Brasil

Regla es promesa

El criterio del árbitro, bien dice Eduardo Galeano, es arbitrario; falible. Y eso está contemplado en el mismo sistema legal de la cancha: la decisión del nazareno es inapelable.

El futbol es un deporte de caballeros. Por eso tiene tan pocas reglas. Inglés de cepa, el juego otorga confianza a los competidores en grado extremo. El reglamento parte de la buena voluntad de los jugadores para cumplir con la promesa de un juego leal y respetuoso.

La probidad de quien dirime las eventuales discrepancias del partido no se pone en tela de juicio por ninguno de los dos rivales. El criterio del árbitro, bien dice Eduardo Galeano, es arbitrario; falible. Y eso está contemplado en el mismo sistema legal de la cancha: la decisión del nazareno es inapelable.

Las equivocaciones recurrentes en este Mundial por parte de los hombres de negro, por muy alarmantes que parezcan, afirman la virtud de las reglas. Sucede que el espectador contemporáneo, con la ayuda de la tecnología, se ha convertido en una especie de juez sobre el juez. Con más pasión que objetividad interviene en la resolución de una jugada. Su tribunal es ajeno al juego mismo.

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