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Quizás se creó menos empleo del que parece

Las cifras de empleo en México este sexenio podrían ser producto de la formalización, más que de la creación de nuevas plazas, y eso también es positivo.

OPINIÓN

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Uno de los éxitos que se presume más en el actual gobierno es la generación de puestos de trabajo formales.

La estadística que usualmente se utiliza para hacer esta medición corresponde a los trabajadores afiliados al IMSS. Aunque también hay otros sistemas de seguridad social de entidades gubernamentales, notoriamente el ISSSTE, los datos que ofrece no son tan frecuentes ni están tan sistematizados como los del instituto de salud más grande del país. Por esa razón, hay consenso en que éstos marcan la tendencia.

La cifra más reciente, correspondiente a enero de 2018, señala que hay 19.5 millones de trabajadores asegurados en México.

En los últimos cinco años se han creado 3.4 millones de nuevos empleos formales, lo que implica un crecimiento medio anual a una tasa de 3.9 por ciento. Las cifras son las más elevadas en lo que va del siglo.

El éxito que se señala se aprecia mejor si se observa la estadística correspondiente a las dos anteriores administraciones.

En la de Felipe Calderón, en el lapso 2006-2012, el ritmo medio de crecimiento del empleo formal fue de 2.6 por ciento anual, mientras que para el periodo 2000-2006, con Vicente Fox, la tasa media anual fue de 1.5 por ciento.

Una parte de la explicación proviene de las diferencias en el ritmo de crecimiento de la economía.

En los primeros cinco años de esta administración el crecimiento promedio del PIB fue de 2.5 por ciento; en el sexenio anterior fue de 1.7 por ciento y con Fox resultó de 1.9 por ciento.

Hay una medida en la economía que es la elasticidad-empleo del PIB, y que calcula cuántos puntos crece el empleo por cada punto que crece el PIB.

En el sexenio de Vicente Fox esa medida fue de 0.78. Esto quiere decir que, por cada punto de crecimiento de la economía, solo se lograron 0.78 puntos de crecimiento del empleo formal en el país.

Con Felipe Calderón esa medición fue de 1.52 y con Enrique Peña Nieto, la cifra es de 1.56 puntos.

Ante este dato, hay al menos dos explicaciones posibles.

La primera es que hubo una baja en la productividad del trabajo durante los últimos 12 años, de modo que se requieren más trabajadores para generar un mismo volumen de producto en la economía. La otra explicación es que la estadística del empleo formal no está captando correctamente la evolución de las plazas laborales totales.

Los indicadores sistemáticos de productividad laboral calculados por el Inegi se remontan a 2005.

Pero si comparamos los datos de 2017 con los de ese año, observamos un crecimiento de 3.9 por ciento para ese periodo mencionado de 12 años.

Es un crecimiento pobre, pero no está cayendo la productividad. De modo que para el conjunto de la economía la primera explicación no puede ser la correcta.

El empleo total en los primeros cinco años de este sexenio, calculado por el Inegi y no por el IMSS, tuvo un crecimiento anual medio de 1.4 por ciento, y no de 3.9 como es el caso el empleo formal. En el caso del periodo de Calderón, la tasa media fue de 1.9 por ciento.

Es decir, los indicios señalan que lo que ha sucedido en los últimos años con el empleo en México es un proceso de formalización, es decir, de registro de empleos que ya existían pero que no tenían seguridad social. Por eso, las estadísticas del empleo formal prácticamente duplican a las del empleo total.

En términos económicos, sin duda tiene efectos positivos la formalización del trabajo. Ello ha permitido, entre otras cosas, un crecimiento muy importante del crédito, pues el trabajador formal se convierte en sujeto de préstamo para las instituciones financieras del país, lo que es más difícil en el caso del trabajador del sector informal.

Por ello es que el consumo privado también ha crecido de manera importante en este sexenio.

Su crecimiento real fue de 2.9 por ciento anual en promedio en los primeros cinco años del sexenio, mientras que estuvo en 1 por ciento en el sexenio de Calderón y en 2.9 por ciento en la administración de Fox.

En el caso del periodo 2000-2006, más que impulsado por el empleo, lo fue por el crecimiento de los salarios reales.

Los factores que han incidido más en la formalización del empleo son de dos tipos.

Por un lado, una más eficaz fiscalización del IMSS, que ha obligado a las empresas a dar seguridad social a trabajadores que antes no la tenían.

Pero, quizás el segundo tipo de factor es el más importante. En noviembre de 2012, fue aprobada la reforma laboral que permitió nuevas formas de contratación que estaban previamente prohibidas por la ley.

Una de las intenciones de estas nuevas modalidades fue reducir los pasivos laborales de las empresas que contratan, a fin de incentivar la creación de empleo formal.

En el pasado, un factor que inhibía la creación de empleo formal era el hecho de que contratar a un trabajador implicaba de entrada asumir un pasivo equiparable a tres meses de salario así se le despidiera a la primera semana de trabajo.

Hoy ya no es necesario asumir ese pasivo pues el trabajador puede ser contratado con diferentes formatos de contrato.

La búsqueda de reducir los riesgos laborales de las empresas y eficientar las operaciones creó un boom de una industria, la del outsourcing.

Hoy, empresas de muy diversos tipos y tamaños no contratan directamente a segmentos muy amplios de su personal, sino que lo hacen a través de terceros.

Aunque en términos legales las empresas que contratan el outsourcing se convierten en patrones sustitutos, en realidad, las contratantes originales, cuando tienen fuerza y reputación, son las que asumen el riesgo laboral, por lo cual reciben un pago.

Esto ha permitido que las plantillas se amplíen sin temor de incurrir en pasivos laborales inmanejables si el ciclo económico cambia y la economía deja de crecer.

¿Es de esperarse que el proceso de formalización del empleo haya llegado a su fin y veamos que cae el ritmo de crecimiento en el número de asegurados?

No es algo descartable. Aunque el empleo informal sigue siendo el 52.1 por ciento del empleo total, el porcentaje de unidades económicas susceptibles de formalizar va a ir a la baja pues hay muchas empresas familiares muy pequeñas que operan sin establecimiento, lo que las aleja de la fiscalización.

El tipo de contratación que ha crecido en los últimos años también explica el crecimiento del porcentaje de trabajadores contratados con salarios bajos.

La formalización, de acuerdo con algunas empresas de outsourcing, ha conducido a que los trabajadores se registren al IMSS con salarios inferiores a los que realmente perciben y se diseñen modalidades nuevas para completar las remuneraciones.

Esto permite que los costos laborales totales sean inferiores al pagar cuotas por debajo de las que corresponderían si se registraran con el salario completo.

Es interesante señalar que ninguno de los candidatos presidenciales ha cuestionado la reforma laboral. Aunque AMLO ha planteado críticas a reformas como la energética o la educativa, ha dejado sin abordar los cambios en la legislación laboral, lo que hace pensar que aun en el escenario de un triunfo de Morena, la nueva realidad laboral probablemente permanecerá como en los últimos años.

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