Culturas

¿Es México un pueblo racista?

La caravana de centroamericanos pone de manifiesto el debate entre la congruencia y la hipocresía de un país que se fundó bajo la división de castas.

Según la creencia popular, el mexicano no puede ser racista porque es mestizo. ¿O cómo puede alguien creer en la pureza racial cuando el origen de su pueblo es una mezcla de distintas culturas?

El racismo en México es un tema del que se habla poco. Sin embargo, el ingreso de alrededor de 4 mil hondureños a territorio nacional ha puesto al país en el centro de los reflectores. Hoy, el país que se fundó en un sistema de división de castas se debate entre la congruencia y la hipocresía: mientras exigen que se respeten los derechos de sus compatriotas en Estados Unidos, se elevan las voces que aprueban el uso de la violencia en la frontera sur contra la caravana migrante.

Expertos consultados por El Financiero aseguran que el racismo es uno de los motivos por los cuales se desprecia a los migrantes de origen centroamericano, pero se acoge con calidez a las comunidades argentinas, españolas, libanesas o judías.

Y es que el racismo que opera en el país —señalan— no es el que comúnmente se observa en Estados Unidos o Europa, donde los procesos colonizadores y los odios raciales han motivado antagonismos históricos entre los pueblos. En México es diferente. Aquí opera una discriminación basada en la "pigmentocracia" y el rechazo al pobre, observan.

"Durante mucho tiempo se negó la existencia de una cultura racista sobre la idea de que la mayor parte de nuestra población proviene del mestizaje. Sin embargo, las reacciones que miles de mexicanos han tenido en torno a la migración centroamericana demuestran que lo único que hemos hecho es enmascarar lo que ahora reluce con toda claridad: México es un pueblo racista. El mestizaje es una historia nacional, y hay que profundizar y revisitar el término, porque el modelo que prevalece es occidental: la idea es que entre menos mezclados y más blancos, somos mejores", afirma el filósofo, humanista y académico de la UNAM, Ernesto Priani.

En los últimos días, las redes sociales se han convertido en una caldera de comentarios racistas contra la avanzada migratoria: "regrésenlos a su país, nosotros no queremos esas porquerías en México"; "Más personal para el huachicol, narco, pandillas, asesinos y secuestradores"; "Yo no voté por AMLO para que invadan mi país"; "Mata a un hondureño y haz patria"; "Más mierda para nuestro país. No soy racista, pero no podemos recibir a gente así cuando ni entre nosotros podemos salir adelante".

En su ensayo Alfabeto del racismo mexicano (2016), Federico Navarrete compara la xenofobia que subyace en el país con una acción tan burda como sacarse los mocos con el dedo: "una costumbre que practicamos siempre de manera vergonzante y que negamos con ahínco en caso de que alguien nos la achaque. Y como hacemos con los parientes, amigos o colegas a quienes sorprendemos hurgando en sus fosas nasales, también aprendemos a hacernos de la vista gorda y a mirar a otro lado cuando alguien a quien respetamos incurre en dichos o acciones discriminatorias".

El racismo mexicano —dice en entrevista el historiador— no opera a través de clasificaciones raciales de la población, sino mediante un desdén incuestionable contra quienes tienen la piel más oscura y pertenecen a una clase social desfavorecida.

Un estudio elaborado por el INEGI en junio de 2017 determinó que los mexicanos, lejos de conformar una sociedad plural, sí discriminan a los otros por su color de piel. En las personas que se auto clasificaron en la encuesta en las tonalidades de piel más oscura, se observa un mayor rezago educativo: 28.8 por ciento cuenta con primaria incompleta; el 23 por ciento la completó. En cambio, las personas con tonalidades más claras registraron índices más altos en educación media superior y superior, con porcentajes que van de 29.3 a 44.4. Además, el 55 por ciento de los encuestados aceptó que insulta o discrimina al otro por su color de piel.

"La sociedad mexicana es aspiracional. Eso significa que asociamos la blancura con el éxito y la riqueza, según los parámetros de la publicidad contemporánea. Ser moreno a menudo se relaciona con la pobreza y la marginación. Eso puede explicar un poco por qué el país ha sido abierto con las migraciones intelectuales y de clase media de Sudamérica o España, y por qué se ha mostrado tan negativo con los desplazados centroamericanos", señala Navarrete.

La sociedad mexicana es aspiracional. Eso significa que asociamos la blancura con el éxito y la riqueza. Ser moreno a menudo se relaciona con la pobreza y la marginación.

Federico Navarrete
Historiador

La escritora Alma Delia Murillo asegura que, en México, el resorte racial está fundamentado en una "pigmentocracia" en la que siempre se busca "mejorar la raza", una frase típica en buena parte de las familias mexicanas de clase media o baja.

"Vivimos en una sociedad donde se discrimina al moreno, al pobre, al estudiante de escuela pública. Nos movemos en un sistema que está diseñado para excluir sin tregua a las clases sociales más desfavorecidas. El racismo aquí opera como un fenómeno de clases. Tenemos a una clase media que hoy debate en Twitter qué tan racistas somos, pero todavía tenemos 50 millones de mexicanos que ni siquiera tienen acceso a Internet", observa la autora.

Ella misma ha sido víctima de la discriminación racial. Durante buena parte de su vida lidió con el estigma de ser la hija de la señora de la limpieza. "Igual que millones de mexicanos me he enfrentado a muchos obstáculos por mi piel morena. La mía fue una situación incómoda y particular porque provenía de un segmento muy bajo, pero a la vez estaba dentro de la casa de una familia que lo tenía todo. Recuerdo que mi mamá nos tenía que esconder en el clóset a mis hermanos y a mí porque a la señora de la casa le daba pena que las visitas nos vieran, y para nada era lindo ver niños morenitos paseando por los pasillos".

Hoy el gobierno mexicano es blanco de críticas tras su intento por detener, la semana pasada, el flujo de migrantes en su ruta a Estados Unidos. Un sueño que, para muchos, se trunca cuando se cruzan con el crimen organizado y la fosa común.

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