Deportes

'Black Power', así fue como se forjó el legendario gesto hace 50 años

Los ecos desencadenados por los atletas estadounidenses John Carlos y Tommie Smith siguen retumbando con fuerza hoy en día en el mundo del deporte mundial.

Cincuenta años después de levantar sus puños en señal de protesta en los Juegos Olímpicos México 1968, los ecos desencadenados por los atletas estadounidenses John Carlos y Tommie Smith siguen retumbando con fuerza hoy en día en el mundo del deporte mundial.

El 16 de octubre de 1968 Carlos (bronce) y Smith (oro) alcanzaron la categoría de inmortales en los 200 metros planos en el Estadio Olímpico México 68, cuando levantaron el puño izquierdo y derecho con un guante de color negro, en lo que llamaron Black Power (El poder negro), en protesta por los problemas raciales en su país.

En esos años, en Estados Unidos se desataba la lucha por los derechos civiles, y estos atletas habían arrastrado la lucha a entornos más globales. La protesta no fue sólo una de las imágenes definitorias de la historia olímpica, fue uno de los momentos más icónicos del siglo XX.

Al explicar por qué ambos atletas habían protagonizado una de las imágenes más impactantes en la historia de los Juegos Olímpicos, el ganador de la medalla de oro, Tommie Smith, dijo: "Si gano soy estadounidense, no un negro estadounidense".

Asimismo, durante el coloquio 'M68: ciudadanías en movimiento', organizado por la UNAM en la sala Carlos Chávez, John Carlos recordó que cuando tenía ocho años de edad, "Dios me dio una visión y 15 años después la realicé y levanté mi mano para que la gente me viera y el mundo me viera".

En aquel momento, dijo, escuchó aplausos, luego los estadounidenses presentes se disgustaron por lo que hicieron y de pronto convirtieron aquello en rabia. Cuando el atleta regresó a su país se encontró una tormenta, era un maldito y la gente se alejó de él.

Después, relató el exatleta olímpico, tuvo que ingresar a un programa de desempleo para trabajar de jardinero, después ya fue recomendado y de ahí cambió poco a poco mejor su vida, hasta ser reconocido por aquel hecho.

"No fuimos a México para convertirnos en leyendas", dice Carlos, pero es una verdad innegable que tal estatus es una consecuencia de lo que él y Smith hicieron en 1968, y que su legado es uno de los que pocos atletas olímpicos podrían soñar.

En realidad, los Juegos Olímpicos de México 68 dejaron experiencias tanto políticas como sociales y deportivas que dieron brillo a ese acontecimiento en momentos difíciles que vivía el mundo entero.

Con información de agencias.

También lee: