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¿Por qué Maduro no caerá en 2019?

El mandatario buscará mantener la lealtad de los militares.

Pese a que la economía venezolana se encuentra sumida en una desastrosa hiperinflación y el país padece hambre, es probable que Nicolás Maduro siga en el poder un año más.

El dirigente de 56 años, anteriormente conductor de autobuses, probablemente fragmentará y desmoralizará aún más a la oposición luego de que sea investido presidente por un segundo sexenio en enero, a pesar de que muchos de los líderes políticos del mundo califican de simulacro los comicios de mayo que le dieron la reelección.

Además de los 7 mil millones de dólares que se adeudan a inversionistas (y contando), es probable que el próximo año Maduro continúe con una estrategia para imponerse a todas las instituciones, encarcelar a los adversarios, obligar a otros a exiliarse y repeler las oleadas de protestas.

Con poco dinero y con opciones de financiamiento cada vez menores, Maduro pasará la mayor parte de 2019 haciendo todo lo posible para mantener la lealtad de los militares, con la esperanza de sofocar el descontento en los cuarteles que ya se ha traducido en múltiples intentos de rebelión, incluido un intento fallido de encarcelar a Maduro y a su gabinete en mayo.

Mientras el gobierno de Maduro posiblemente no se deje intimidar por la presión internacional o la idea de que la rebelión militar se discute cada vez más en Venezuela y en el extranjero, es probable que la oposición política no logre reagruparse sin un líder obvio, dividida sobre la conveniencia de las urnas para resistir a un gobierno cada vez más autoritario.

Su petróleo no lo sacará de apuros

El petróleo está en el centro de la economía venezolana, representa el 95 por ciento de sus ingresos por exportación y financia el régimen del presidente Nicolás Maduro.

Aun cuando los precios mundiales tocaron los 80 dólares por barril, la producción del país cae.

Mientras los productores estadounidenses de gas de esquisto aumentaron la oferta en un 23 por ciento el año pasado, en Venezuela, que posee las reservas petroleras más grandes del mundo, los conflictos civiles y el colapso económico hicieron que la producción cayera un 37 por ciento.

Al tiempo que la extracción venezolana de petróleo desciende al millón de barriles diarios, el nivel más bajo en al menos siete décadas, el país se está quedando sin dinero para pagar alimentos y medicamentos. Los salarios no pueden hacer frente a la hiperinflación, estimada en la descabellada tasa de un millón 370 mil por ciento. Vivir en un país donde el precio de los alimentos puede cambiar en cuestión de horas provocó que más de millón y medio de venezolanos emigraran en los últimos cuatro años.

La Organización de Naciones Unidas estima que hay aproximadamente tres millones de venezolanos viviendo en el extranjero, la gran mayoría en América Latina y el Caribe. Quienes buscan salir del país y no pueden pagar las tasas del mercado negro tienen que formarse por días para obtener un pasaporte.

La situación empeoró en agosto de 2017, cuando el presidente estadounidense Donald Trump impuso sanciones financieras contra Venezuela y su petrolera estatal PDVSA, en un intento por castigar a Maduro por la mala gestión económica y la corrupción endémica.

Los bancos estadounidenses se volvieron más escrupulosos para otorgar crédito a las refinerías de EU para comprar crudo venezolano, temerosos de una posible prohibición total de las importaciones. Entretanto, las compañías petroleras internacionales que operan en el país sudamericano recortan las inversiones ante la preocupación de incurrir en violación de las sanciones.

La menguada producción de Venezuela ha reducido la influencia del país en Latinoamérica. La Venezuela que en otro tiempo abastecía de petróleo subsidiado a sus vecinos ahora necesita acopiar todo el que produce para poder pagar a los tenedores de bonos, así como a China y Rusia, que le han prestado casi 69 mil millones de dólares en la última década a cambio de petróleo.

Hasta ahora, la estrategia del gobierno para el manejo de la deuda era un impago selectivo que se estima en 6 mil 100 millones de dólares. Los préstamos otorgados por el Banco de Desarrollo de China y la compañía petrolera rusa Rosneft Oil Co PJSC han sido o bien renegociados o pagados con demoras. Un bono que PDVSA continúa pagando es uno garantizado por su participación en Citgo, su lucrativo brazo refinador en Estados Unidos.

Sin dinero, Venezuela paga sus deudas a China e India con petróleo. Pero con la caída de la producción, Petróleos de Venezuela ha hambreado a sus propias refinerías. Mientras que las refinerías de Estados Unidos operan casi a su capacidad máxima, las de Venezuela están operando a menos de un cuarto de su capacidad.

El resultado es una escasez importante de combustible en el país, especialmente en las zonas rurales, lo que agrava la ya penosa situación de los venezolanos.

Las maniobras implementadas no han sido suficientes para detener una caída en las exportaciones de crudo que pagan deudas y aportan la liquidez necesaria para que la economía funcione. Las exportaciones cayeron casi un cuarto en el último año.

En últimas fechas, las compañías han recurrido con éxito a los tribunales para obligar a PDVSA a pagar algunas de sus deudas más apremiantes. La petrolera estadounidense ConocoPhillips logró que la compañía venezolana accediera a pagar 2 mil millones de dólares para zanjar una disputa (relacionada con la expropiación de activos llevada a cabo en 2007 bajo el mandato del entonces presidente Hugo Chávez) luego de obtener órdenes judiciales que impedían que la petrolera sudamericana usara su extensa red de terminales petrolíferas en el Caribe. Las autoridades judiciales también impidieron que PDVSA operara su refinería en Curazao, que eventualmente debió cerrar por falta de petróleo.

PDVSA garantizó el pago a Conoco con cargamentos de petróleo para liberar las terminales que necesita para almacenar y reexportar crudo y combustóleo.

Los problemas de la industria petrolera del país no tienen visos de terminar pronto. A pesar de que China le prestará 5 mil millones de dólares a Venezuela para casi duplicar la producción de petróleo que ha caído a un mínimo de setenta años, los analistas anticipan que la producción se desplomará aún más el próximo año, a menos de un millón de barriles diarios.

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