Brasil

Astérix escapa por pies

Enyeama, uno de los arqueros más seguros del Mundial, cometió un error terrible en un tiro de esquina y el jovencito Pogba, enorme combustible, anotó de cabeza en una jugaba casi de guardería. Ya en el ocaso del juego, un autogol de Yobo puso el cartel de final para una cinta de pocas escenas y mustio guión.

Francia salió a saludar a los invitados, sirvió café, charló un poco y volvió a la reunión al minuto 75. Resolvió una batalla de patadas más con los errores nigerianos que con aciertos propios. Está en cuartos de final esperando al enemigo identificado: Alemania (si ésta es capaz de vencer a Argelia), en un partido que evoca a Napoleón, a Bismarck y aquella semifinal de 1982, cuando se jugó la primera tanda de penaltis. Sin embargo, el futbol de la Enciclopedia no apareció esta tarde en Brasilia.

Mientras la dama francesa se maquillaba en su alcoba, Nigeria se dispuso a servir la cena. Durante media hora del segundo tiempo, y en una gran parte del primero, las Águilas tuvieron el control del juego con desbordes claros por las bandas y con una férrea media cancha que desapareció casi por completo a la contraria. Valbuena y Pogba fueron las únicas muestras de cortesía en el primer acto de un partido que parecía más de bádminton que de futbol.

Benzema se fabricó su propia Santa Elena durante casi todo el partido. Pero justo cuando se dispuso a dejar la isla, Francia cambió de rostro. Enyeama atajó heroicamente el primer remate claro de gol del astro del Madrid. Astérix comenzaba a dar muestras de reacción ante la presión africana, que había padecido de otro error arbitral al alba del segundo tiempo. Matuidi debió salir del campo después de cometer una plancha contra el feligrés Onazi. Con esa pieza de regalo, la defensa de la Bastilla aguantó el ritmo de una trinchera de faltas.

Valbuena, convertido en un Alain Giresse contemporáneo, mantuvo el fragor de un equipo muchas veces sobrepasado por los hechos. Enyeama, uno de los arqueros más seguros del Mundial, cometió un error terrible en un tiro de esquina y el jovencito Pogba, enorme combustible, anotó de cabeza en una jugaba casi de guardería. Ya en el ocaso del juego, un autogol de Yobo puso el cartel de final para una cinta de pocas escenas y mustio guión.

Francia se mueve silenciosa con rumbo a Río. La eventual guerra Franco-Prusinana de cuartos de final puede ser la gran cita para este conjunto en el que no siempre Astérix se asocia con Obélix. Los galos necesitan algo más que literatura para llegar a semifinales; es hora de Rousseau.

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