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Asedio a Persépolis

Mientras Irán saltó a la cancha con un esquema ultradefensivo, España no tiene un delantero centro que culmine con las sobre elaboradas jugadas.

COPA MUNDIAL

RUSIA 2018

El pesar español duró 54 minutos. Irán saltó a la cancha con un esquema ultradefensivo: línea final de seis y un ante muro de cuatro. Hasta el momento del gol de Costa (otra vez, Costa) el cuadro persa refutaba todas las estadísticas y confirmaba que este deporte consiste en una cosa muy sencilla: meter la pelotita. Los pases españoles cuadriplicaban al medio tiempo a los iraníes; el tiempo de posesión era incomparable: 73% contra 37%. No había más que asedio blanco contra una empedernida muralla roja. Persistía, estoico, el empate. Como inseguro boxeador entre las cuerdas, Irán intentaba llevar el debate a la decisión compartida, pero un descuido dio el golpe demoledor al insistente rival.

El cuadro de Hierro se ha encontrado con un padecimiento en este certamen. Ante Portugal llegó a ser bello, pero el marcador no siempre da razón a la estética. Y hoy ante Irán se mostró mustio. No tiene España un delantero centro que culmine con las sobre elaboradas jugadas. Iniesta comienza ya a pagar el precio de la experiencia. Ni Vázquez, ni Costa, ni Silva han logrado conectar con el ritmo del resto de cuadro. Batalla mucho España para convencerse del presente. La inercia de hace ocho años le ha permitido la fina estampa, pero el balompié a ha cambiado mucho en los últimos ocho años. Y este Mundial confirma que los menores ya no se dejan mandar con resignación y respeto.

La revisión arbitral anuló el gol del empate iraní en el minuto 62. Por entonces los ibéricos perdían la voz de mando en el terreno de juego. Silva hacía más tareas de contención que de ataque. Isaco, gentil y técnico, ponía dinamismo por derecha, pero nada era suficiente para derrumbar los ladrillos persas. No hubo duelo en Kazán. Lo que pasó fue un dominio y una renuncia. Una avalancha contra una montaña. La portería asiática se salvó de cuando menos tres oportunidades claras; algunas de ellas atropelladas. Ya con el marcador en contra, Irán mantuvo su postura recelosa. Pretendió el descuido, el error o la mala marca del oponente para sobrevivir en el campeonato. Pero, de nueva cuenta: el futbol se dirime a goles y los persas no han hecho mucho por lograrlos: un remate postrero de cabeza pudo ser empate, pero la pelota pasó por arriba del arco. Irán persistirá en la muralla ante Portugal y España, que parece una mujer que fue muy guapa, tendrá alivio ante Marruecos, ya eliminado.

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