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Andre Iguodala, el eterno escudero

El jugador de la NBA muestra su mejor desempeño en un rol secundario, como ahora en Warriors de Golden State, donde el sacrificio es una virtud.

Quería ser como Scottie Pippen.

Andre Iguodala lo admiraba en la preparatoria porque se dio cuenta que gran parte del éxito de Michael Jordan se debía a sus asistencias. Pensaba que Pippen representaba la esencia del baloncesto, en la que se jugaba para el equipo y se dejaba en segundo plano su propio desempeño. No sólo eso. Cuando investigó, encontró coincidencias entre él y el exjugador de Chicago: ambos destacaron en la preparatoria en pruebas de atletismo, medían 1.82 metros en esa etapa y en el basquetbol universitario se destacaron más por sus asistencias que por sus encestes.

Si Pippen fue el escudero de Jordan cuando la quinteta de Chicago ganó sus dos tricampeonatos (1991-93, 1996-98), Iguodala fungió ese rol prácticamente toda su carrera.

Cuando se inscribió en el equipo de la Universidad de Arizona se desempeñaba como guardia, pero nunca pudo jugar en esa posición porque el titular era Luke Walton, futuro jugador de los Lakers. Tuvo que adaptarse a la posición de guardia de poder, en un rol secundario. En su primera temporada fue suplente todo el curso, pero en la segunda se adueñó de la titularidad: inició en 30 encuentros y anotó 12.9 puntos por juego; Walton, por su parte, registró 15.9.

Springfield es una localidad ubicada en el centro de Illinois, Estados Unidos. Ahí nació y creció. Leonard Shanklin –su padre– es un inmigrante nigeriano que se estableció en la ciudad en la década de los 80. Ahí conoció a Linda –su esposa– con la que se casó y procreó a Iguodala y a su hermano gemelo Frank, quien sólo jugó a nivel universitario.

Iguodala nunca se imaginó como un jugador profesional, hasta que Lute Olson –coach de Arizona– le enseñó una evaluación de un scout de la NBA en la que pronosticaba que sería elegido en la primera ronda del Draft de 2004. El visor tuvo razón. Los 76ers de Filadelfia lo eligieron con la novena selección global.

En esa quinteta coincidió con Allen Iverson. Otra vez tomó un papel secundario. Mientras el futuro miembro del Salón de la Fama promediaba más de 25 puntos por encuentro, él se dedicaba a abastecerlo de asistencias y a cubrirlo en labores defensivas.

Iverson se fue del equipo en el otoño de 2006 e Iguodala fue asignado como el líder de Filadelfia. Pero al igual que Pippen cuando Jordan se retiró, no pudo igualar su desempeño. "Era imposible que se acercara a lo que hacía Iverson, porque éste era un fuera de serie y él solo es un buen jugador", dijo Olson al portal Grantland, en una entrevista publicada en diciembre de 2013.

Se mantuvo como jugador de Filadelfia hasta el verano de 2012, cuando fue transferido a los Nuggets de Denver, con los que sólo jugó una temporada. Para la 2013-14 firmó por cuatro años con los Warriors de Golden State. Su primera campaña fue titular, pero en el siguiente curso, cuando Steve Kerr fue nombrado entrenador, fue relegado a la suplencia.

Pero en ese rol demostró su mejor juego. En la temporada 2014-15 tuvo un discreto promedio de 7.8 puntos por encuentro en la temporada regular. Pero en los playoffs incrementó su aportación, al marcar 10.4 unidades por partido y fue el encargado de cubrir a LeBron James en las Finales de la NBA. Lo hizo a la perfección y permitió que Golden State levantara el campeonato, mientras que él ganó el premio al Jugador Más Valioso de la serie.

La temporada pasada ganó su segundo campeonato con la quinteta californiana, lo que le permitió firmar una extensión de contrato por un año con la organización. En apariencia, no ha tenido un buen desempeño: promedia 6 puntos por partido –el más bajo de su carrera– y se mantiene como suplente.

Pero su función es valorada hasta por los rivales. Mike D'Antoni –entrenador de los Rockets de Houston, a los que enfrentará Golden State hoy en el juego 5 de las Finales de la Conferencia Oeste– dijo que la lesión de rodilla que sufrió en el juego 3 evitó que los Warriors cuenten con un baluarte defensivo que podría integrar el Juego de Estrellas si jugara como titular en cualquier otro equipo.

Iguodala le sentó bien el papel de escudero, en el que sacrificó la titularidad para ganar títulos.

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