Bloomberg Businessweek

Así es como Harvard perdió mil millones de dólares apostándole al campo

Los administradores del patrimonio de la universidad creyeron que podían manejar los riesgos que otras instituciones educativas decidieron evitar.

ECONOMÍA

Bloomberg Businessweek

Hace seis años, Jane Mendillo, entonces directora del patrimonio de Harvard, pasó una semana en Brasil subida en un avión para examinar algunos de los bosques y tierras de cultivo de la universidad. En 2012, Harvard comenzó una de sus aventuras más atrevidas: una inversión en un desarrollo agrícola en expansión en el remoto y empobrecido noreste de Brasil. Allí, los trabajadores producirían pasta de tomate, azúcar y etanol, además de energía después de procesar los cultivos. Las ganancias, en teoría, podrían superar a las acciones y bonos convencionales y mantener a la universidad más rica del mundo un paso por delante de sus rivales.

Harvard apostó a la granja en Brasil y perdió. La universidad, que invirtió al menos 150 millones de dólares en el proyecto, ahora se está saliendo, de acuerdo con personas familiarizadas con el asunto y que solicitaron el anonimato porque no están autorizadas a discutir el tema. Harvard, que maneja 37 mil 100 millones de dólares en diversas inversiones, aseguró que sus apuestas en el campo produjeron buenos retornos, pero ahora se enfrentan a "desafíos significativos".

La universidad cometió muchos errores durante la última década, según Thomas Gilbert, profesor de finanzas en la Universidad de Washington, pero casi todos se redujeron a un fallo de cálculo: la creencia de que sus principales administradores de dinero, a quienes les pagaron 242 millones de dólares entre 2010 y 2014, eran más inteligentes que todos los demás y podían manejar los riesgos que casi todas las otras instituciones educativas evitaron. "Se volvieron incontrolables", afirma Gilbert. "Y cuando administras dinero de donantes, eso es espantoso".

Durante la última década, Harvard registró un rendimiento anual promedio de 4.4 por ciento, uno de los peores entre sus similares. Incluso olvidó una de las estrategias más simples: invertir en un fondo indexado con 60 por ciento de acciones y 40 por ciento de bonos. Algunos de los errores de Harvard han sido bien documentados. Al enfrentar grandes pérdidas después de la crisis financiera en 2008, Mendillo vendió participaciones de capital privado con grandes descuentos antes de que pudieran recuperarse. Su sucesor, Stephen Blyth, experimentó con la expansión del equipo interno de traders, antes de retirarse frente a las pérdidas de cartera de decenas de millones de dólares. Blyth renunció en 2016.

Pero quizás ninguna apuesta dañó a Harvard más que su incursión en los recursos naturales. La universidad invirtió en viñedos del centro de California, bosques de teca en América Central, una granja de algodón en Australia, una plantación de eucalipto en Uruguay y un bosque en Rumania. Harvard ha estado reevaluando y vendiendo algunas de esas inversiones. "Se suponía que la cartera de recursos naturales era la joya de la corona", comenta Joshua Humphreys, presidente del Instituto Croatan, una organización sin fines de lucro que se centra en el capitalismo sustentable.

Ese tipo de inversiones no siempre han perdido. Mendillo tomó la delantera en la venta de madera de Estados Unidos en la década de 1990, obteniendo ganancias sustanciales cuando trabajaba para el entonces jefe de patrimonio, Jack Meyer. De manera similar, Harvard obtuvo grandes ganancias cuando comerció con madera en Nueva Zelanda en 2003. Cuando Mendillo regresó a Harvard después de administrar el patrimonio de Wellesley College, intentó repetir la fórmula. Esta vez pensó que la madera estadounidense era cara. Además, Harvard podría recurrir a doctores en silvicultura y otras mentes brillantes para encontrar oportunidades en mercados emergentes, aprovechando la creciente demanda de recursos escasos en todo el mundo, afirmó en una entrevista de Bloomberg en 2012.

Mendillo vio estas inversiones como apuestas de muy largo plazo, que su junta directiva avaló. "Los recursos naturales son nuestra área favorita", dijo Mendillo en una conferencia con inversionistas de julio de 2012. En ese momento, la economía de Brasil estaba en auge y el gobierno destinaba millones para el desarrollo del empobrecido, accidentado y semiárido noreste. La universidad, de la mano de la firma brasileña de capital privado Gordian BioEnergy, estableció una compañía llamada Terracal Alimentos e Bioenergia, de acuerdo con declaraciones de impuestos y personas familiarizadas con el asunto.

Terracal planeaba gastar más de 5 mil millones de reales brasileños (alrededor de 1.5 mil millones de dólares) en los complejos agrícolas. El primer desarrollo transformaría miles de hectáreas alrededor de la remota ciudad de Guadalupe, en el río Parnaiba, usando tecnologías modernas de riego. Para cuando Mendillo renunció como directora del patrimonio de Harvard en 2014 la economía en Brasil se estaba desacelerando y el escándalo de corrupción gubernamental se estaba profundizando, lo que atemorizó a la universidad y a otros inversionistas extranjeros.

La estrategia valió la pena para un pequeño número de personas: los administradores de Harvard. Álvaro Aguirre, quien supervisó las inversiones en recursos naturales, ganó 25 millones de dólares en cuatro años, según los registros de la universidad. Su jefe, Andrew Wiltshire, recibió 38 millones en cinco años. Ambos ya están fuera de Harvard. Mendillo ganó tanto como 13.8 millones de dólares en un solo año. N.P. Narvekar, actual director del patrimonio de Harvard, quien asumió el cargo en 2016, ha decidido trasladar la mayor parte de las inversiones de la institución a administradores externos. Al considerar nuevas amortizaciones de las inversiones en recursos naturales, ha indicado que puede continuar reteniendo algunas si ahora tienen un buen valor. Un grupo de exalumnos de la clase de 1969 recientemente sugirió algo a Narvekar: invierte en fondos indexados.

También lee: