Culturas

Stan Lee: el 'padre' de los superhéroes de carne y hueso

La fantasía de Stan Lee deja en el mundo un universo real: en él humanidad e inclusión son los superpoderes para vencer al mal.

"El racismo y el fanatismo están entre las enfermedades más mortíferas que plagan el mundo hoy en día. Pero, a diferencia de un equipo de supervillanos caracterizados, no se pueden detener de un puñetazo en la nariz ni disparándoles un rayo. La única manera de destruirlos es exponerlos".

Pareciera que Stan Lee escribió estas palabras ayer. Pero lo hizo hace medio siglo. El creador del primer superhéroe lanzaba así en su columna, Stan's Soapbox –que aparecía en los boletines mensuales de Marvel Comics– un llamado urgente a sus lectores de todas edades a poner un alto en ese año revuelto que vio el asesinato de Martin Luther King Jr. y a Robert Kennedy. Ese revuelto 68 en que el Acta de los Derechos Civiles entró en vigor en Estados Unidos.

El año pasado, tras la manifestación de nacionalistas blancos en Charlottesville, Virginia, el hombre que llamó "villano" a Donald Trump, entonces de 94 años, sacó del baúl aquellas lineas y resucitó su cuenta de Twitter. "Esto es tan cierto hoy como en 1968", escribió como introducción a la columna en la que se lee: "Es totalmente irracional y enfermo condenar a una raza entera –despreciar a toda una nación–, señalar como villana a una religión entera".

Un par de años antes de publicar ese mensaje por primera vez, el padre de Los Cuatro Fantásticos y el Hombre Araña le entregaba al mundo una visión, la figura heroica de un guerrero africano: Pantera Negra, que se adelantó al surgimiento del Partido Pantera Negra –fundado en octubre de ese mismo 1966–. El personaje, también cocreado con Jack Kirby, apareció por primera vez en un capítulo de Los Cuatro Fanásticos antes de tener su propia historieta.

"Me arrepiento de no haber tenido personajes negros antes", dijo el ex presidente de Marvel a The New York Times en una entrevista publicada en abril pasado. "Intenté crear un superhéroe asiático, quise crear un superhéroe sudamericano. Y desde ese momento ya pensaba que era ridículo que no hubiera un superhéroe negro".

Stan Lee (Manhattan, 1922) dejó ayer el mundo de los hombres. Una tierra de agones cuyo imaginario pobló con personajes de una épica propia, una legión de superhéroes –y villanos siempre perdedores– que tomó vuelo en 1961, cuando con el dibujante Jack Kirby creó Los Cuatro Fantásticos –y su malvado Doctor Doom–, y un año más tarde, el Hombre Araña, junto a Steve Ditko.

El de Lee es un panteón marcado por la congruencia de su propia historia: hijo de inmigrantes rumanos judíos, algo sabía de la banalidad del mal, de la extranjería, de adaptar el disfraz para abrirse paso en una América que le exigió –como a tantos otros– cercenarse las raíces para encajar. La última vez que firmó públicamente como Stan Lieber fue en 1940, cuando lo nombraron editor de una revista neoyorquina de corte sensacionalista llamada Timely Comics, que más tarde se convertiría en Marvel. Decía entonces que volvería a usar su verdadero apellido cuando fuera exitoso.

"Stan Lee fue un hombre de su tiempo. Y lo que hizo con sus cómics fue justamente reflejar los problemas políticos y sociales de la segunda mitad del siglo XX: la Guerra Fría, las ideologías. Su etapa de integración racial fue importante, sobre todo cuando creó a Black Panther. Nunca fue un hombre al que le gustara hacerse un lado", comenta en entrevista Luis Gantus, dibujante y organizador de la convención CONQUE, que trajo a Lee como invitado a México.

BEF, autor de novelas gráficas, ve en Lee a un liberal moderado y políticamente correcto. "Pero sobre todo conciente. Las posturas de sus cómics de los años 60 y 70 a veces eran conservadoras, pero hay que reconocer que su grado de apertura fue importante, no sólo por su simpatía con el movimiento de los derechos civiles de la comunidad negra, sino con la creación de, por ejemplo, Daredevil, un superhéroe con discapacidad visual".

La diversidad de los Hombres–X, excluidos de la sociedad por su condición de mutantes, ha sido interpretada como una alegoría del movimiento de los derechos civiles –que también, desde la redacción de El Clarín, apoyaba el colérico editor J. Jonás Jameson–.

Al igual que ellos, el Hombre de Hierro, Hulk, Thor, Doctor Strange y Pantera Negra, comparten un distintivo de la visión de Lee: la humanidad. Son héroes a la vez que gente común, advierte BEF: "Tenían los mismos problemas cotidianos que los lectores. El Hombre Araña combatía a los villanos, sí, pero también debía arreglárselas para acabar la quincena o para pagar las medicinas de su tía. Stan Lee llevó los superhéroes a Nueva York, donde vivía, y con ello creó un universo más cercano al mundo real".

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