonio Suárez sigue defendiendo su puesto como un bravo. Al Jefe le gustaría la victoria del madrileño.

La Vuelta ya tiene tema. Solo ante el peligro, como en película de Gary Cooper estrenada poco antes en Gijón (que yo pude ver dos veces engañando a mi tío abuelo y a los amigos de Papá), pero no se lo acaba de creer. Tiene el maillot prendido con alfileres, flotando sobre un mar encrespado que ruge bajo sus pies.

Tiene 17 segundos de ventaja, Papá lo atribuye a que atrás hay una continua guerra de equipos. Está solo, completamente solo.

TÍTULO: La libertad, la bicicleta

AUTOR: Paco Ignacio Taibo II

SELLO: Planeta

PRECIO: 169 pesos

El 19 se corren dos medias etapas. El sueño se acaba. Antonio Suárez cayó con gloria. Los Minaco demostraron lo que es correr en equipo, poderoso, unido y con buena dirección técnica (del que forma parte Emilio Hernán). Loroño se pelea con un periodista vasco que lo ha estado impulsando toda su carrera. Él escribe y yo corro, responde airado cuando el Jefe le pregunta la razón del enfado.

Después de la media etapa se había anunciado que saldrían por tiempos de llegada de la anterior y al final ante la protesta técnica se decide iniciar en línea lo que no beneficia a Suárez, quitándole oportunidad de cazar a Hernán (un madrileño bajo y moreno injertado en un equipo de mallorquines), que ahora saldría arropado por el equipo. Hernán le ha sacado en Luarca una ventaja importante. Loroño apoya a Suárez: "Si yo fuera Antonio no saldría esta tarde". Los rumores son que Loroño, que tiene cierta independencia en su equipo, ha decidido apoyar a Suárez, ambos lo niegan. Loroño confiesa: "el único acuerdo es sentarnos hoy a comer un cocido madrileño". Suárez: "Yo solo no puedo luchar contra todos ¿Qué voy a hacer? Yo no puedo matarme en la carretera", cosa que ha estado haciendo. Papá escribe: Suárez es el verdadero héroe de la Vuelta Ciclista a Asturias, pero la época de los corredores individuales ha terminado.

Ni Coppi ganaría solo.

En la etapa de la tarde pincha Hernán, su equipo se detiene para acompañarle y Loroño y Suárez atacan durante unos kilómetros. Suárez recupera el maillot temporalmente, pero atrás los Minaco (Bover, Trobat, Gual, Company) protegen y recuperan a su líder. Barrutia gana la etapa en Avilés. Suárez se sitúa en la general en segundo a tan sólo 2 minutos y medio.

La Vuelta la ganan los líderes, pero sin equipo hay muy pocas posibilidades de lograrlo. Casi nadie escribe sobre los que llaman gregarios o domésticos, gentes como Massip, Ferraz, Chacón, San Emeterio, que hacen el trabajo duro de vigilancia, protegen y arropan a la cabeza de equipo, se detienen en la carretera cuando la bicicleta del jefe de filas sufre un pinchazo, bregan para llevarlo hasta el pelotón, vocean, dan ánimos.

Muchos de ellos tendrán sus días de gloria al ganar una etapa importante o al hacerse con una vuelta ciclista regional, serán incluso campeones de España.

El Jefe regresa a casa para escribir su reportaje, las cortas distancias en Asturias lo permiten. Viaja en la camioneta de una marca de cerveza, La Estrella de Gijón, que le ofrece reintegrarlo a la carrera a la mañana siguiente. Si de ahora en adelante bebo cerveza de otra marca no tendría perdón de Dios.

Luego Avilés-Oviedo y un circuito en Oviedo el 20 de junio. Gana el italiano Volpi, que aprovecha para retirarse del ciclismo. El pelotón dormido, sin cambios mayores. Papá entrevista a Loroño, es como la Sofía Loren de la Vuelta, habla de sus amigos, de su vida social. Al Jefe no acaba de gustarle, es demasiado cauteloso, calculador, le falta la chispa de la locura de Bahamontes.

Al día siguiente la posibilidad de una pequeña guerra, el trayecto de montaña Oviedo-Mieres. Emilio Hernán se defiende. Loroño se limita a ganar los premios del alto del Padrún y llevarse el premio de la montaña y se conforma con un séptimo lugar. La Vuelta la ha ganado Hernán, pero la revelación sigue siendo el madrileño Suárez, que queda segundo.

Papa ha cumplido 32 años en la carretera. No ha estado nada mal, pero a esa Vuelta le faltaba algo, todos los días Papá regresaba a Gijón, escribía la crónica, medio dormía en casa y temprano estaba metido en carreteras asturianas, repletas de curvas, subidas y bajadas.

Pero estaba ausente el ajetreo, el escribir en bares con su máquina portátil, el sortear las dificultades para pasar la crónica por teléfono, el permanente cambio de hoteles (que más de una vez debe haberle causado el que se perdiera); vueltas para arriba y abajo buscando chismes, ciudades por un día… Le faltaba la sensación de moverse a tanta velocidad que la vida no pudiera capturarle.

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