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Así era una selección que unió el país en 1968

Para Arturo Guerrero, el mítico jugador de la selección de basquetbol que participó en los Juegos Olímpicos de 1968, aunque ésta no obtuvo una presea, fue una de los consentidas de la afición mexicana.

Han pasado 50 años, 18 mil 250 días, pero en su memoria habita el recuerdo de su participación con la Selección nacional de basquetbol en los Juegos Olímpicos de México 1968 como si apenas hubiera sido ayer.

Para Arturo Guerrero, el mítico jugador conocido como Mano Santa, aquellos días significaron, quizás, el capítulo más importante de su vida deportiva. Irónicamente, pese a que la quinteta bajo el mando de Lester Lane no obtuvo una presea, fue uno de los consentidos de la afición mexicana.

¿Qué sentimiento le genera recordar los Juegos Olímpicos de 1968?

Me hace sentir muy orgulloso de haber participado con ese equipo olímpico, y más todavía porque se dieron en nuestro país. Recuerdo que todos nos sentimos muy contentos y muy orgullosos. Fuimos un equipo que levantó mucha expectativa por nuestras buenas actuaciones anteriores a los Juegos y fuimos un equipo que unió al país para apoyarnos.

Fue muy bonito todo lo que vivimos, y ahora que hemos conmemorado y nos reunimos algunos de los integrantes de ese equipo y de la delegación mexicana, fue un momento muy familiar. Nos conocíamos todos, no importaba el deporte.

Respecto al torneo de baloncesto, ¿qué partido o momento es el que mejor recuerda?

Recuerdo con mucho gusto la victoria contra España, fue por un punto. Contra España siempre eran partidos muy cerrados y acabábamos de jugar contra ellos en Madrid unas semanas antes. Nos habían ganado por un punto en un torneo que se llamaba la Copa del General. Y en México, ganarles fue muy satisfactorio.

Ese día también pasó algo muy singular, recuerdo que comí con Felipe Tibio Muñoz y ambos nos prometidos que íbamos a ganar una medalla. Yo no pude, pero afortunadamente él lo cumplió.

En sentido opuesto, ¿cuál fue el momento más triste de la competencia?

El partido contra Brasil fue una tristeza, ahí dejamos la opción de aspirar a una medalla y sólo nos quedamos con el quinto lugar. Salimos en una mala noche tanto Manuel Raga como yo; era muy raro que nos pasara eso. Regularmente si yo estaba mal, Manuel andaba bien y viceversa, pero aquella noche no nos salió nada.

¿Cuál era el sello del equipo?

Éramos un equipo muy disciplinado a la defensiva. Se habla mucho del talento ofensivo, pero también teníamos que tener mucha concentración a la hora de defender porque en promedio éramos bajos de estatura; sin embargo, era raro que nos ganaran rebotes. Usábamos mucho la apertura de la cancha para aprovechar nuestra velocidad y también nos conocíamos casi con los ojos cerrados.

¿Cómo era su relación con Manuel Raga, la otra estrella del equipo?

Tuvimos un poco de celo, lógico, debido a que ambos queríamos darle lo mejor al equipo. Teníamos mucho espíritu de superación y por eso ambos queríamos lleva la batuta ofensiva. Al paso de los años nos llevamos mucho mejor; puedo decir que en la actualidad nos reunimos y somos buenos amigos.

¿En su carrera, que significó participar en unos JO?

Fue en realidad un capítulo muy importante, que no dios madurez deportiva y que al paso de los años me hizo comprender que el deporte es un medio y no un fin. Nuestro país ganó mucho con la organización.

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