Brasil

Hoy la fiesta inicia para unos; el rezago continúa para otros

La polémica nunca se despegó de la Copa del Mundo Brasil 2014. Los ciudadanos brasileños protestan por la enorme corrupción registrada, sobre todo, en el presupuesto para la construcción de estadios. El Mundial no es una fiesta para todos...

La polémica no se ha separado de la Copa del Mundo de este año, debido a las constantes protestas sociales que critican la preferencia del gobierno brasileño por invertir en el torneo en lugar de hospitales, escuelas y transporte público, todo esto sumado al gasto excesivo en estadios e inseguridad en la construcción de los mismos.

El gobierno de Dilma Rousseff invirtió cerca de 14 mil millones de dólares en infraestructura y seguridad para la celebración internacional, con la intención de recuperarlos y conseguir ganancias a partir del turismo y todo lo que conlleva. Sin embargo, las 3.7 millones de personas que se espera viajen por todo el país durante la competencia, apenas superan la mitad de visitantes que consigue atraer el Carnaval de Río, cuya cifra de turistas alcanzó los 6.2 millones este año.

La presidenta del país amazónico dijo que el evento internacional "valdrá todo el esfuerzo" que se ha hecho, pues al final la Copa del Mundo estimulará la economía local. Rousseff, que también rechazó que Brasil no esté preparado para hospedar la justa, está perdiendo popularidad de cara a las elecciones de octubre, pues los votantes siguen dudando de los beneficios que puede atraer la máxima fiesta de la FIFA.

Parte de ese escepticismo social se debe al costo de la construcción de estadios, el cual ascendió a los 3 mil 600 millones de dólares, lo que ha provocado que el precio del boletaje suba (no sólo para los partidos del Mundial) debido a los gastos de operación y mantenimiento, transformando las entradas en un factor marginal para los aficionados, a quienes se les puede llegar a cobrar hasta 60 reales (27 dólares) por admisión cuando el salario mínimo es de 724 reales mensuales (324 dólares).

Hoy se inaugura el Mundial y los que pueden asistir a los estadios tendrán que adecuarse a las condiciones de las 12 ciudades que darán asilo a las diferentes selecciones y sus seguidores. En el caso de Sao Paulo, el Metro suspendió su huelga, pero algunas obras de construcción siguen, además de que la amenaza de interferir con el torneo por parte de grupos inconformes se mantiene vigente en todo el país.

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