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Los amagos de Trump lo alejan de América Latina

La amenaza de usar su ejército en Venezuela se une a otros dichos y acciones del mandatario que lo alejan de una región que está repuntando y es clave en la lucha contra el crimen.

La amenaza del presidente Donald Trump de ejercer una "opción militar" de Estados Unidos en Venezuela fue irresponsable, no porque fuera poco realista. El daño más duradero de sus palabras es para la relación con el resto de América Latina.

Por primera vez en más de una década, algunos de los jugadores más grandes de la región coinciden en políticas que deberían congeniar con las de EU. Los problemas de Venezuela han sido un catalizador útil, generando casi un consenso en contra del caos represivo que se vive.

La declaración poco afortunada de Trump de que una "operación militar, una opción militar, es ciertamente algo que podríamos perseguir" ha debilitado ese empuje. Durante el último viaje del vicepresidente de EU, Mike Pence, a cuatro países de América Latina, sus anfitriones rechazaron públicamente cualquier intervención militar estadounidense.


Vale la pena apuntar que la amenaza de Trump fue precedida por ataques a México sobre el TLCAN, el rechazo del Acuerdo Transpacífico que involucra a Chile, México y Perú, duras declaraciones acerca de los inmigrantes hispanos y una marcha atrás en el acercamiento con Cuba. Y fue seguida por su tibia respuesta a la violencia racista en Charlottesville, que tocó fibras sensibles en países como Brasil, que tiene sus propias memorias de racismo y esclavitud.

EU no se puede permitir alienar a Latinoamérica. El comercio estadounidense en la región, que crecía rápidamente antes de la crisis financiera global, está repuntando. Las reformas de los nuevos gobiernos de Argentina, Brasil y Perú ofrecen el potencial de más inversiones. Además, América Latina es esencial para combatir el crimen y contrarrestar amenazas como las de Corea del Norte.

Si Trump estuviera interesado en mejorar las relaciones con Latinoamérica podría considerar cambiar su smartphone por un teleprompter. En lugar de lanzar tuits mal redactados o hacer declaraciones fuera de lugar, debería ofrecer asistencia humanitaria a Venezuela y, una vez restaurada la democracia, apoyo multilateral para recuperar su economía.

Hay que dejar que los países de América Latina encabecen la presión sobre Maduro, una estrategia que Trump podría fortalecer nominando embajadores calificados en Argentina, Brasil, Chile y otros países de la región con embajadas estadounidenses vacías. Las sanciones petroleras a Venezuela, que podrían resultar devastadoras para la población, deben ser un último recurso. Y hay que reservar la amenaza de usar al ejército más poderoso del mundo para verdaderas emergencias.

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